«Al escribir una novela, un escritor debe crear personas vivas; personas, no personajes. Un personaje es una caricatura.»
—Ernest Hemingway
Día 4
He realizado grandes avances beneficiosos a la sustancia que sustraje de aquel oasis. Ha respondido satisfactoriamente a los estimulantes que le he agregado para conseguir el resultado que yo quería. La savia de los árboles retorcidos son comestibles, ya que no solo contienen componentes de hidrógeno, sino que también poseen suplementos como vitaminas y proteínas lo suficientemente cargadas para mantener mi cuerpo en pie.
Tomé un trozo y me lo comí dentro de un plato, entre tanta preparación había quedado como una gelatina verdosa con aspecto desagradable. Su sabor era parecido al hierro, y este, para ser sinceros, era el componente más cargado de esta sustancia. Me la comí con mucho gusto, no por el sabor sino por el hambre, ya habían pasado horas desde que me quedé sin verdadero alimento.
Tengo que buscar la manera de salir de aquí, no puedo comer esta asquerosidad toda la vida, aunque me quitaba el hambre, mi paladar se volvía quisquilloso ya que definitivamente repelía el sabor. Decidí planificar una expedición al oasis puesto que no lo había explorado en su totalidad, quizás allí conseguiría más comida, con un mejor sabor y con una sensación mucho más agradable en mi boca.
Aunque para ser sinceros, estaba excelsamente dominado por el miedo a salir, no quería toparme nuevamente con alguna otra criatura hibrida en el camino. Tuve la suerte de toparme con solo una que no podía deambular en este medio ambiente lleno de arena y clima hostil. A lo mejor debido a ello, no había mucha actividad de vida en este ambiente tóxico.
Decidí realizar un estudio del lugar, y de ser posible movilizar la cápsula hacia otro entorno más agradable. Pero sabía que sería imposible, sino idealizaba primero un artefacto de transporte simple que me permitiera realizar dicho traslado. Empecé a aceptar el argumento de que quizás, era mejor estar en donde estoy, un ambiente que por su constante radiación cambiante, no era objeto habitable para criaturas peligrosas.
Salí un momento de la cápsula para mirar hacia el horizonte y sus deslumbrantes colores que se manifiestan como auroras destellantes. Las lágrimas no dejaban de brotar de mis ojos, porque pensaba en mi familia y en como deseaba estar con ellas en ese momento. Pensé en la muerte de mi padre que fue astronauta y el deceso tan terrible que tuvo. La nave de prueba en la que se transportó, ese día comenzó a presentar fallas en uno de los transistores que se comunicaban con las extremidades motoras. Tal parece que ese día no hubo una revisión previa por parte de los ingenieros encargados de la nave. El resultado fue una explosión mortal, puesto que la falla causó un cortocircuito entre los conectores liberando una explosión mortal.
Mi padre fue el único que murió ese día, hubo varios heridos con lacerantes heridas a las que se recuperaron con el tiempo. Yo era un niño de once años apenas, jugando con máquinas de juguete y androides de batalla de plástico. Recuerdo el día en que le llegó la noticia a mi madre y a mi abuelo. Mi madre tumbó la mitad de su cuerpo a la mesa y se puso a llorar. Mi abuelo por poco pierde la vida, ya que se encontraba delicado de la tensión y aquella noticia fue tan fuerte, que tuvimos que llevarlo al hospital de urgencias.
Cuando mi madre me contó lo que ocurrió, mi reacción no era precisamente la que ella esperaba. Si lloré, pero no en alaridos y sollozos como ellos, al contrario, me contuve por completo y mis lágrimas salían solas de mis ojos. Busqué un lugar solo donde pudiese destilar mis pensamientos en silencio. Tenía uno de mis juguetes en mi mano, apretándolo con fuerza. Ese día le hice una promesa a mi padre, que seguiría el mismo lineamiento hasta seguir su sueño no concluido por causa del destino.
Fue por esa motivación que me convertí en ingeniero y entré a trabajar a la corporación ASTRA. No quería convertirme en astronauta, pero la curiosidad siempre me envolvía y me encaminaba a los territorios de ese oficio. Fue así como terminé adquiriendo interés por el proyecto del ingeniero Salcedo, quien fue el que construyó los transbordadores. En teoría estas máquinas tienen la capacidad de transportar un objeto desde un punto base hacia un punto extraterreno de nuestra dimensión.
Yo pensaba que solamente era eso, una teoría, sin embargo no pude equivocarme de la manera más torpe e insensata. Activé la máquina y fue así como terminé aquí, en un planeta aislado plagado de bichos gigantes con forma de reptiles. Aún desconozco el motivo de exploración hacia estos planetas con radiaciones inestables, pero juro que si llego a volver, no me inmiscuiré en los trabajos de Salcedo o de cualquier otro colega nunca más.
Planifiqué nuevamente la expedición hacia el oasis, quería llegar hacia el otro extremo ya que, por lo que pude vislumbrar, había otra serie de árboles y plantas que ostentaban una especie de fruto distinto. No puedo estar certero de que sean comestibles, a lo mejor sean ponzoñosos, pero con varios estudios que les haga será suficiente para averiguarlo.
Encendí el artefacto radial de nuevo, para ver si había detectado algún mensaje, pero aún nada. No obstante al dejarlo unos minutos encendido, noté que una de las luces parpadeaba, específicamente la luz azul, la cual, es la que advierte que anteriormente hubo actividad de intercepción a las señales que yo emitía. No pude sentirme más contento, eso quiere decir que alguien en la corporación ASTRA había encontrado mis señales.
Estuve contento solo por un rato, porque mensaje como tal no recibí, solo estática y un espectro de baja frecuencia que se ofuscaba con mucha actividad electromagnética. Decidí cancelar mi expedición y concentrarme en la radio totalmente, si ya en ASTRA recibieron mi señal, no faltará mucho para puedan comunicarse conmigo.
Escrito por @universoperdido. Lunes 27 de Julio del 2020.
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