«Hay sentimientos a los que no se puede dar cuerpo verbal, más que es posible seguir perfectamente con los ojos cerrados.»
—Horacio Quiroga
Antes de comenzar este relato te recomiendo por favor que leas la parte anterior a esta para una completa compresión.
"Vinieron de otro mundo" — La experiencia de Aniria Saens |
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Estamos predestinados
Mientras todos degustaban el café que Aniria había preparado, Verónica y Oscar se quedaron hablando entre ellos mientras observaban las hermosas ornamentaciones que Aniria tenía en su casa. Ella era una gran aficionada al arte oriental; figuras, vasijas y tazas de porcelana proliferaban en repisas, mesitas de baja estatura y pequeñas columnas donde se apoyaban hermosas decoraciones.
—Disculpe señora Aniria. —Dijo Verónica señalando con algo de pena una de las figurillas, la cual, tenía la forma de un saltamontes verdoso, cubierto con una capa de jade muy transparente, donde se podía vislumbrar la porcelana blanca que se encontraba en su interior.
—Dime chica. —Contestó Aniria acercándose a ella.
—Esta figurilla es muy curiosa, jamás había visto una estatuilla de porcelana cubierta de jade, ¿dónde la consiguió?
—Pues verás querida. —Contestó Aniria dejando la taza con café en una de las pequeñas mesitas. —Esta Figurilla fue un regalo de una amiga coreana a la que fui a visitar ya hace varios años. Me la regaló porque simboliza a la buena suerte, ya que en la cultura oriental, los saltamontes representan a la buena fortuna para las personas.
—Que interesante. —Dijo Verónica sonriendo mientras observaba la figurilla.
Oscar se encontraba en uno de los sillones en silencio tomando su café. Ambos, tanto Verónica como Oscar, evitaban hacerle preguntas a Aniria sobre la entrevista para no entorpecer sus respuestas. Ninguno de los dos en realidad sabía cuándo debían volver a comenzar, puesto que la profesora había detenido la actividad ya que no se sentía estable con lo que iba a relatar posteriormente. Sin embargo, mientras ellos cavilaban en su mente, Aniria se sentó en la misma posición donde la entrevistaban y los observó a ambos.
—Listo, ¿podemos continuar?
Verónica y Oscar asintieron afirmativamente, dejando sus tazas vacías de café en una de las mesitas y se prepararon nuevamente para la entrevista. Verónica pensó en la pregunta raudamente y la mantuvo en su mente hasta llegado el momento, y ya que todo estaba listo por fin, Oscar comenzó a grabar.
—De acuerdo señora Aniria, dígame entonces, ¿A dónde la llevaron esos seres desconocidos?
Aniria sonrió y miró por la ventana nuevamente, parecía muy dichosa y en su mente solo imaginaba cosas hermosas. Verónica se sintió un poco nerviosa al observarla, porque creía que debía detener la entrevista nuevamente, pero Aniria fijó su mirada otra vez a su entrevistadora y le contestó.
—El lugar era como estar en medio de las nubes. —Contestó Aniria. —Era un mundo completamente célico, me rodeaban nubes de colores que cambiaban a cada rato. Los vapores estaban por todas partes, incluso en el suelo, el cual, no podía verlo por esta misma razón. Hacia el fondo, había una extensa pantalla celeste de estratósfera, no había sol, ni luna, ni estrellas a la vista y un cálido viento masajeaba mi rostro como la caricia más delicada y relajante.
—¿Los alienígenas estaban con usted? ¿Le hicieron algo en particular? —Preguntó Verónica.
—No me hicieron daño si a eso te refieres, al contrario, me otorgaron una inconmensurable paz, algo que jamás había experimentado en mi vida. A cada rato sentía las vibraciones que ellos emanaban, era claro que se estaban comunicando entre ellos, no puedo decirte que era lo que decían, pero sé que se referían a mí porque me observaban cada vez que se comunicaban.
—¿Y cómo está tan segura que hablaban sobre usted?
—Porque me dieron esto.
Aniria saca de uno de sus bolsillos un trozo de papel pergamino y se lo dio a Verónica, en el, había una serie de numeraciones y una fecha en particular.
—Uno de ellos me lo dio en mis manos, antes de marcharnos de ese lugar. Los números que vez arriba son unas coordenadas geográficas y lo de abajo es una fecha sin hora, la cual, será dentro de dos días.
—¿Cree que corresponda a un nuevo encuentro con usted? —Preguntó Verónica un poco sorprendida.
—Supongo que sí, aunque más bien, esta vez pienso que van a enseñarme algo mucho más importante.
—¿Ha investigado estas coordenadas? ¿Sabe dónde es?
—Por supuesto, al día siguiente después de percatarme que las tenía en mi mano, me metí en la computadora y las introduje en un mapa virtual, y para mi sorpresa, el lugar del encuentro no será muy lejos de aquí. Es una zona aledaña a solo una hora de la ciudad, ya tengo todo listo para dicho día.
—¿Y cómo sabe a qué hora debe de ir y que debe de llevar?
—Llegado el día, lo sabré. Todo está predestinado para ese encuentro, sé que es así, ellos me lo hicieron sentir.
—¿Y qué fue lo que pasó después de que abandonaron ese mundo?
—Después de darme el papel con la fecha y las coordenadas, la misma luz cegadora que nos llevó nos devolvió devuelta a mi casa. Uno de ellos me tomó de la mano y me llevó a mi habitación. Una vez dentro, empecé a percibir un aroma sumamente agradable, como el más delicado de los perfumes. En ese momento, comencé a sentirme cansada, tuve que recostarme en la cama porque sentía que mi cuerpo pesaba mucho y en un instante me quedé dormida.
—¿Por qué decidió llamarnos para contar su experiencia? ¿No le importó recibir malas críticas de las personas?
Después de escuchar las preguntas Aniria sonrió y contestó con la misma actitud apacible que ha tenido durante toda la entrevista.
—Sabía más bien, que ustedes me llamarían a mí, porque aunque ustedes no me creen, hay muchas personas que si me creerán. Mi experiencia será escuchada por que está predestinado que así sea, y todos nosotros, tarde o temprano, debemos estar preparados para lo que viene y de cómo enfrentarlo.
—Bueno. —Concretó Verónica. —Creo que podemos dejar la entrevista hasta aquí. Señora Aniria muchas gracias, esta misma tarde se editará todo y se publicará mañana en la mañana en nuestro programa especial. No vaya a perdérselo. —Sonríe—.
—Gracias a ustedes por venir y por supuesto que no me lo voy a perder. —Risas—. Pueden venir cuando deseen, estoy muy agradecida con ustedes por haberme escuchado.
Después de despedirse cordialmente, Verónica y Oscar se montaron en la camioneta y se encaminaron directamente al edificio principal del noticiero. Mientras se dirigían hacia allá, comenzaron a conversar.
—¿Crees que todo lo que pasó esa mujer fue real? —Preguntó Oscar mientras conducía dirigiéndose a Verónica.
—No lo sé, pero es bastante curioso, aunque cada día aparece una persona diciendo que fue abducida por extraterrestres o que vieron algo extraño afuera de sus casas que no tenía forma humana.
—Un perro quizás. —Dijo Oscar bromeando.
—Tal vez. —Contestó Verónica riendo ante el comentario. —De todas maneras en este mundo pasan muchas cosas, la ciencia ficción y la fantasía pueden hacerse realidad en cualquier momento, solo hacen falta los mecanismos correctos para que ocurran.
Después de su argumento, ambos se quedaron callados mientras Oscar conducía por la ciudad, ya estaban a pocos minutos de llegar al edificio del noticiero.