Luego de navegar unas cuantas horas por el inmenso río Carrao, la curiara gira a la derecha, justo donde el río Churum vierte sus aguas en el Carrao, el espacio es amplio, imponente, rodeado de selva y con las maravillosas vistas que ofrece el Auyantepuy, sus paredes verticales se levantan desde la selva verde y se coronan de nubes que abrazan su cima intermitentemente.

Durante el trayecto por el río Churum se puede avistar fauna local, como el hermoso Martín Pescador, nutrias asoleándose sobre enormes piedras y preciosas nubes de libélulas de azul eléctrico. El Auyantepuy no parece una sola mole de piedra, es tan enorme que podría imaginarse que son diferentes tepuyes, algunas cascadas puede verse caer desde los bordes del tepuy.

Ya muy cerca de Isla Ratón, se puede ver por primera vez el Salto Ángel, es emocionante ver la colosal caída de agua, casi un kilometro de belleza que parece desprenderse del cielo mismo. Desembarcamos para dejar los morrales y provisiones en el campamento de Isla Ratón, ahora es cuando comienza la aventura, cruzamos a pie el poco profundo río Churum, para adentrarnos por senderos a la inmensa jungla.

Mientras vamos caminando, sin darnos cuenta estamos en medio de gigantescos arboles que nos quitan la visibilidad del cielo, algunos rayos de sol se cuelan entre el espeso techo de hojas, el suelo es como un colchón de hijas secas, algunas raíces emergen de la alfombra vegetal, hongos sobre ramas cubiertas de líquenes, un paisaje típico de selva tropical húmeda, el calor es sofocante. El camino se va haciendo inclinado, señal de que vamos en ascenso por el borde del tepuy.

Tras una caminata con cierto grado de dificultad, entre raíces, rocas y suelo algo húmedo, al fin nuestra recompensa, ya se oye el estruendo de las aguas, se siente el rocío en la cara, y de repente se deja ver imponente, el majestuoso Salto Ángel, cayendo desde la cima del Auyantepuy, frente a nuestros ojos llenos de asombro. Esos 45 minutos de caminata valieron el esfuerzo, pero no es todo, es época de pocas lluvias, así que podemos caminar un poco mas, pero está vez en descenso, hacia un lugar increíble.

Con mucho cuidado bajamos por una empinada pendiente, entre suelo húmedo y raíces, algunas rocas, hasta que ya se deja ver, un espectacular pozo, con una cascada ancha que le alimenta, bañarse allí es energizante, se olvida el cansancio y el calor del recorrido, y lo mejor, alzar la mirada y ver de frente las eternas aguas del Salto Ángel caer, una experiencia maravillosa.