El mar tiene un encanto propio. Es capaz de calmar cualquier alma en pena, de relajar la mente y brindar cierto placer y serenidad a quienes lo contemplan y escuchan.
Cada ola tiene magia, sus sonidos son sanadores e inspiradores. Recuerdo la paz que sentí al sentarme en sus orillas solo por unos instantes. Es una magia que sana.