¿Tuvimos una Mulan colonial en Venezuela? - investigación histórico-antropológica | Segunda parte

La respuesta corta: sí, Teresa Heredia, una mujer que se vistió de hombre para participar hasta cierto grado en la guerra de independencia venezolana. Pero antes de comenzar a narrarles la historia de esta interesante mujer, les quiero dar un poco de contexto. El mes pasado compartí un post en el que resumí parte de los resultados de una investigación de antropología histórica que realicé en 2016. En este post explico algunas maneras en las que las mujeres venezolanas fueron maltratadas y afectadas por la guerra de la independencia; muchas tuvieron que emigrar, algunas tuvieron que exiliarse y otras tantas fueron desterradas. Les recomiendo que lo lean, ya que proporciono fotografías de los documentos que revisé.

El repase, de Ramón Muñiz, 1888. [Fuente]

Volvamos a Teresa Heredia, esta mujer que será el inicio de mi disertación del día de hoy. Ya mencioné en mi post anterior que esta mujer fue desterrada por su conducta inmoral, ya que no pudieron probar que realmente participó en actos rebeldes. Sin embargo, estuvo presa 10 meses en La Guaira, y en Caracas se le inició un proceso judicial porque fue de La Guaira a Caracas sin pasaporte. Muchos testigos contaron que esta mujer constantamente decía comentarios en contra de los oficiales del Rey y a favor de los rebeldes.

Uno de los testigos fue don Juan Padrón, quien declaró en contra Teresa Heredia:

Preguntado si sabe si la Heredia ha tomado Iglesia, dijo que no sabe y en este estado añadió el que declara que la Heredia dijo había andado por el Llano vestida de hombre en el Ejército Real y que el capitán Dato le había quitado en Valencia un baúl con más de nueve mil peso y ciento y pico de camisones, etc. (Perozo, 1960:496).

El juicio continúa y esta vez es la susodicha Teresa Heredia la interrogada:

Preguntada por qué motivo le quitó en Valencia el Capitán Dato cuando gobernaba aquella ciudad má de nueve mil pesos y más de cien camisones y si estuvo presa qué clase de prisión y más castigos sufrió, dijo: que es cierto que Dato en Valencia la aprehendió, no le hizo causa y de este modo la hizo cortar el pelo, la bañó de melado y la emplumó e hizo pasear por las calles a cajas destempladas y después la puso en plena libertad (Perozo, 1960:502).

Como concluye Don Antonio Guzmán, Teniente Coronel de los Reales Ejércitos, aunque no había pruebas de acciones insurgentes de parte de Teresa Heredia, el encarcelamiento previo y los suficientes testigos en su contra fueron suficientes para considerarla como una mujer con conducta corrompida, por lo que se le exilió. Sin embargo, vale la pena demorarnos un poco con respecto a la declaración de Juan Padrón, ya que menciona que se le había visto vestida de hombre e infiltrada en el Ejército Real. Documentos posteriores la relacionan con otro insurgente que también estuvo encarcelado en La Guaira, quizás realizaba operaciones con este, aunque ella negó todo en el interrogatorio.

Mujeres heroínas


La historia de Venezuela ha sido construida en torno a grandes figuras, los próceres de la Independencia a veces toman un aura de dioses; el nacionalismo podría considerarse una de las principales religiones del país, base de nuestra identidad. Es por eso que cuando se habla de las mujeres y su participación en el proceso independentista, se centran en las mujeres "heroínas". Patricia Protzel, en el número 5 de la revista Memorias de Venezuela, dice:

Sabemos que hubo mujeres conspiradoras, estrategas, guerreras, financistas, espías; mujeres que escribieron cartas expresando sus posiciones políticas, bien sea del bando realista o patriota; otras que participaron en la Sociedad Patriótica; pardas, mulatas, zambas que participaron como troperas en los campos de batalla, que formaron baterías de mujeres en las ciudades sitiadas o en las batallas, miles de mujeres anónimas que fueron marte de esa fuerza movilizada del pueblo contra la opresión realista, o que actuaron en el bando contrario (Protzel, 2008).

El caso más conocido de todos es de Luisa Cáceres de Arismendi, que pertenecía a una familia de la élite criolla, casada con el Coronel Juan Bautista Arismendi. Ella quedó en la memoria histórica venezolana como una mujer firme en sus principios, que sufrió maltrato, cárcel y exilio por no traicionar a su esposo y a su patria (Protzel, 2008). Tanto así que fue elegida para ingresar al Panteón Nacional y se encuentra en dos de nuestros billetes. La importancia que le han dado los historiadores es intencional, ya que, como dice Patricia Protzel, “su heroísmo es azaroso pero discreto y no perturba el modelo que la élite dirigente de la República propone con su discurso grandilocuente”.

