Crónica de una emigrante por Sudamérica: La Cúcuta de Colombia

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Foto tomada durante el recorrido por Calí, Colombia by Bárbara Salvatierra

¿Y cómo se vive en Cúcuta, Colombia?

Viaja con miedo para convertirte en alguien valiente. Viaja con locura para amortiguar el aterrizaje hacia la cordura. Viaja con ganas para cultivar esperanzas. Viaja con poco para vivir con mucho. Viaja con sueños hasta alcanzar el firmamento. ¡Qué bonito eres #Colombia!

Podría escribir un montón de cosas sobre mi recorrido en autobús por distintos países de Sudamerica, duruante 11 días.

Lo cierto es que siempre imaginaba que viajaría como mochilera, pero nunca pensé que emigraría y emprendería mi camino en busca de una mejor vida.

Todo empezó el 12 de noviembre, cuando en la mañana terminaba mi maleta y en la tarde me dirigía al terminal de autobuses en Los Teques, Venezuela.

Sentía tanta nostalgia, tanto recelo, tantas emociones con la vida, con el destino, con el embarque de mi país, al que extraño cada día. Es difícil, repito, emigrar es difícil.

De ese día solo recuerdo el atardecer, ese último y hermoso regalo de ese azul cielo amarillento a causa del sol, de ese azul venezolano, cálido, dispuesto, del que te hace suspirar largo y tendido, de ese azul que disfrutas con el olor a café recién colado.

Emprendí un viaje que inició en la frontera con Colombia, Cúcuta. Aquellas calles parecían inseguras, daban miedo, pero ahí estaba intentando imaginar y sopesar mi situación. Recuerdo que, me mantenía alerta, durante mis primeros pasos hasta que hice una fila de 4 horas para sellar la entrada al país hermano, había mucha gente, con maletas llenas de esperanzas.

Conversé durante 4 horas con distintas personas. Había un señor, de nacionalidad peruana residenciado en Venezuela hace años: él también estaba emigrando. Me contaba de su historia y de cómo siendo de otro país, eztrañaría a Venezuela, donde hizo vida, amigos y familia. Tras toda la situación actual del país, volvió a emigrar al suyo.

Después del agotador calor y empedernido sol de Cúcuta, por fin pude sellar mi pasaoorte para continuar mi viaje. En cualquier país del mundo, especialmente en el continente latino, nunca falta la gente vivaracha, corrupta o tramposa. Recuerdo que debía dirigirme al terminal de Cúcuta, el taxista me quería cobrar una considerable suma de dinero, al menoz para mi bolsillo venezolano, me había ido con lo único, 400 dólares exactos. En búdqueda de este terminal el taxista me dejó en otro sitio, me engañó y prácticamente me robó.

Era la primera vez que estaba en una situafión de "piensa rápido y soluciona", pese a que estaba comenzando a desconfiar de las personas, dos mujeres me ayudaron y advirtieron además, que debía tener cuidado, pues no era la zona más segura de Cúcuta, habían personas malas, delincuentes al acecho. Fueron los 30 minutos más desesperantes de mi viaje. En Colombia, hay una modalidad de robo, y es que le colocan etiquetas a las personas en la espalda sin que se den cuenta, llamandole como " marcado" que indica que va a ser robado.

Yo tenía una marca, y ellas se dieron cuenta, me advirtieron y me sacaron rápido de ahí, fue el momento más aterrador del viaje por carretera, fue el momento más intenso de mi vida.

Continuará...

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