English
It was pouring rain in the city, which created a somewhat sad atmosphere that enveloped the small bar where Cristal and Esteban used to meet. The dim lights of the place illuminated their faces, but their eyes, those so-called mirrors of the soul, showed an accumulation of unexpressed feelings.
“Sometimes I'm afraid of the intensity with which their eyes look at me,” thought Cristal as she looked at her bottle of beer, her long nails making a soft tinkling sound against the glass. “Sometimes there are too many emotions through them and I'm afraid that some of them might not be as good as I'd like and hurt me.”
Esteban, with his hair slicked back and his elegant shirt, sat across from her. His gaze was deep, intense, as if trying to decipher her every thought.
—Do you want to go to our “house” this weekend?— he asked, his voice a whisper in the murmur of the bar.
Cristal felt somewhat uncomfortable and annoyed with his question. She took one of the strands of her curly hair and began to fiddle with it. She had long since begun to crave something more solid than the mere passionate encounters she kept on the sly with Esteban.
—Of course!— she answered, because deep down, accepting that invitation was an attempt to avoid the real elephant in the strange relationship she had with him.
The elephant, that silent monster they both ignored, symbolized the complicated relationship they had built over the years. An entitled friendship that had blossomed darkly, riddled with words that were never spoken. Cristal knew there was something much deeper and more intimate between them, something that kept them trapped in a cycle of ambiguity and needed to be resolved.
“I wish I could see through you” the girl longed, but the fear of spoiling what they already had kept her at a distance.
The bar, with its dark walls and the aroma of alchol everywhere, as if the air they breathed intoxicated them, became their usual refuge. But every time they sat there, the atmosphere became more tense, as if the elephant grew bigger every time they looked into each other's eyes.
“Why don't we ever talk about what we really feel,” Cristal wondered, as she watched Esteban try to divert his real thoughts to unimportant topics.
But a sudden impulse made the girl with beautiful honey-colored eyes decide to face the elephant.
—Esteban— she began, in a firm, determined voice.— Have you ever thought of becoming my partner?
The question hung in the air, like the eye of a hurricane that is slow to blow. Esteban blinked, and his expression went from surprise to confusion.
—What do you mean?— he answered, but Cristal could see the flash of terror in his eyes.— We're fine like this.
—I want there to be something more between us. I want to introduce you to my parents, to my friends, and for us to hold hands like a normal couple when we walk down the street— said Cristal, her heart pounding.
Silence fell between them, heavy and palpable. The elephant had been summoned, but they had not yet confronted it. Esteban looked away, his thoughts far from Cristal and that place.
—I think we should leave things as they are— he suggested, his voice barely a whisper.
Cristal felt her heart clench.
—I'm tired of this. I don't see any safe future with you— she replied, her voice full of determination.— Sometimes I'm afraid of how I feel about you; I don't know how far I'd be able to accept your wishes and ignore my own. I was not brought up to please others and forget about myself. I care a lot about you, but maybe I should stay away.
Esteban finally looked up, and in his eyes Cristal saw a storm of emotions: confusion, desire, fear.
—I don't know if I'm ready for this— he admitted, his voice cracking.— Something tells me to leave, but I want to stay.
The air between them grew electric.
—And if we try to have something more formal, little by little, without rushing.— Cristal suggested, feeling the elephant begin to fade. We can face the problems that may arise, together.
Esteban stared at her and, for a moment, time stood still. Finally, he nodded and a shy smile appeared on his lips.
—We should give it a try...
And so, in the midst of a torrential rain, Cristal and Esteban found the light they were looking for, ready to face their fears and make the elephant disappear.
Español
Llovía a cántaros en la ciudad, lo que creaba una atmósfera un tanto triste que envolvía el pequeño bar donde Cristal y Esteban solían reunirse. Las tenues luces del local iluminaban sus rostros, pero sus ojos, esos llamados espejos del alma, mostraban un cúmulo de sentimientos no expresados.
“A veces me da miedo la intensidad con la que me miran sus ojos,” pensó Cristal mientras miraba su botella de cerveza, sus largas uñas hacían un suave tintineo contra el cristal. “A veces hay demasiadas emociones a través de ellos y temo que algunas de ellas no sean todo lo buenas que me gustarían y me hagan daño.”