Posthumous portrait of the Venezuelan heroine, Luisa Cáceres de Arismendi (1799-1866), por Emilio Jacinto Mauri. [Fuente]

Ahora bien, hay otras mujeres que conocemos por nombre y apellido que rompieron un poco con los roles femeninos establecidos en aquella época. Josefa Camejo, por ejemplo, en sus años juveniles participó en la Sociedad Patriótica, fue enfermera, y en Coro dirigió como capitana una escolta que estuvo en la resistencia coriana. Dominga Ortiz, quien fue esposa de José Antonio Páez, fue la primera enfermera del ejército patriota. También se conoce el caso de Juana Ramírez, esclava liberta, que defendió la ciudad de Maturín de Monteverde en 1813 con otras mujeres del pueblo.

Las prisioneras


Los historiadores aman una buena historia de heroínas, pero rara vez se hace énfasis en lo mucho que sufrieron estas mujeres durante la Independencia. Y eso fue lo que encontré cuando revisé los expedientes de los casos judiciales encontrados en la sección Causas de infidencia del Archivo General de la Nación: sufrimiento.

[Fuente]

Existió un gran número de mujeres que fueron encarceladas, pero en este apartado se mencionarán solo unos casos puntuales. El primero es el de Bárbara Peñalosa, que fue puesta presa porque estaba en posesión del libro subversivo “Los Derechos del Hombre” (AGN, 1816, f. 364). El segundo es el de María Juliana Angulo, que fue puesta en prisión porque “no le abrió la puerta de su casa prestamente a la patrulla que la trajo presa” (AGN, 1818, f. 335v).

Preguntada: is sabe la causa de su prisión o si la presume dijo: que es injusta la causa, pero que cree que es porque no le abrió la puerta de su casa prestamente a la patrulla que la trajo presa.


 Fuente: Archivo General de la Nación.
Sección: Causas de infidencia, Tomo  XXXIII. Expediente Nº 8. Folio 335v.
[fotografía tomada por mí] 


Podemos observar el control social tan estricto que se estaba viviendo en aquel entonces, ya que se encarcelaban a las mujeres por razones tan simples como la posesión de un libro o demorar en abrir la puerta a las autoridades.  

Las azotadas


Los castigos no se quedan solo en prisión, hay otra modalidad que inflige dolor físico: los azotes. Una de las azotadas fue Josefa Meneses, quien solamente por hacerse eco de un rumor rebelde que decía que “se pasaría a cuchillo a todos los Españoles y criollos leales al Rey” (AGN, 1815, f. 35v), fue condenada a “veinte y cinco azotes de dolor para que le sirvan de corrección amonestando a sus amos reprendan la locuacidad de esa y sean más exactos en su educación” (AGN, 1815, f. 50v). Otro caso fue Josefa Cayrós, que sufrió la pena de doscientos azotes debido a sus indiscretas y sediciosas declaraciones, ya que mantuvo conversaciones sobre una supuesta conspiración de insurgentes (AGN, 1815, f. 188).  

Las embargadas


Otro tipo de castigo era embargar los bienes de las sentenciadas. Tal fue el caso de Doña Dominga Machado, quien fue acusada de simpatizar con la causa republicana a consecuencia de que su yerno era rebelde y uno de sus hijos murió luchando por la Independencia (AGN, 1815, f. 250). Lo mismo pasó con María Francisca Álvarez y Bárbara García, a quienes se les embargaron sus bienes por estar implicadas en la sublevación fracasa de Gual y España (AGN, 1807, f. 61).  

Las mujeres y el poder


El modelo teórico que se ha planteado permite inscribir el fenómeno de las mujeres participantes en la independencia dentro de una lógica de relaciones de poder. Las relaciones desiguales de género están presenten en los esquemas cognitivos, lo que afecta entonces los niveles perceptivos, apreciativos y pragmáticos de los individuos. Es como si las personas siempre tuviesen puestos unos lentes que aprehenden y comprenden el mundo en tanto la diferencia sexual. Entonces, la asociación de las construcciones sociales con el nivel biológico permanece en el inconsciente, pero igual afecta toda nuestra percepción sobre el mundo.  

Reconociendo que las relaciones de poder son asimétricas, hay que resaltar el uso del poder en las formas en las que se aplicó el castigo a estas mujeres infidentes. El poder se encarga de crear verdades, de producir disciplina, de implantar orden. Y a través de aparatos represivos se encarga de castigar la desviación de la norma, por medio de leyes y normas. En el caso de la mayoría de las mujeres que estudiamos, están siendo juzgadas por desviaciones de la norma, por ser rebeldes o ser sospechosas de ello. 

