Español
(Below is the English version)
Saludos a todos, compañeros amantes de la escritura y literatura. Hoy me gustaría compartir con ustedes mi participación en un concurso de escritura de freewritehouse llamado "Continúa la historia".
Es un concurso donde nos invitan a continuar una historia a partir de un escrito que ellos proporcionan.
Puedes leer más sobre el concurso siguiendo este enlace:
@freewritehouse/continua-la-historia-4-de-junio-de-2022
Aprovecho para invitar a participar a @yelimarin, @sidalim88 y @crisch23
Sin más que agregar, les presento este escrito, espero les guste.
Fuente
Contaba el fardo de billetes con rostro despreocupado. Parecía que el tiempo no le importaba, mucho menos la inquietante mirada de su comprador. Ambos sabían que jugaban un juego peligroso, pero en nombre de la ciencia y de las riquezas, estaban dispuestos a arriesgarse. Pronto se escucharon sirenas en aquel estacionamiento abandonado. El comprador se asustó mucho. El vendedor le arrojó la caja con las muestras junto a la expresión “sálvese quien pueda”…
Ambos se separaron, sería la última vez que se verían personalmente. Aunque habían mantenido contacto desde hace tiempo, a través de correo electrónico, nunca se habían atrevido a verse en persona, por los riesgos que esto podría traer.
Cada uno subió a su coche, el vendedor a una camioneta negra y el comprador a uno mucho más pequeño, viejo y oxidado. Aunque el coche viejo tardó un poco en encender, su dueño sabía cómo hacerlo funcionar; cuando este arrancó, pisó el acelerador y salió a toda velocidad del estacionamiento. Ambos vehículos se fueron por la misma avenida, pero, por alguna razón, los policías no prestaron demasiada atención a un vehículo con la pintura gastada y un parachoques que apenas se podía sostener.
Por otra parte, aquella camioneta negra, en medio de la noche y con vidrios polarizados, le pareció tan sospechosa a los policías. Todos se volcaron a perseguirla, dejando a un lado al joven y asustado comprador.
“¡Qué suerte!” dijo el comprador, mirando a través del retrovisor.
Volvió a casa tan rápido como pudo; estaba sudando, su camiseta parecía un trapeador usado de un baño público. Lanzó la camiseta quien sabe dónde, tomó la caja con las muestras, la abrió y comenzó a analizarlas.
No se sorprendió tanto como debía haberse sorprendido, aquellas muestras simplemente confirmaban lo que él ya sabía o, al menos, intuía.
“¡Lo sabía, no fue algo accidental!”
Con evidente nerviosismo, aquel científico tomó un desgastado cuaderno, con apuntes y coloridas notas pegadas por todos lados. No podía creer que estaba en lo correcto, pero debía mantener la calma para no echarlo a perder.
En ese instante, mientras organizaba sus ideas y tomaba notas, sonó el timbre de su desordenado apartamento.
“¿Quién podrá ser?” Se preguntó, volteando de inmediato hacia la puerta. Con gran temor, se quedó mirando hacia el umbral, mientras el timbre continuaba sonando con insistencia. Sabía lo que había hecho y sabía lo que pasaría si lo encontraban con todo eso, pero no tenía opción, debía abrir la puerta o, en el peor de los casos, la derribarían.
“¿Quién es?” Preguntó. Detrás de la puerta contestó una amiga suya, una muy apreciada amiga. Él, confiado, abrió la puerta y le dejó entrar.
“¿Las conseguiste?” preguntó la mujer.
No hubo un saludo, no hubo un “¿cómo estás?” No, la mujer preguntó directamente por aquellas muestras que el científico tenía aún en la caja. Él, emocionado, contestó que sí, que las tenía y que las muestras confirmaban todos sus miedos.
De repente todo quedó en silencio. El científico se quedó mudo mientras miraba pensativo hacia la pared, al mismo tiempo en que su amor platónico revisaba las muestras.
