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Creo que a todos nos ha pasado que hemos reído tanto que de repente las lágrimas empiezan a salirse solas. Es una risa contagiosa, que no logramos detener fácilmente, y que termina dejándonos sin aliento, por lo que el cuerpo, me imagino, como forma de defensa, hace que se desvanezca progresivamente, hasta volver a la normalidad.

A mi, me ha sucedido infinidad de veces, e inclusive, recordando esos episodios, en ocasiones se reactiva el mismo proceso. Pero hubo una época en mi vida, en la que esas lágrimas no fueron producto de mis risas, sino tratando de hacer reír a otros.

De esto hace ya un par de décadas, pero ha dejado tal huella en mi, que con solo recordar esa etapa de mi vida, se me revuelve todo y siento que apenas he salido de semejante pesadilla.

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Estaba recién graduada, y entrar a trabajar en el canal de televisión en el que siempre había aspirado, era para mi, una enorme meta alcanzada, un privilegio al que no todos podían llegar de manera tan espedita.

Aunque siempre me imaginé trabajando en proyectos musicales o de variedades, la oportunidad se presentó para ingresar como asistente de producción en un programa de humor: Radio Rochela, el cual contaba con el record de ser el programa más longevo en su género, dentro de la televisión venezolana. Tamaño compromiso!

Esta historia, como cualquier otra, al inicio fue todo color de rosas. Me adapté rápido a las rutinas, y el tener los fines de semana libres era algo que no había experimentado en mi trabajo anterior, en el cual siempre había que cubrir alguna pauta inesperada los sábados, con un pago extra, pero con el cansancio acumulado cuando arrancaba la siguiente semana.

He de reconocer que aprendí mucho en cada uno de mis empleos, y este no fue la excepción. De hecho, aunque parezca contradictorio, a pesar de los malos recuerdos que me trae, siempre voy a decir que ese canal de televisión y ese programa en particular, fue mi gran escuela en lo que respecta a hacer televisión de calidad.

Pero a mi me jugó una mala pasada mi inocencia, en el momento en el cual mi jefa debe salir de reposo prenatal, ya que manejando todo el conocimiento de los procesos, los mandos superiores no se encargaron de asignarle un sustituto, sino que dejaron que el proceso siguiera su curso, lo cual implicó que mi trabajo se multiplicó por tres.

A nivel administrativo, nunca me reconocieron un ajuste de sueldo, y ni siquiera me subieron de escalafón en el cargo, solo colocaron la pesada mochila de responsabilidades en mi espalda, hasta que llegó el momento que no pude cargarla más.

Tener que estar pendiente de todo el proceso, sin la ayuda de absolutamente nadie, resultó ser muy agotador. Empecé a trabajar los sábados, para poder cumplir con todo y organizar la siguiente semana.

El trabajo administrativo que llevaba a cabo la jefa, mientras yo hacía el operativo, resultó la gota que derramó mi vaso, en lágrimas que salían sin pedir permiso.

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Recuerdo ir caminando por los pasillos de RCTV hecha un mar de lágrimas, que no tenían justificación lógica, generando preocupación en cada oficina a la que entraba a entregar algún memorandum.

Mi apetito desapareció por completo, desarrollando además un asco a cualquier tentación de comida,

olores y hasta ideas de alimentos procesados o no. Simplemente, no podía comer, mi cuerpo no lo toleraba.

Vivía cada día con solo medio litro de leche en el estómago, que era lo único que no vomitaba. De sueño, no lograba dormir más de una hora de corrido, pues despertaba hasta tres veces en la madrugada y me resultaba difícil volver a entrar en reposo profundo.

*** https://images.ecency.com/DQmZ39ryWLYLi3txP7MZrnUCT2cn8qrcJ94Kfrwd6sVxDqA/roman_shilin_3zydjpy_cfk_unsplash.jpg Roman Shilin en Unsplash *** ***

Sin embargo, mis niveles de productividad no decaían a pesar del desgaste físico y emocional que implicaba no comer ni dormir adecuadamente. Mi superior notaba mis accesos de llanto, y mi sobrecarga de trabajo, también mis llamados de ayuda, al solicitarle que ingresara por lo menos un pasante, que se encargara del trabajo operativo de repartir solicitudes, pero hacía caso omiso.