Alguien podría argüir que en estos casos, el lente de género no está influyendo en la toma de decisiones, pero el caso de Teresa Heredia añade un poco de luz sobre este tema. No se pudo demostrar que Teresa Heredia era culpable de los cargos de infidencia de los que la habían acusado; pero eso no impidió que la sentenciaran. Se le acusó de que tenía una conducta moral bastante corrompida, ya que tenía familiaridad con varios hombres, lo que la convertía en una “clase de mujercilla” “incorregible” y que no sabía vivir en sociedad. Y de hecho esto fue suficiente para condenarla al destierro.  

Necesariamente se debe usar la perspectiva de género para comprender qué pasó en este caso. La mujer tiene unos roles de género que se le asignan desde pequeña y debe mantener toda su vida para ser un miembro útil de la sociedad. Estos roles de género están inscritos ya dentro de las conductas normalizadas de la sociedad. Por ejemplo: una mujer debe ser sumisa y pertenecer a un solo hombre, darle hijos, y cuidar la casa. Eso no se cuestiona, eso simplemente es así y ya. Y hay que reconocer que esto es represión simbólica, en el sentido de que la ideología elimina las posibilidades de las mujeres de ser algo más que lo que se espera de ellas. 

Notamos cómo el caso de Teresa Heredia funciona como un ejemplo perfecto de este proceso. Ella rompe la norma, no está cumpliendo con su rol de género, por lo tanto, los mecanismos represivos del Estado se encargan de castigar esa desviación, eliminando así las posibilidades de ser de otra manera. Y no podemos dejar de lado además que los que toman estas decisiones son hombres, hombres que deciden el destino de una mujer que no cumple con los roles que, según ellos, debería cumplir.

Sin embargo, el concepto foucaultiano de poder permite vislumbrar la posibilidad de subvertir estos procesos de dominación. A saber, que como el poder no se posee, sino que se ejerce, los dominados tienen un campo de posibilidades que les permite adecuarse; pueden obedecer en apariencia pero ser desobedientes, puede haber resistencia, manipulación de la subordinación. Es en estos resquicios del poder donde se mueven las mujeres rebeldes, las mujeres que, sabiendo que estaba mal visto por la sociedad participar de una u otra forma en roles que les pertenecían a los hombres, igual lo hacían.

Fuentes primarias


Archivo General de la Nación (1815a). “Sumaria información contra Josefa Meneses y Francisco Luis acusados de haber proferido palabras subversivas”. Sección: Causas de infidencia. T. XXVIII. Expediente Nº 2. Folios 34-51.

Archivo General de la Nación (1815b). “Criminales contra Josefa Cayrós y otros, acusados del crimen de intentada conspiración”. Sección: Causas de infidencia. T. XXVII. Expediente Nº 7. Folios 188-261v.

Archivo General de la Nación (1816a). “Causa instruida contra el carpintero Serafín Almeida, natural de Guatire y vecino de Caracas, y María Bárbara Peñalosa, natural y vecina de Caracas”. Sección: Causas de infidencia. T. XXX. Expediente Nº 15. Folios 364-397v.

Archivo General de la Nación (1818). “Contra José Manuel Angulo, caraqueño, soltero y moreno; José de la Cruz Guillén, natural de Turmero, vecino de Caracas, pardo libre y casado; José Tomás Madrid, esclavo, y María Juliana Angulo, caraqueña, soltera y parda”. Sección: Causas de infidencia. T. XXXIII. Expediente Nº 8. Folios 331-338.  

Perozo, M. (1960). Causas de Infidencia. Tomo II. Caracas, Academia Nacional de la Historia.

Fuentes secundarias


Alcibíades, M. (2013). Mujeres e independencia. Venezuela: 1810-1821. Caracas, Archivo General de la Nación.

Althusser, L. (1970). Ideología y aparatos ideológicos de Estado, Freud y Lacan. La Pensée. 

Bourdieu, P. (1988). "Social Space and Symbolic Power". Sociological Theory, 1.  

De Barbieri, T. (1993). "Sobre la categoría género. Una introducción teórico-metodológica". Debates en Sociología, 18.  

MacKinnon, C. (1982). "Feminism, Marxism, Method and the State: An Agenda for Theory". Signs, 7(13), 515-544. 

Lamas, M. (1986). "La antropología feminista y la categoría “género”". Nueva Antropología, VII(30), 173-198  

Protzel, P. (2008). "Heroínas, matronas y troperas. Las mujeres en nuestra historia patria". Memorias de Venezuela, Nº5.

Como espero que todos sepan, Marzo es el Mes Internacional de la Mujer. Así que decidí comenzarlo con este post, un poco de historia para reivindicar a las mujeres que tanto sufrieron en la gesta independentista. Me parece bonito recordarlas, en el siglo XXI, y traer a la luz sus nombres y sus rostros.

Por acá les dejo una fotico mía en el Archivo General de la Nación, con mi cara de concentración.

¡Gracias por leer!

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