VERSIÓN EN ESPAÑOL
Tentaculos
La bitácora de Ernesto es formulada con elementos dominantes de nostalgia. La añoranza se ha vuelto pesada en el altamar, como las ilusorias tormentas que cada noche vislumbra en sus desvaríos. El timón obedece sin titubear a su enajenado dueño, y aunque ha perdido su rumbo sin saberlo, es un guerrero firme, capaz de enfrentar a las adversidades más difíciles.
Ernesto se lanzó al mar por una injusticia; el padre de la mujer a quien ama fue asesinado por una villanía desconocida. La gente comenta que se trató de una deuda, que al final, saldó con su muerte. Helena, su hija, y la mujer que tiene en sus manos el corazón de Ernesto, decidió buscar la venganza por su cuenta, pero su amado postuló otra idea, algo con lo que lograrían obtener el beneficio definitivo.
La idea fue una apuesta, que consistía en que Ernesto cruzaría el altamar y luego volvería en tan solo tres meses. La gente no lo creyó, pensaron que el hombre solo quería suicidarse, pero el rostro de Ernesto presentaba fiera intensidad, y cualquiera que se atreviera a vislumbrarlo recibiría con arrullo el fuego que estaba encendido en su alma.
Helena no estaba de acuerdo, pero las palabras de confianza de Ernesto terminaron de convencerla pero no del todo. Antes de partir, se dieron un último beso, Ernesto sujetó los cabellos dorados de Helena con suavidad, y luego besó su rostro lleno de melancolía con la promesa de que volvería lo más pronto posible. Los ojos color avellana de Helena comenzaron a desbordarse en lágrimas, mientras una daga de angustia se insertaba poco a poco en su pecho.
Ernesto partió en un barco de madera semi malgastada, llevándose consigo las plegarias de las personas que deseaban que volviera con bien. No hubo anhelo más imperante que el de Helena de que regresara con vida, y eso era un veneno que paulatinamente la mataba. Pasaron tres semanas desde entonces y Ernesto ya estaba asediado por la locura. Era un cuerpo abandonado, magullado, cedido a la ilusión y a toda manifestación de engaño.
Las ilaciones de su demencia adquirida comenzaron gradualmente a volverse más violentas, hasta que llegó el momento en que el placer tomó su papel en el determinado acto.
Las vertientes del barco, fueron visitadas por una exótica desconocida; una manifestación de la fantasía, proveniente de las profundidades del mar. Tan hermosa y extraña, como las maravillas que abundan en los territorios abisales del reino de Poseidón. Mitad mujer regordeta y mitad pulpo, para los ojos de Ernesto, aquella criatura mitológica era tan real como el tacto de sus manos, pero ciertamente era una ilusión en la que caería por completo.
Su rostro era hermoso, con ojos azules zafiros fijos, enormes y penetrantes, muy parecidos a dos gemas. Sus pómulos redondos y nariz ovalada hacían un acorde unánime con sus labios carnosos. Su cabello era rojo como el fuego, al igual que el resto de su cuerpo de cefalópodo. Ostentaba fogosa pasión licenciosa, seductora lujuria e inteligencia rapaz, esa combinación extraordinaria fue suficiente para dopar por completo a Ernesto.
Los tentáculos de la desconocida criatura, comenzaron a posarse y a tantear con delicadeza el cuerpo musculoso del pobre Ernesto, quien se encontraba absuelto de toda voluntad y sentido común. Olvidó por completo la promesa, a su amada Helena, incluso el motivo de porque a veces pasaba noches en vela en un lugar desconocido en medio del mar.
Su mente se hizo añicos y sus defensas se derrumbaron. A medida de que se entregaba a aquel placer mortífero, los tentáculos comenzaron a rodear todo su cuerpo y en un parpadeo, lo apretaron con fuerza, desvaneciéndose hacia un umbral sin retornos; la muerte.
Ernesto fue arrastrado al vacío, ¿o él mismo fue voluntariamente? De cualquier forma, esos seductores tentáculos jamás lo soltaron, y el anhelo de esperanza de Helena se ahogó junto con él, siendo también víctima de los traidores tentáculos que posteriormente, trajeron su perdición.
ENGLISH VERSION
Tentacles
Ernesto's blog is formulated with dominant elements of nostalgia. Nostalgia has become heavy on the high seas, like the illusory storms that he glimpses every night in his ravings. The rudder obeys without hesitation its alienated owner, and although he has lost his way without knowing it, he is a firm warrior, capable of facing the most difficult adversities.
Ernesto threw himself into the sea because of an injustice; the father of the woman he loves was killed by an unknown villainy. People comment that it was a debt, which in the end, was paid with his death. Helena, his daughter, and the woman who holds Ernesto's heart in her hands, decided to seek revenge on her own, but her beloved postulated another idea, something with which they would manage to obtain the ultimate benefit.
The idea was a gamble, which consisted in Ernesto crossing the sea and then returning in just three months. People didn't believe it, they thought the man just wanted to kill himself, but Ernesto's face had a fierce intensity, and anyone who dared to glimpse it would receive the fire that was lit in his soul with a lullaby.
Helena did not agree, but Ernesto's words of confidence convinced her, but not entirely. Before they left, they gave each other a last kiss, Ernesto held Helena's golden hair softly, and then kissed her face full of melancholy with the promise that he would return as soon as possible. Helena's hazelnut eyes began to burst into tears, as a dagger of anguish was slowly thrust into her chest.
Ernesto left on a half-worn wooden boat, taking with him the prayers of the people who wished him well. There was no greater wish than Helena's for him to return alive, and that was a poison that was gradually killing her. Three weeks passed and Ernesto was already besieged by madness. It was an abandoned body, bruised, given over to illusion and all manifestations of deception.
The illusions of his acquired dementia gradually began to become more violent, until the moment came when pleasure took its place in the given act.
The slopes of the ship were visited by an unknown exotic; a manifestation of fantasy, coming from the depths of the sea. As beautiful and strange, as the wonders that abound in the abyssal territories of Poseidon's kingdom. Half chubby woman and half octopus, to Ernest's eyes, that mythological creature was as real as the touch of his hands, but it was certainly an illusion into which he would fall completely.
Her face was beautiful, with fixed sapphire blue eyes, enormous and penetrating, very similar to two gems. Her round cheekbones and oval nose made a unanimous chord with her fleshy lips. Her hair was fire-red, like the rest of her cephalopod body. He had a fiery, licentious passion, seductive lust, and rapacious intelligence, and that extraordinary combination was enough to completely doped Ernesto.
The tentacles of the unknown creature began to rest and delicately probing the muscular body of poor Ernesto, who was absolved of all will and common sense. He completely forgot the promise, to his beloved Helena, even the reason why he sometimes spent sleepless nights in an unknown place in the middle of the sea.
His mind was shattered and his defenses collapsed. As she gave herself to that deadly pleasure, the tentacles began to encircle her entire body and in the blink of an eye, they squeezed it tightly, fading away to a non-returnable threshold; death.
Ernesto was dragged into the void, or did he go voluntarily? Either way, those seductive tentacles never let go of him, and Helena's longing for hope was drowned along with him, being also a victim of the treacherous tentacles that later brought about his downfall.