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¿Qué es el amor sin un buen plato de comida? Se nos mete por los ojos y nos cruza en la mirada. Así mismo como el amor, donde se vuelve obligatorio comer, se vuelve obligatorio amar. Pero resulta que muchas veces no escogemos a quien amar, es simplemente el que más ojitos te hace.
Con el estomago pegado a la columna quien no se enamoraría de aquel platónico plato, lleno de cosas sabrosas que hacían ruido al caer en mi estomago. Lo peor es que después de acabado el contenido del plato el amor se iría volando alcanzado solo por la necesidad de seguir sentirse amado.
Me consuela haber sido un platónico almuerzo de algunos instantes, digeridos y luego expulsados como si no fueran nada, solo la salida a una situación apremiante.
¿Qué esperaba yo? Un cásate conmigo con solo el cobijo de un almuerzo otorgado. Ésta manía que tengo de enamorarme de todo por el simple sonido de un tenedor ambulante. La próxima vez por lo menos que espere el postre de quesillo, para mirar el brillo en sus ojos del azúcar enmascarado de suave néctar entre sus labios.
Es así como espero cada día atrapar algún hombre con un platónico almuerzo.
