Los escucho susurrando mientras paso, ya es habitual, pero hace tiempo que he decidido ignorarlos. Eso les da más de que hablar: "mírala, ni saluda, se cree superior...". Sí, quizá en el fondo es un poco así, pero ¿cómo no hacerlo? Ellos se empeñan en juzgar a todo el mundo, incluso criticarlos por lo que ellos consideran pecados, sin darse cuenta de que, de ser así, tienen plaza reservada en el mismo infierno del que hablan. A veces me pregunto si tendrán noción de las vidas que han destruido sus ligeros juicios, aunque seguramente no.
Ya no soy la niña que se encerraba en el baño a llorar, que dudaba de sí misma por culpa de lo que dijeran de ella. Pero aún me da rabia que me juzguen sin conocerme, ¿qué sabrán ellos de mí y de mis circunstancias? No, las circunstancias no importan, nadie tiene derecho a juzgarme, a mí ni a nadie más y eso lo que no debemos olvidar.
Ellos creen que no los escucho porque siempre llevo los audífonos puestos, lo que no saben es que el izquierdo se dañó hace tiempo. Quiero gritarles por inventar historias sobre la chica nueva, pero eso solo empeoraría las cosas, les daría más de que hablar; por eso es mejor si hablo con ella y la enseño a decir: ¡Basta!
Imágenes de mi autoría tomadas con teléfono Redmi 9a