Esteban, con el pelo peinado hacia atrás y su elegante camisa, se sentó frente a ella. Su mirada era profunda, intensa, como si intentara descifrar todos sus pensamientos.
—¿Quieres ir a nuestra “casa” este fin de semana?— preguntó, su voz un susurro en el murmullo del bar.
Cristal se sintió algo incómoda y molesta con su pregunta. Tomó uno de los mechones de su pelo rizado y empezó a juguetear con él. Hacía tiempo que había empezado a desear algo más sólido que los meros encuentros pasionales que mantenía a escondidas con Esteban.
—¡Por supuesto!— respondió, porque en el fondo, aceptar aquella invitación era un intento de evitar el verdadero elefante en la extraña relación que mantenía con él.
El elefante, ese monstruo silencioso que ambos ignoraban, simbolizaba la complicada relación que habían construido a lo largo de los años. Una amistad con derecho que había florecido oscuramente, plagada de palabras que nunca se dijeron. Cristal sabía que había algo mucho más profundo e íntimo entre ellos, algo que los mantenía atrapados en un ciclo de ambigüedad y que necesitaba ser resuelto.
“Ojalá pudiera ver a través de ti” anhelaba la muchacha, pero el miedo a estropear lo que ya tenían la mantenía a distancia.
El bar, con sus paredes oscuras y el aroma a alchol por todas partes, como si el aire que respiraban les embriagara, se convirtió en su refugio habitual. Pero cada vez que se sentaban allí, el ambiente se volvía más tenso, como si el elefante se hiciera más grande cada vez que se miraban a los ojos.
“¿Por qué nunca hablamos de lo que realmente sentimos?” se preguntaba Cristal, mientras observaba cómo Esteban intentaba desviar sus verdaderos pensamientos hacia temas sin importancia.
Pero un repentino impulso hizo que la muchacha de hermosos ojos color miel decidiera encarar al elefante.
—Esteban— comenzó a decir, con voz decidida y firme— ¿Has pensado alguna vez en establecerte como mi pareja?
La pregunta quedó flotando en el aire, como el ojo de un huracán que tarda en soplar. Esteban parpadeó, y su expresión pasó de la sorpresa a la confusión.
—¿Qué quieres decir?— respondió, pero Cristal pudo ver el destello de terror en sus ojos.— Estamos bien así.
—Quiero que haya algo más entre nosotros. Quiero presentarte a mis padres, a mis amigas, y que nos tomemos de la mano como una pareja normal cuando vayamos por la calle— dijo Cristal, con el corazón latiéndole con fuerza.
El silencio se hizo entre ellos, pesado y palpable. El elefante había sido convocado, pero aún no lo habían enfrentado. Esteban apartó la mirada, sus pensamientos lejos de Cristal y de aquel lugar.
—Creo que deberíamos dejar las cosas como están— sugirió, su voz apenas un susurro.
Cristal sintió que se le apretaba el corazón.
—Estoy cansada de esto. No veo ningún futuro seguro contigo— respondió, con la voz llena de determinación.— A veces me da miedo lo que siento por ti; no sé hasta qué punto sería capaz de aceptar tus deseos e ignorar los míos. No me educaron para complacer a los demás y olvidarme de mí misma. Me importas mucho, pero tal vez debería alejarme.
Esteban levantó por fin la vista, y en sus ojos Cristal vio una tormenta de emociones: confusión, deseo, miedo.
—No sé si estoy preparado para esto—admitió, con la voz entrecortada.— Algo me dice que me vaya, pero quiero quedarme.
El aire entre ellos se volvió electrizante.
—¿Y si intentamos tener algo más formal, poco a poco, sin prisas?—sugirió Cristal, sintiendo que el elefante empezaba a desvanecerse.— Podemos afrontar los problemas que puedan surgir, juntos.
Esteban la miró fijamente y, por un momento, el tiempo se detuvo. Finalmente, asintió y una tímida sonrisa apareció en sus labios.
—Deberíamos intentarlo...
Y así, en medio de una lluvia torrencial, Cristal y Esteban encontraron la luz que buscaban, dispuestos a enfrentarse a sus miedos y desaparecer al elefante.
Translation from Spanish to English by means of deepl.
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