Se extraña lo que se construye,
bajo el cielo raso,
cuando la calamidad del tiempo
se cruza en nuestro paso.
Cinco sueños de niño,
dos de ellos ya cumplido.
El tercero es la falacia,
del ensueño enternecido.
A las 3 en punto,
durante la hora del burro,
escuché decir a mi abuela:
"Viene agua. Oye el susurro".
Quizá lo envalentonado de la juventud
vicie los ánimos más tranquilos.
Así, como el llanto de lo incumplido,
o la semilla de mamón bajo el escaparate.