“Yo… yo te dije sobre mi investigación”, murmuró el doctor, “pero nunca te dije que las muestras las traería hoy…”
En ese instante el científico volteó hacia la mujer y solo se encontró con el cañón de una pistola apuntándole a los ojos.
“Te enamoraste de quien no debías…”
A la mañana siguiente, un agente de la policía irrumpió en el apartamento, pero no encontró nada, solo una mancha carmesí en la pared…
“Estamos condenados” dijo, “este virus se esparcirá por todo el mundo…” añadió, leyendo las últimas notas de aquel desgastado cuaderno.
English
(Arriba está la versión en español)
Greetings to all, fellow lovers of writing and literature. Today I would like to share with you my participation in a freewritehouse writing contest called "Continue the story".
It is a contest where we are invited to continue a story from a piece of writing they provide.
You can read more about the contest by following this link:
@freewritehouse/continua-la-historia-4-de-junio-de-2022
I would like to take this opportunity to invite @yelimarin, @sidalim88 and @crisch23 to participate.
Without further ado, I present this writing, I hope you like it.
Fuente
He counted the bundle of bills with an unconcerned face. It seemed that time didn't matter to him, much less the unsettling gaze of his buyer. They both knew they were playing a dangerous game, but in the name of science and riches, they were willing to risk it. Soon sirens could be heard in that abandoned parking lot. The buyer was scared out of his wits. The seller threw him the box with the samples along with the expression "every man for himself"....
The two parted, it would be the last time they would see each other personally. Although they had been in contact for some time, via email, they had never dared to meet in person, because of the risks that this could bring.
Each got into his car, the seller into a black pickup truck and the buyer into a much smaller, older, rusty one. Although the old car took a while to start, its owner knew how to make it run; when it started, he stepped on the accelerator and sped out of the parking lot. Both vehicles took off down the same avenue, but for some reason, the cops didn't pay much attention to a vehicle with worn paint and a bumper that could barely stand up.
On the other hand, that black van, in the middle of the night and with tinted windows, looked so suspicious to the cops. They all turned to chase it, leaving aside the young and frightened buyer.
"What luck!" said the buyer, looking through the rearview mirror.
He went home as fast as he could; he was sweating, his T-shirt looked like a used mop from a public restroom. He threw the T-shirt who knows where, picked up the box with the samples, opened it and started analyzing them.
He wasn't as surprised as he should have been, those samples simply confirmed what he already knew, or at least sensed.
"I knew it, it was no accident!"
With obvious nervousness, that scientist picked up a worn notebook, with notes and colorful notes stuck all over it. He couldn't believe he was right, but he had to keep calm so as not to mess it up.
At that instant, as she was organizing her thoughts and taking notes, the doorbell rang in her messy apartment.
"Who could it be?" she wondered, turning immediately to the door. With great trepidation, she stood staring at the threshold as the doorbell continued to ring insistently. He knew what he had done and he knew what would happen if they found him with all that, but he had no choice, he had to open the door or, at worst, they would break it down.
"Who is it?" he asked. Behind the door a friend of his answered, a very dear friend. He confidently opened the door and let her in.
"Did you get them?" the woman asked.
There was no greeting, no "how are you?" No, the woman asked directly about those samples the scientist still had in the box. He excitedly replied that yes, he had them and that the samples confirmed all his fears.
Suddenly everything was silent. The scientist was speechless as he stared thoughtfully at the wall, at the same time that his platonic love was checking the samples.
"I... I told you about my research," the doctor murmured, "but I never told you that I would bring the samples today..."
At that instant the scientist turned to the woman and found only the barrel of a gun pointed at his eyes.
"You fell in love with the wrong person..."
The next morning, a police officer burst into the apartment, but found nothing, only a crimson stain on the wall....
"We are doomed" he said, "this virus will spread all over the world..." he added, reading the last notes in that worn notebook.
Traducido con DeepL
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