La palabra semanal: PUNTO

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   Antes de investigar sobre la palabra de esta semana, no imaginábamos la sorprendente cantidad de acepciones que tiene, ni la variedad de frases que pueden formarse con ella. Sin embargo, abordarla punto por punto sería extendernos más de lo necesario, así que trataremos de ir al grano. O en este caso: al punto.

   Proviene del latín punctum, "punto, señal minúscula", que deriva de pungere, "punzar”. El “Diccionario de uso del español actual”, en la primera de sus acepciones, la define de la siguiente manera: “Señal de pequeño tamaño, generalmente circular, que destaca en una superficie por contraste de relieve o de color”.

   No obstante, un punto también es un “Agente de seguridad, especialmente un policía, apostado frecuentemente en el mismo lugar”, según el “Diccionario del habla actual de Venezuela”; aunque parezca cosa de otro tema.

   Punto puede ser un lugar sin extensión. Un sitio cualquiera. El destino al que deseamos llegar. La parte de un tema que estemos tratando. El grado de temperatura necesario para que se produzcan fenómenos físicos. Un elemento sin dimensiones dentro de un plano, recta o espacio. Lo que faltaba para que nuestro equipo favorito de baloncesto ganara el partido. La parte por la que sale la tinta de la pluma de escribir. Una cosa pequeña, diminuta, pero importante.


Plage à Heist │ Georges Lemmen (1865–1916)


   Sin embargo, solemos asociar más esta palabra con la costura y la escritura, diferentes tipos de artes a las que les debemos la vida.

   Desde la prehistoria, aprendimos a cocer pieles con herramientas primitivas para protegernos del frío. A medida que pasaban los años, fuimos mejorando esta habilidad. En la Edad Media, comenzamos a confeccionar tejidos mediante aguja e hilo. Con el tiempo, pasamos del punto a mano al punto de bastidor, de urdimbre, a los bastidores mecánicos y el telar circular.

   Con la llegada del punto de bastidor, pasamos de realizar cien puntadas por minuto a realizar seiscientas. Todo esto fue posible gracias a Willian Lee de Nottinghamshire, un pastor inglés que en el año 1589 construyó una máquina de hacer calceta en su taller y facilitó las cosas para muchos. Aunque después su taller fue asaltado e incendiado por una turba de mujeres que tenían una industria artesana de géneros de punto y temían perder su trabajo.

   Por otro lado, desde la escritura cuneiforme hasta la actualidad, la forma en la que nos comunicamos ha cambiado significativamente. En la antigua Grecia, por ejemplo, no existían signos de puntuación ni espacios entre las palabras, por lo que todo se escribía y leía de corrido (en voz alta), con un alto grado de complejidad.

   Cerca del año 200 a. C., Aristófanes de Bizancio, bibliotecario de Alejandría, creó un sistema para que los lectores "aliviaran el ininterrumpido texto con anotaciones de puntos arriba, en medio y debajo de cada línea (comma, colon y periodus) que indicaran la entonación de lectura alta, media o baja".

   Desde entonces, la escritura y la forma en que puntuamos un texto cambió y continuó en constante evolución, gracias a varias culturas y religiones como el cristianismo, hasta la llegada de la imprenta a mediados de 1450, cuando quedaron tallados en plomo muchos de los signos que utilizamos hoy.

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   Todos conocemos la frase “colocar los puntos sobre las íes”, famosa por lo que anuncia y porque desde pequeños nos enseñaron que la “j” y la “i” llevan este característico signo gráfico. También sabemos que el punto se utiliza para abreviar palabras como “Sra., Sr., Dr., Dra., etc.”.

   Además, el punto señala, como podemos apreciar en cada párrafo, “el fin del sentido gramatical y lógico de una o más oraciones”. Entre los que podemos utilizar tenemos: punto y aparte, punto y coma, punto seguido, punto final, los dos puntos y los puntos suspensivos.

   Para finalizar, nos gustaría hablar sobre un fenómeno curioso del que nos enteramos recientemente.

   Al parecer, tanto los jóvenes como los adultos han llegado a un acuerdo tácito en el que —quizá los segundos presionados por los primeros— no se utiliza el punto para cerrar las últimas oraciones de los mensajes de texto. De lo contrario, se sobreentiende que no quieres chatear más con el otro, sin importar lo que hayas dicho en el mensaje. ¡Menudo embrollo!

   Tal vez, hemos llegado a un punto crítico para el lenguaje (?). O puede que solo sea algo pasajero. Mientras tanto, nos gustaría saber su punto de vista sobre todo lo tratado en esta publicación.

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Referencias:

• Real Academia Española. (1992). Diccionario de la lengua española (21a ed.).

• CLAVE. (2000). Diccionario de uso del español actual (4ta ed.).

• Nuñez, R; Pérez, F. (1994). Diccionario del habla actual de Venezuela. Venezolanismos, voces indígenas, nuevas acepciones. UCAB.

• Corominas, J. (3ra.). (1987). Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana. Gredos, S. A.

• Wells et. al (1964). Gran Enciclopedia del Mundo. DURVAN, S. A. de Ediciones.

• AA. VV. (1965). Monitor. Enciclopedia salvat para todos. Salvat, S. A. de Ediciones.

• ABC.ES. (09 de septiembre de 2015). ¿Cómo nacieron los signos de puntuación?

Diseño:

  • Photoshop CS6

Recursos gráficos:

Lupa.

Libro.

Estantería de libros.

Pergamino.

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