“Consigue la brújula y la niña, viva o muerta”. El sonido de violentos gemidos de caballos me despertó abruptamente. Miré a través de mi tienda y mi corazón saltó un poco. Conocí a un grupo de cazarrecompensas cuando vi uno. Todos vestidos con un shemagh negro. Tenían cuchillos y cuchillas adheridos a los costados de sus pantalones harén. “¿Qué quieren los cazarrecompensas de mí? ¡Yo! Y menos la brújula”.
Rápidamente, agarré las pequeñas pertenencias que me importaban, incluida la brújula en una bolsa y atravesé la parte trasera de la tienda. Akiya dormía tan pacíficamente bajo el cielo oscuro. Tan frío como era en la noche del desierto, su cuerpo se sentía cálido y tierno. Suavemente la froté hasta que sus ojos cobraron vida. "Chica fácil. Fácil".
Me encantó su perspicacia. Siempre sentí que en el fondo, ella tenía un alma y sin palabras, teníamos una conexión más profunda de la que jamás había compartido con ningún ser humano. Sabía que era hora de irse. Silenciosa pero apresuradamente, me dejó montarla.
El sonido de los cascos de Akiya corriendo en la noche comenzó a delatarnos. “Ella se está escapando. Aqui. Vinieron tras nosotros con todo lo que tenían. Miré hacia atrás y pude ver el terror en sus ojos mientras azotaban el trasero de sus caballos. Un escalofrío me recorrió la espalda. No sabía a dónde me dirigía en el vasto desierto, pero confiaba en que Akiya me llevaría. “Vamos niña, vamos”. Me incliné sobre su espalda y susurré.
Cortinas de polvo envolvieron el aire. Los seis hombres se movían como sombras y sus caballos eran intrépidos. Mis ojos comenzaron a picar cuando me quité mechones de cabello de la cara. “¿Qué querría alguien de mí y por qué la brújula”?
Fue algo que mi padre me legó en su lecho de muerte. Era un explorador. Un grande de su tiempo. Había venido al desierto de Dtargnan años atrás en busca de un oasis. Un oasis misterioso al que solo conducía la brújula. La brújula era única en su clase. Mágico, dijo. Sin embargo, nunca llevó a mi padre a ninguna parte porque nunca funcionó. “Tal vez no merezco el oasis. La brújula solo conducirá a un corazón desesperado e indefenso a su oasis. Sabes, no estoy desesperado e indefenso porque te tengo a ti”. Me frotaba la frente con cariño y sonreía.
Pronto concluí la historia del oasis un mito y la brújula, nada extraordinario. Pero era lo único que me mantenía cerca de mi padre. Después de su muerte, no pude obligarme a dejar el desierto.
Miré hacia atrás otra vez y se estaban acercando a mí. Iban a ponerse al día en cualquier momento. Tiré de la silla con más fuerza, pero Akiya no podía hacer mucho. Estaba siendo injusto con ella. Apreté la brújula de mi padre contra mi pecho. Lo extrañaba mucho. Él nos habría salvado de alguna manera. Cerré los ojos y se me cayó una lágrima. Aterrizó en la brújula y el puntero comenzó a parpadear.
Inmediatamente, sentí una brisa fría recorrer mi cuerpo. Mis ojos se abrieron y como en trance, fui conducido a este espacio. Fue como si hubiera hecho la transición a otro mundo. Me encontré en medio de la escena más impresionante. Era un oasis. el oasis Había un pozo de agua azul como el cielo y tranquilo con charcos suaves que serenataban. Las palmeras más altas que jamás había visto rodeaban el pozo. Los pájaros cantaban, el viento cantaba y el aire olía fresco y crujiente. Sentí paz y en un abrir y cerrar de ojos, mi miedo se desvaneció.
"¿Dónde está la niña, adónde fue?" Volví a mirar a mis perseguidores. Estaban perplejos. Los caballos se detuvieron chirriando. Podía verlos pero claramente, había desaparecido ante sus propios ojos.
Lentamente me bajé de Akiya. Miré la brújula de mi padre. “Eres extraordinario y yo estaba desesperado e indefenso”. Apoyé la cabeza suavemente en el mechón de Akiya. “Vamos chica. Ahora estamos a salvo”. susurré mientras la guiaba hacia el pozo.
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“Get the compass and the girl, dead or alive”. The sound of violent whining of horses woke me up abruptly. I looked through my tent and my heart skipped a bit. I knew a group of bounty hunters when I saw one. All dressed in a black shemagh. They had knives and blades attached to the sides of their harem pants. “What do the bounty hunters want from me? Me! Least of all, the compass”.
Quickly, I grabbed what little belongings that mattered to me including the compass in a bag and tore through the back of the tent. Akiya was sleeping so peacefully beneath the dark sky. As chill as it was in the desert night, her body felt warm and tender. Gently I rubbed on her until her eyes came to life. “Easy girl. Easy”.
I loved her perceptiveness. It always felt like deep down, she had a soul and without words, we had a deeper connection than I had ever shared with any human. She knew it was time to go. Quietly yet hastily, she let me mount her.
The sound of Akiya’s hooves sprint into the night began to give us away. “She is getting away. Over here. They came after us with all they had. I looked back and I could see the terror in their eyes as they lashed their horses’ behind. A shiver ran down my spine. I didn't know where I was headed in the vast desert but I trusted Akiya to take me. “C'mon girl, c’mon”. I leaned in on her back and whispered.
Screens of dust engulfed the air. The six men moved like shadows and their horses were dauntless. My eyes began to sting as I cleared strands of hair from my face. “What would anyone ever want from me and why the compass”?
It was something my father bequeathed to me on his death bed. He was an explorer. A great one of his time. He had come to the Dtargnan desert years ago in search of an oasis. A mysterious oasis that only the compass led to. The compass was one of its kind. Magical, he said. However, it never led my father anywhere because it never worked. “Maybe I'm not deserving of the oasis. The compass will only lead a desperate helpless heart to its oasis. You know, I'm not desperate and helpless because I have you”. He would rub my forehead affectionately and smile.
Soon I concluded the story of the oasis a myth and the compass, nothing extraordinary. But it was the only thing that kept me close to my father. After his death, I couldn't get myself to leave the desert.
I looked back again and they were closing in on me. They were going to catch up any minute. I pulled the saddle harder but there was only so much Akiya could do. I was being unfair to her. I clutched my fathers compass to my chest. I missed him dearly. He would have saved us somehow. I closed my eyes and a tear dropped. It landed on the compass and the pointer began to flicker.
Immediately, I felt a cold breeze sweep through my body. My eyes opened and like trance, I was ushered into this space. It was like I transitioned into another world. I found myself in the middle of the most breathtaking scene. It was an oasis. The oasis. There was a well of water blue like the sky and calm with soft serenading puddles. The tallest palms I had ever seen surrounded the well. Birds chirped, the wind sang and the air smelt fresh and crisp. I felt peace and within the blink of an eye, my fear vanished.
“Where is the girl, where did she go?” I looked back at my pursuers. They were perplexed. The horses came to a screeching halt. I could see them but clearly, I had disappeared before their very eyes.
Slowly I climbed off Akiya. I looked at my father's compass. “You are extraordinary and I was desperate and helpless”. I rested my head gently on Akiya’s forelock. “C’mon girl. We are safe now”. I whispered as I led her down to the well.
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