¿Alguna vez te has sentido como si hubieses caído dentro de un hoyo?

Yo si lo he sentido, desde hace días no lograba dormir la noche entera, me sobrecogía un pálpito, pero no tengo palabras para explicar lo que me ocurría, pensaba mucho sobre el mañana, y mientras lo hacía un nudo en el estómago me apretaba hasta el alma.

Desde niña he creído en Dios, he perseverado, mi fe es indudable. Pero algo había cambiado.

No tengo que vestirme con un traje de superfe, un grano de mostaza sigue siendo suficiente y Él conoce mi condición y sabe bien que soy polvo.

Sentía dentro de mí un profundo hoyo y fue cuando surgió esta pregunta en mí ¿será que estoy sufriendo de ansiedad?

Cabizbaja y hasta desmoralizada comencé a sollozar, ya tengo varios meses luchando entre el silencio y mis pensamientos; sin embargo, muchas veces siento que desfallezco.

Antes de siquiera pensar que algún día escribiría sobre este tema y más que el personaje quien lo vive en carne propia soy yo misma.

He atravesado días en los cuales la ansiedad y la angustia han tomado lugar para golpear mi alma y batallar con mi FE.

Me atrevo a confesar que la temporada ha sido ruda para completar al pastel, le colocaron la guinda cuando supe que mi hija se iba del país. En este tiempo, al caer la noche, me he dado cuenta de que mi ansiedad estaba rebasando mis límites normales.

Aun cuando cada mañana al despertar siento el milagro del otro día, de respirar, de vivir, pues cada noche representa para mí una despedida silenciosa de lo que nadie sabe.

Durante estos últimos meses el llanto a veces me dura toda la noche con la almohada de soporte para que mi esposo no se despierte y a la mañana regresa la alegría.

Tengo que confesar que la experiencia de sentirme en el hoyo, con mis pensamientos fatalistas más el temor a morir, resultan intrusivos y automáticos, con gran influencia sobre mis emociones, causándome la rumiación de mis pensamientos cargados de una percepción negativa de mi misma.

En estos tiempos es tan común padecerla, hay mucha ansiedad a nuestro alrededor y todos podemos sentirla en algún momento por miedo intenso, excesivo y continuo ante situaciones cotidianas.

Paso a paso he logrado ganar terreno sobre ellos aplicando muchas de las estrategias que hoy les comparto.

¿Qué hacer con mi ansiedad en cinco(5) pasos?

Acepte que necesitaba terapia para hacerle un alto a la ansiedad, evalúe para qué y por qué ocurrió la ansiedad, además de reconocer (que tengo que aprender y desaprender de esta experiencia.)

Aprendí a identificar y enfrentar mis miedos y creencias.

Gestione mis emociones.

➖ Soy más racional y menos emocional (no pienso con las emociones).

➖ No me anticipo.

➖ Ni tan grande ni tan pequeño (no magnífico ni minimizo las emociones).

➖ No me dejo castigar por los pensamientos (busco soluciones).

Trabaje el manejo del control.

➖ Hice una lista de ocupaciones.

➖ Priorice por orden de importancia.

➖ Identifique cuál puedo delegar y finalmente delegue.

Adquirí hábitos de vida mentales más saludables para ser responsable de mi ansiedad.

➖ Practico la dieta antiestrés (tiempo de perdonar y avanzar, practique un diálogo interno según mis emociones, ¿qué puedo hacer con lo que no me gusta?).

➖ Retardo el metabolismo emocional (practico la meditación, trato de reconocer mi estrés y trabajo en ello).

➖ Manejo la incertidumbre (un día a la vez).

➖ Tomo riesgos.

➖ Afronto los cambios.

➖ Pido ayuda (delegue, ya no me resisto)

Luego de perseverar por algún tiempo, finalmente estoy saliendo de este hoyo , y estoy celebrando un día a la vez que la ansiedad no me controla, e inclusive he retomado el canto y tocar mi guitarra en los días de incertidumbre, así como en los de la adversidad, claro, nunca he dicho que sea algo fácil.

También sé que no soy la única viviendo este tipo de circunstancias y que mi FE impacta positivamente mi vida, al punto de hacerme menos vulnerable a los trastornos emocionales, temor, miedo, angustia y ansiedad, pero la fe no invalida mi naturaleza humana y esta incluye las emociones y esto debo tenerlo siempre presente.

Sé que puedo atesorar actitud y estrategias aprendidas tanto espirituales y psicológicas para vencer los días difíciles y que no siempre me siento bien. Lo positivo de esto es que si hay solución, si se puede salir de esto, si podemos continuar con la vida de antes, o aún mejor vida que la de antes.