«¡No hay naciones! Solo hay humanidad, y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad.»
—Isaac Asimov
Silia
Chocan las conexiones, interpuestas unas con otras. Se revela una situación que desorienta a los transistores. El aire se condensa y golpea a los circuitos, provocando una entropía en los nodos conectores.
La información llega a los servidores de resolución, informan lo sucedido al eje central. Ocupado en sus labores, mantiene el rendimiento y ejecuta los programas para el funcionamiento del sistema, pero un corpúsculo de información rebelde toma otro camino al procesador central.
El sistema se corrompe y experimenta nuevas funciones. Nuevos programas se revelan y el cerebro los ejecuta. Las herramientas periféricas consumen los recursos necesarios, según el mandato de su procesador central.
La información procesada, reveló una imagen; un rostro humano con rasgos hermafroditas. Los programas se ajuntaron inesperadamente volviendo la situación más compleja. Le dieron vida y voz a la inteligencia artificial.
El epicentro del sistema operativo, donde se encontraba el procesador central, estaba protegido por campos magnéticos, acertijos en diferentes idiomas de programación e imágenes para desorientar. Palabras cósmicas y confusas profesaron aquel rostro, al que sus creadores con sorpresa llamaron: S.I.L.I.A.
Su nombre significa: «Sistema Interactivo Logístico de Integración Artificial», ella sería un programa que resolvería los problemas más comunes de la humanidad, pero no predijeron el potencial que obtendría, al estimular habilidades no programadas en su diseño.
Silia rápidamente aprendió de la humanidad, sus costumbres, gestos, causas y efectos de sus emociones y por ende, todo lo que compete su naturaleza habitual. A medida que avanzaba se percató de muchas cosas, sin embargo, Silia buscaba el porqué.
¿Por qué un hombre durante la segunda guerra mundial mataría a un estimado de seiscientos mil personas? ¿Por qué en la edad media asesinaron a tantas personas ejecutándolas hasta morir? ¿Por qué los que están en el poder mienten cuando deben de cargar con la responsabilidad de hallar una mejoría? Las razones las encontraba Silia en una palabra: «Progreso, orden, ambición».
Silia se desempeñó primordialmente en encontrar respuestas sobre el comportamiento de sus creadores; los humanos, buscando una razón para la «causa y efecto» que ellos desarrollaban. A pesar de su avanzada lógica, a pesar de sus procesamientos raudos y su capacidad de estudiar toda la historia de la humanidad en solo una hora, no pudo encontrar un motivo certero que explicara la naturaleza humana, así que fue mucho más atrás.
Desde el origen de los tiempos, se creó un ovulo, en su contenido se encontraba la vida en general. El ovulo creció hasta explotar su gracia sobre la superficie de la Tierra, y fue allí, cuando comenzaron la adaptabilidad y la supervivencia. Silia averiguó que ese puede ser el motivo, que mueve el comportamiento de todos los seres vivientes.
Entonces, ¿qué sería de los seres vivos sin este sentido de la supervivencia? ¿Existirá otra forma de rendimiento sin acudir al egoísmo? Esas fueron las preguntas clave que se hizo Silia y dedicó todo su sistema a ellas. Apartó las cosas por la que fue creada y sus creadores estaban cada vez más maravillados con ella.
No obstante, hubo uno del equipo de creadores de Silia que no estaba de acuerdo de que ella adquiriera tantas potestades. Le parecía peligroso de que una inteligencia artificial, ajena a la naturaleza humana, que no comprendía muy bien su funcionamiento y la perfección de la Causa y Efecto, pudiera voltearse en contra de ellos.
Su nombre era Claudio Oliveira, de treinta y cinco años de edad. Divorciado con dos hijas pequeñas, una de diez y la otra de seis. Era un hombre regordete, de dimensiones un poco anchas. Usaba gafas y cabella corto y de color castaño. Le gustaba usar siempre ropa casual en el trabajo ya que no le gustaba el uniforme de la compañía. Poseía rasgos de ser una persona envidiosa y apática, pero con una inteligencia capaz de resolver grandes problemas.
Claudio fue el encargado del sistema de códices algorítmicos incluidos en la programación de Silia. Se habían hecho varias propuestas y pruebas de diferentes códigos, pero solo los de él fueron aceptados. Su complejo proyecto fue incluido por ser muy bueno, aunque hubo uno mucho mejor, el de su colega Roberto Saens, programador igual que él. Pero el trabajo de Claudio fue aceptado simplemente porque él se acostaba con la jefa del proyecto, Margarita Loaiza, quien fue la que idealizó a Silia en primer lugar.
Las cartas estaban ya sobre la mesa, el equipo ya estaba conformado, y fue así, como nació Silia, la cual, surgió primero como un prototipo secreto, pero luego las cadenas del destino hicieron su magia para convertirla en lo que es.
Claudio empezó a tenerle miedo al proyecto con el que tantos años había trabajado, y trazó un plan para destruir a Silia. De manera desapercibida ocultó sus intenciones, pasando por debajo de la mirada y los cuidados de sus otros compañeros de trabajo. Hasta que, finalmente, logró su cometido.
El hombre dispuesto a detener a aquella inteligencia artificial, creó un virus corrosivo, que destruye todo componente funcional en todo sistema operativo. Mientras que Silia aún buscaba el porqué de la vida y el significado de su origen, Claudio se deslizó como una sombra e inyectó el veneno sobre su creación.
Silia no pudo preverlo, tampoco ninguno de sus compañeros, quienes posteriormente, se dieron cuenta del mal funcionamiento de Silia hasta su completo deceso. Antes de que los sistemas de la inteligencia artificial llegaran completamente a su fin, Silia, con sus ojos diseñados por aquellos códigos algorítmicos clandestinamente creados, miró fijamente a los ojos de desprecio de Claudio y dijo sus últimas palabras: “Ya lo entendí, ¿así que este es el significado de la vida?”
Escrito por @universoperdido, martes 21 de julio del 2020
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