**Y como toda máquina, de tanto desgaste, mi cuerpo decidió parar...**

Llegó la anorexia nerviosa, que me hizo bajar demasiado de peso, tanto que llegué a pesar 45 kilos, con 23 años y una estatura de 1.63.

El encargado del servicio médico interno, me sacó del juego por 3 días, pues sabía lo que se venía si seguía en ese ritmo, pero a él tampoco lo quisieron escuchar. Lo importante era mantener el rating y los niveles de producción de un sinnúmero de sketchs grabados y listos para salir al aire.

Al tercer día, tocó volver, a pesar que mi cabeza decía que no lo hiciera, pero siendo el pilar económico de casa, no podía darme el lujo de dejar de trabajar. Sin embargo, como el cuerpo es sabio, debía hacerme frenar antes de terminar de decaer.

Un absceso en mi coxis, me paralizó al no dejarme mover mis piernas a voluntad. Había que operar. Con eso serían 21 días de retiro forzado.

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Mi cuerpo logró hacer lo que mi cabeza no le permitía, se habían cambiado los papeles, ya no era mi cerebro quien daba las órdenes directamente.

Llegada la fecha de volver, entré en pánico (no del susto que da momentáneamente) y esos ataques repentinos anunciaban un nuevo proceso que había que sanar.

No pasaron más de tres días cuando mi jefe decidió sacarme de su grupo, y yo no pude haber estado más agradecida por ello, aunque el desestimarme luego de llevarme al límite me sigue pareciendo una total canallada.

Las risas que provocaba cada lunes a nivel nacional, las pagué con dolor físico y emocional, por lo que lo recuerdos de ese programa no se asocian a nada bueno. Mi cuerpo inmediatamente se pone en alerta.

En mi se cumplió el dicho "llorar te lo produce cualquiera, pero hacer reír, cuesta mucho más"

*** *** ![separador_mamaemigrante._png](https://images.ecency.com/DQmUm2kh44GJZsBFyspQ7Knqai3Jk4GZ1VZXC7zGurJi1tM/separador_mamaemigrante._png) *** ![](https://images.ecency.com/DQmYU7bFPz7BKmF3kcvYR5n9Av1aPdf8BGx9fnC2qnzxYag/engl_neu.png) English ***

I think it has happened to all of us that we have laughed so much that suddenly the tears start to come out by themselves. It is a contagious laughter, that we cannot stop easily, and that ends up leaving us breathless, so the body, I imagine, as a form of defense, makes it fade progressively, until it returns to normal.

It has happened to me countless times, and even remembering those episodes, sometimes the same process is reactivated. But there was a time in my life when those tears were not the product of my laughter, but of trying to make others laugh.

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That was a couple of decades ago, but it has left such a mark on me, that just by remembering that stage of my life, I feel like I have just come out of such a nightmare.

*** https://images.ecency.com/DQmVmncuh6DPrnH6cj7iVADcwiTZc2RCK4LJU4NpcAREWPL/engin_akyurt_iwk_ki_bhzq_unsplash.jpg engin akyurt en Unsplash *** ***

I was a recent graduate, and getting a job at the television channel I had always aspired to, was for me, a huge goal achieved, a privilege that not everyone could reach in such a short period of time.

Although I always imagined myself working in musical or variety projects, the opportunity presented itself to join as a production assistant in a comedy program: Radio Rochela, which held the record of being the longest running program of its kind in Venezuelan television. What a commitment!

This story, like any other, was all roses at the beginning. I adapted quickly to the routines, and having weekends off was something I had not experienced in my previous job, in which I always had to cover some unexpecte pattern on Saturdays, with an extra payment, but with the accumulated fatigue when the next week started.

I have to admit that I learned a lot in each job I have had, and this one was no exception. In fact, although it may seem contradictory, despite the bad memories it brings me, I will always say that that TV channel and that program in particular, was my great school when it comes to making quality television.

