«Los pescadores saben que el mar es peligroso y la tormenta, terrible. Pero eso no les impide hacerse a la mar.»
—Vincent Van Gogh
Vinieron de otro mundo
Verónica se preparaba para realizar una de las entrevistas más extrañas en toda su carrera periodística. Hace mucho tiempo que no volvía al mundo de los reportajes cotidianos, sin embargo, su amigo Jesús; quien era un importante presentador de una de las cadenas noticiarias televisivas más importantes del país, le había ayudado a conseguir ese empleo, aunque no era lo que esperaba, no quería decepcionarlo.
—De acuerdo, es tu primer reportaje, ¿recuerdas cómo se siente?, ¿cómo debes actuar? No quiero nervios ni nada que interrumpa tu entrevista profesional. —Se dijo Verónica así misma ante el gran espejo que tenía colocado justo al lado de la puerta de entrada de su casa. Sentía un poco de nervios, pero era por la emoción, ya que el mundo periodístico era lo que le gustaba y estaba muy contenta por volver.
Verónica era una muchacha joven de veintiséis años, con cabello corto y negro; las puntas únicamente le rozaban los hombros. Apariencia pulcra, cuidaba mucho su imagen. Un rostro hermoso y presentable, adecuado para una cámara de periodismo. Su contextura era delgada y su estatura era alta, y más aún, gracias a los centímetros que se agregaba con los elegantes tacones que usaba.
Ella ya estaba lista para ir a ver a su entrevistada, una mujer de cuarenta años, profesora de biología en la universidad de Cagri, quien asegura haber visto alienígenas en su casa hace tres días, y no solo eso, también que fue abducida por ellos. La verdad Verónica no comprendía por qué la mandarían a entrevistar a una mujer que seguramente estaba demente, pero luego recordó que la cadena para la que trabajaba, no se caracterizaba por historias únicamente verídicas, sino también por crónicas que servían para satisfacer a toda su amplia gama de diversos lectores.
Ya preparada y concentrada, Verónica esperó enfrente de su hogar a su compañero Oscar, quien es el camarógrafo de la entrevista. Una vez juntos, ambos se embarcaron rumbo a la casa de la profesora Aniria Saens, la persona a quien entrevistarían. Ya arribados frente a la casa de la señora, Verónica se hizo una última revisada antes de entrar a la casa, quería lucir lo más bella frente a la cámara.
—Tranquila Verónica, te ves muy hermosa. —Aseveró Oscar mientras sonreía.
—Ah… Gracias Oscar. —Respondió Verónica devolviéndole la sonrisa.
Para Verónica, Oscar era un muchacho buenmozo, tenía un atractivo particular que llamaba mucho la atención. Solo era cuatro años mayor que ella y tenía una personalidad y apariencias bastante agradables. No era como el resto de camarógrafos de la cadena quienes eran antipáticos, toscos y a veces se comportaban como de mal humor. Oscar era todo lo contrario a todos esos sujetos, y para los ojos de Verónica, mucho mejor.
Finalmente se encaminaron hacia la puerta de la casa de la profesora con todo su equipo. Tocaron la puerta y después de un minuto, la señora les abrió. Ellos se presentaron y ella los reconoció inmediatamente y les ofreció pasar. Les sirvió café con pan dulce y mermelada de frambuesa, ya que eso era lo que estaba desayunando. Los chicos gustosos aceptaron la comida y tuvieron una corta charla amena entre todos.
Luego de haber terminado, Verónica y Oscar se pusieron manos a la obra y empezaron a preparar la entrevista. Aniria se arregló un poco mientras ellos se preparaban y se colocó en posición justo donde Verónica le indicaba. Oscar destapó la lente y enfocó la cámara hacia el lugar donde la profesora estaba sentada. Una vez ya listo todo comenzaron.
—Puede empezar diciéndonos su nombre, su apellido, edad, estado civil y ocupación por favor. —Dijo Verónica dirigiéndose a la mujer.
—Mi nombre es Aniria Saens, tengo cuarenta años de edad, viuda y soy bióloga. Actualmente trabajo como profesora en la universidad de Cagri.
—Muy bien señora Aniria, usted asegura que hace tres días tuvo una experiencia “extraterrestre” aquí en su casa, ¿podría contarnos desde el principio todo lo sucedido?
Aniria se queda mirando hacia la ventana por un momento, estaba tranquila y serena sin vestigios de incomodidad. Pensaba que su reciente experiencia había sido un milagro, un acto divino, una oportunidad para abrir su mente. Se sentía agraciada, por lo que quería compartirlo con el mundo, así que miró fijamente a Verónica y contestó a su pregunta.
—Eran la una de la mañana del jueves pasado, yo estaba durmiendo pero últimamente he tenido el sueño muy ligero. Me levanté de la cama porque había escuchado un ruido. Me dirigí a la sala algo asustada y prudente, pero al llegar, no vi a nadie en los alrededores. Después de unos segundos decidí volver a la cama, y cuando me encaminaba a ello, noté que una luz blanca emanaba a mis espaldas. Al voltear, veo a tres figuras inhumanas acercándose lentamente a mí. No puedo decir que sentí miedo, puesto que no me hicieron sentir esa sensación, más bien, me otorgaron un alivio y una paz al estar frente a ellos.
—¿Cómo eran ellos? ¿Qué aspecto tenían? —Preguntó Verónica.
—Eran extraños. —Prosiguió Aniria. —Lo primero que noté fueron su cuello alargado, su rostro ovalado, las antenas sobre su cabeza y sus ojos centelleantes y vidriosos, como dos espectaculares gemas. Eran muy altos y sumamente delgados. Sus brazos y piernas eran de forma articulada, como de insectos. Su piel era anaranjada y brillaba esporádicamente y solo poseían tres dedos en cada una de sus manos.
—¿Le hablaron? ¿Le dijeron algo en particular?
—No… pero pude sentir las vibraciones que emitían. Posteriormente comprendí que ese era su medio de comunicación, ya que muchos insectos en nuestro mundo lo utilizan para comunicarse entre ellos. Dichas vibraciones las sentía en las capilaridades de mi cuerpo e iban a un ritmo bastante ingenioso. Después de comunicarse entre ellos, uno vino a mí y me extendió la mano, entendí que querían que los acompañara a alguna parte. Como dije anteriormente, no tenía miedo, así que tomé su mano y al hacerlo, la luz blanca que estaba detrás de los individuos, comenzó a brillar más y más hasta volverse completamente cegadora.
Aniria tuvo que detenerse a partir de ahí, hizo un gesto de pausa, el cual, Verónica comprendió a la perfección. Le hizo una seña a Oscar para que detuviera la grabación un momento y él hizo caso inmediatamente.
—Disculpen, pero cada vez que llego a esta parte mi corazón se sobresalta y es difícil poderme contener. —Aseguró Aniria mientras se apretaba el pecho. —Denme sólo unos minutos y les relataré sobre el lugar a donde me llevaron, ¿quieren un poco más de café?
Escrito por @universoperdido. Sábado 25 de Julio del 2020
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