Diosas de la montaña IV

IV

Las diosas de la montaña se volvieron a encontrar, pero esta vez fue totalmente diferente, por una vez olvidaron las altas cimas y las cambiaron por el mar.

Necesitaban otra perspectiva de las cosas, ver todo desde otro punto de vista, desde otra altura y con un nuevo enfoque más fresco y cercano a la realidad.

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[Foto Propia]

La montaña seguía siendo lo que les daba vida, su punto común de referencia y lo que les alejaba de la realidad del decadente mundo, pero a veces se hacía necesaria una vuelta a esa realidad de la que huían continuamente.

El Sol de la mañana se reflejaba en las aguas del mar, de él salían amplios destellos y llegaban a deslumbrar los ojos. El agua fresca sobre nuestros cuerpos nos hacían sentirnos con vida una vez más.

Corrimos por la orilla, jugamos… el agua salpicaba en nuestra recalentada piel, producto de la fuerza del Sol y solo con nuestras miradas ya sabíamos lo que aquello estaba significando, de manera que nos abrazamos, nos besamos y sonreímos.

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