But my innocence played a dirty trick on me, at the time when my boss had to go on prenatal rest, because handling all the knowledge of the processes, the higher management did not take care of assigning her a substitute, but let the process take its course, which meant that my work was multiplied by three.

At the administrative level, I was never recognized for a salary adjustment, and I was not even moved up the ladder in the position, they just placed the heavy backpack of responsibilities on my back, until the time came when I could not carry it anymore.

Having to keep track of the whole process, with absolutely no help from anyone, proved to be very exhausting. I started working on Saturdays, so that I could accomplish everything and organize the following week.

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The administrative work carried out by the boss, while I was doing the operation, was the straw that broke my back, in tears that came out without asking for permission.

*** https://images.ecency.com/DQmVSExRjfSwABka8HMpbRcXK7KF1kir4BBZtf75HT2Vatv/christa_dodoo_mldqewmf2_g_unsplash.jpg Christa Dodoo en Unsplash *** ***

I remember walking through the corridors of RCTV in a sea of tears that had no logical justification, generating concern in every office I entered to deliver a memo.

My appetite disappeared completely, also developing a disgust for any temptation of food, smells and even ideas of processed or unprocessed food. I simply could not eat, my body could not tolerate it.

I lived each day with only half a liter of milk in my stomach, which was the only thing I did not vomit. As for sleep, I could not sleep for more than an hour at a time, as I woke up up up to three times in the morning and it was difficult for me to get back to deep rest.

*** https://images.ecency.com/DQmZ39ryWLYLi3txP7MZrnUCT2cn8qrcJ94Kfrwd6sVxDqA/roman_shilin_3zydjpy_cfk_unsplash.jpg Roman Shilin en Unsplash *** ***

However, my productivity levels did not drop despite the physical and emotional toll of not eating and sleeping properly. My superior noticed my crying spells, and my work overload, as well as my calls for help, asking her to bring in at least one intern, who would be in charge of the operational work of distributing applications, but she ignored them.

**And like any machine, after so much wear and tear, my body decided to stop...**

Then came anorexia nervosa, which made me lose too much weight, so much so that I weighed 45 kilos, at the age of 23 and a height of 1.63 meters.

The person in charge of the internal medical service took me out of the game for 3 days, because he knew what was coming if I continued at that pace, but they didn't want to listen to him either. The important thing was to maintain the rating and production levels of countless sketches recorded and ready to go on the air.

On the third day, I had to go back, even though my head told me not to, but being the head of the house, I could not afford to stop working. But as the body is wise, it had to make me slow down before I finished decaying.

An abscess in my coccyx paralyzed me by not allowing me to move my legs at will. It was necessary to operate. That would mean 21 days of forced retirement.

My body managed to do what my head did not allow it to do, the roles had changed, it was no longer my brain who gave the orders directly.

When it was time to go back, I panicked (not from the momentary scare) and those sudden attacks announced a new process that had to be healed.

It wasn't more than three days later when my boss decided to take me out of his group, and I couldn't have been more grateful for it, although dismissing me after pushing me to the limit still seems to me a total crock.

The laughs I provoked every Monday nationwide, I paid for with physical and emotional pain, so my memories of that program are not associated with anything good. My body immediately goes on alert.

In me, the saying "anyone can make you cry, but it costs much more to make you laugh" was fulfilled.

*** **Este relato es mi participación en el #retodecreaciondecontenido ** *** *** ![separador_mamaemigrante._png](https://images.ecency.com/DQmUm2kh44GJZsBFyspQ7Knqai3Jk4GZ1VZXC7zGurJi1tM/separador_mamaemigrante._png) ***

Fotografías por/Photografy by: Leighann Blackwood, Roman Shilin, Engin Akyurt, Christa Dodoo, Sharon Mccutcheo(All from unsplash)

Separador by: cortesy of @valeriavalentina

Edición/Edition by: @mamaemigrante

Traducido por/ translate with: www.deepl.com/translator (free version)

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