Mi mundo, el Yoga. Más que una práctica, un estilo de vida.

Mi mundo, el Yoga. Más que una práctica, un estilo de vida.

El Yoga no solo nos brinda la oportunidad de conectarnos con nuestro cuerpo, si ponemos atención también nos invita a profundizar en lo que nuestra alma y nuestro corazón necesitan.

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Por allá en el 2012, aproximadamente, comenzó esta aventura, mis inquietudes por el teatro físico me llevaron a explorar nuevos terrenos que, en teoría, me ayudarían a obtener herramientas para conocer y manejar más conscientemente mi cuerpo. Así empecé a incursionar en la danza contemporánea y llegué al mundo del Yoga, y aunque se supone que sólo serían espacios para adquirir nuevas habilidades, poco a poco se convirtieron en los pilares fundamentales de mi vida.

Una de las cosas más impactantes para mí fue encontrarme en un salón con un grupo de señoras mayores (el horario libre entre mis clases coincidía con el horario en el que asistían ellas). Ver cómo éstas personas fluían perfectamente en una especie de coreografía, a pesar de que cada una se movía distinto, a su ritmo, con sus limitaciones, pero conectadas energéticamente con algo que vibraba dentro de ellas, honestamente me cautivó, me hizo sentir que estaba en un lugar enigmático, lleno de cosas por descubrir.

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En este espacio siempre he conseguido la manera de poner a prueba mis limitaciones físicas, mentales y emocionales, agradeciendo cada proceso dentro y fuera del mat.

Aligerando la carga.

Al comenzar cada práctica, la instructora siempre nos regalaba algunas palabras: para introducirnos a ese nuevo espacio, para guiaros en la intención del día, para conectarnos con el momento presente o simplemente para compartir anécdotas que enriquecerían lo que vendría más adelante. Al escucharla hablar de: ego, comparaciones, paciencia con los procesos individuales, venían a mi un sin fin de preguntas, que luego, como parte de ese sentir enigmático, serían respondidas sobre el mat.

Casi todos los seres humanos, solemos compararnos con el vecino, nuestros logros, nuestras capacidades, todo lo que hacemos parece estar siempre en constante competencia con los otros y en carrera contra el tiempo. Y es justo aquí donde encontramos la primera carga que debemos soltar: las comparaciones, entender que cada cuerpo es distinto, anatómica y mecánicamente, es uno de los primeros niveles que debemos desbloquear para no salir frustrados de la práctica.

En una de esas primeras sesiones, casi al final debíamos realizar la postura de Sirsasana (parada de cabeza), el grupo de señoras que menciono al principio se dispuso con toda serenidad a realizar su postura invertida, nuevamente cada una a su ritmo y con sus limitaciones hicieron lo que sus cuerpos les permitía, yo me encontraba asombrada, porque no podía hacer ni siquiera la postura de preparación, por mi mente sólo pasaba una pregunta ¿cómo pueden esas señoras hacer esto y yo no?, detenerme a pensar en el tiempo que a ellas les había tomado lograr esa postura y que yo no podía pretender correr antes que caminar fue algo que vino mucho tiempo después y que aún hoy sigue siendo un trabajo en proceso.

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Soltando el ego.

No hay otra razón por la cual estemos en esa constante comparación que por nuestro ego, siempre forzándonos a lograr más, a hacer más, a ser mejor que el otro, a lograr todo en menos tiempo sin importar lo que eso conlleve. Al hacerme esa pregunta, era mi ego quien hablaba, era el ego diciéndome: tú, joven, delgada, fuerte, llena de vida, ¿cómo no puedes hacer una parada de cabeza?; si esas señoras lo hacen tú deberías poder; tal vez esto no es lo tuyo; deberías dejarlo. Y quién sabe qué otra cantidad de cosas podría decirnos el ego al oído para auto sabotearnos.

Ese es, sin duda, en lo que a mi respecta, el nivel más difícil de desbloquear, porque no sólo luchas contra tus limitaciones físicas (que pueden ser pasajeras porque con la práctica pueden ir desapareciendo), también debes enfrentarte a tus complejos, a tus miedos, a tus prejuicios, a tus bloqueos mentales y emocionales, a tu inflexibilidad y resistencia a los cambios, es decir, a todo lo que no te permite avanzar y desarrollarte en la vida.

Es por ello que debemos mantenernos atentos, si deseamos realmente emprender este viaje, abrirnos, expandir nuestro pensamiento es necesario, no sólo sobre el mat en la práctica física, sino en todo lo que hacemos a diario, para conectar nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestras emociones que es finalmente lo que busca el Yoga.

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Ríndete, honra tu proceso.

Una vez haces consciente lo anterior, comienza el trabajo arduo, llevamos la mirada hacia adentro, tu cuerpo y tu mente empiezan a converger, mientras más flexible se vuelve tu cuerpo, más flexible se vuelve tu mente, mientras más firme se vuelve tu cuerpo, más firmes se vuelven tus convicciones, mientras más fuerte se vuelve tu cuerpo, más fuerte se vuelve tu corazón y poco a poco todo parece recuperar un perfecto equilibrio.

No obstante, es importante mencionar que, como todo en la vida, el Yoga requiere de disciplina y entrega plena, y no me refiero a ser un obsesivo de la práctica que tiene que estar 24/7 sobre el mat, pero a medida que comenzamos a escuchar nuestro cuerpo y a adentrarnos en nuestras mentes será necesario mantenernos cada vez más abiertos, más vulnerables, más expuestos a lo que ese universo profundo tiene para decirnos.

Tener paciencia con nuestro propio proceso es la base de todo, rendirte y entregarte por completo a las necesidades de tu cuerpo va a ser la clave para que tus prácticas sean satisfactorias y beneficiosas para ti e incluso para quienes se encuentran cerca, puesto que cuando estamos bien, tranquilos, centrados, somos capaces de transmitir todo eso al entorno que nos rodea.

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El día es hoy y el momento es ahora.

No te juzgues, no te compares, escucha y comprende las necesidades de tu cuerpo, fluye en armonía con tus emociones, acéptalas y vívelas como se presenten, asume el reto de conectarte con quien realmente eres y con el máximo potencial de tus capacidades, hablate con amabilidad y agradece todos los días por poder sorprenderte logrando cosas nuevas, cosas que creías imposibles.

Recuerda que existen distintos tipos de Yoga, me aventuraria a decir que todos tenemos uno que se nos acomoda bien, sin embargo, si piensas que en definitiva esto no es lo tuyo ¡maravilloso! todo lo anterior también es aplicable fuera del mat, por eso el Yoga más allá de ser una práctica física es una forma de vida, porque no sólo nos invita a cambiar el exterior, modificando nuestros cuerpos, también nos exige cambiar lo que llevamos dentro transformándonos, evolucionando, siendo el cambio que queremos ver.

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Si aún no te has animado no lo pienses más, hoy más que nunca tenemos a nuestro alcance una infinidad de herramientas para emprender el viaje, solo basta con una buena disposición.

¡Namaste!

Gracias por acompañarme hasta el final, espero encontrarte en próximas entregas. Si tienes inquietudes, estoy al alcance de un click Ig: @soyandreapedron 📌

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