Un ser de fuego muy particular


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Definitivamente uno de los hechos que marcaron un antes y un después en la historia de la humanidad, fue el descubrimiento y el posterior dominio del fuego. Tan importante fue, que forma parte del imaginario popular de muchas culturas. En dicho imaginario, encontramos historias como la de Prometeo, quien fue castigado por robar el fuego de los dioses y compartirlo con los humanos. Su penitencia consistía en que encadenado en una montaña del Cáucaso, un águila se comería su hígado todo los días, el cual se regeneraba en cada noche.


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Cuando de criaturas relacionadas con el fuego se trata, lo primero que se nos viene a la mente son los dragones. Seres parecidos a reptiles que en el folklore europeo eran representados con alas, colas puntiagudas, cabezas con cuernos, y su característica distintiva, la de lanzar llamas a través de su boca. Dichas bestias forman parte de historias donde raptaban a damiselas, guardaban tesoros en cavernas, y también ser la peor pesadilla de pastores de ovejas. A pesar de que los dragones no son reales, hay una criatura que es real, que forma parte importante de la cultura europea, y que está relacionada con el fuego al igual que los dragones.


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En los bosques de gran parte de Europa nos encontramos con un pequeño anfibio, de no más de veinte centímetros de largo, su cuerpo es negro cubierto de manchas amarillas, dichas manchas pueden variar de subespecie en subespecie: La salamandra común o de fuego. En tiempos antiguos, consideraban a este pequeño animal como si de un ser fantástico se tratase. Tanto así, que se le acuso de la muerte de 2000 caballos y 4000 hombres de Alejandro Magno quienes bebieron agua de un manantial "envenenado" por estos urodelos.



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En la antigua grecia, el filósofo Aristoteles, pensaba que esta criatura al caminar sobre el fuego, lo apagaba. Dicha creencia también fue recogida por Plinio el viejo, un naturalista latino quien empezó a comentar sobre sus propiedades venenosas. Según él, bastaba con que diera una vuelta a un árbol para envenenar su fruto y a quien lo consumiera. Leonardo Da Vinci en el renacimiento afirmaba que la salamandra se alimentaba del fuego… a pesar de que se la pasa comiendo insectos.

Estos anfibios están presentes en la heráldica, principalmente en los escudos de varias ciudades francesas como Le Havre donde aparece rodeada de fuego y lanzando llamas a través de la boca, como si de un dragón se tratase. Tambien en el escudo de su equipo de fútbol. En España hace acto de presencia en el escudo del municipio de Masoteras, con sus colores amarillo y negro y también escupiendo fuego.

A pesar de lo ya mencionado, estos animales en la vida real morirían calcinados si son expuestos por mucho tiempo al fuego. Pero ¿de donde salen estas características que tanto se le atribuyen? La razón principal se debe a que se la pasan en el suelo del bosque y también escondidas en pedazos de madera que se encuentren en dicho suelo. Y al llegar alguien que usase dicha madera para encender una fogata, haría que los pequeños anfibios emprendieran una rápida huida del fuego, y a la vez sorprendiendo a los incautos espectadores que no sabían que estaba pasando.



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A pesar de no tener características relacionadas con el fuego, estos pequeños animales tienen cosas muy interesantes, como por ejemplo, una baba que recubre su cuerpo, la cual posee propiedades bactericidas protegiéndolas de infecciones bacterianas. Además, al sentirse amenazadas segregan a través de su piel una sustancia ligeramente toxica con un desagradable sabor para defenderse de depredadores, su coloración aurinegra sirve como advertencia, aunque no es suficiente para depredadores como erizos, tejones y búhos

Pero sin lugar a dudas el rasgo que más sorprende de estos anfibios es la capacidad que poseen de regenerar partes de su cuerpo, similar a como hacen ciertas lagartijas que se desprenden de su cola al sentirse amenazadas. Pero la salamandra lo lleva a otro nivel, siendo capaz de regenerar extremidades, medula espinal, corazón y hasta ojos. Un banco de memoria en sus células, similar en función a las células madre es el encargado de realizar dicha proeza, digna de criaturas de leyenda.


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