Entrada al Concurso de minicuentos de Literatos | El despertar

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El despertar

Lorenzo había vuelto, luego de pasar 3 largos años en el exilio, al llegar a su pueblo, La villa, con bonita estructura colonial, sus techos rojos, sus calles empedradas, sintió un nudo en la garganta, la comadrona del lugar que pasaba por la acera del frente, le gritaba, "el buen hijo vuelve a casa y cuenta lo que le pasa", él la miró y corrió a abrazarla; ella era la mejor data de natalidad de aquel herrumbroso lugar.

—¡Qué bueno que volviste!

—Uno siempre vuelve a donde ha sido feliz.

Ambos sonrieron y se fueron caminando mientras la anciana lo ponía en contexto, pero él veía otra realidad a la que le contaba aquella mujer. Desde su llegada no quiso ver lo que había ante sus ojos, prefirió crearse una realidad paralela, donde todo fluía de las mil maravillas.

Luego de dejar sus cosas en su casa, salió a buscar comida; en la calle lo saludaban con afecto, se encontró con su antiguo jefe, se abrazaron y comenzaron a charlar sobre la fábrica de zapatos donde trabajó por muchos años.

—¿Cómo está la fábrica, Nelson?

—Excelente, ¿Cuándo llegaste?

—Apenas acabo de llegar

—Pasa mañana por la empresa tengo algo para ti.

Se sorprendió, pero dio su aprobación con una amplia sonrisa, al día siguiente se presenta temprano y ve lo grande que se han formado los espacios de aquella inmensa fábrica la cual recordaba pequeña y con una baja productividad.

Pero la realidad, era que se encontraba en ruinas, decadente, las máquinas inservibles, todo lleno de telarañas, era realmente un cementerio, se notaba que no se fabricaba un zapato desde que él se marchó.

—Amigo mío, me alegra que ya estés aquí, lo saluda Nelson, como verás la fábrica puede surgir como el ave fénix, por eso quiero que trabajes aquí, para ponerla operativa al 100%.

—¡Claro! Cuenta conmigo ¡Manos a la obra!

Lorenzo veía oportunidad en todo objeto lleno de óxido y polvo, el lugar era fantasmagórico, decadente, pero su espíritu ciego lo hacía ver que todo estaba bien, al salir luego de su jornada, caminaba por aquellas calles que parecían de ultratumba, rotas y en oscuridad, era un pueblo totalmente abandonado, las casas casi desechas por falta de reparación, los habitantes desaliñados, con rostros tristes y con la desesperación gritando por cada poro, era realmente desgarrador aquel panorama.

Lorenzo creyó que su buen ánimo bastaría para salir de aquella pobreza que se reflejaba hasta en las piedras, pero cierto día, encontrándose de nuevo con la anciana comadrona, ella lo hizo entrar en sí, lo tomó de los hombros y lo sacudió de tal manera que lo hizo espabilar.

—¡Muchacho! Aquí no hay vida, solo gente muriendo de hambre, las fábricas cerraron, todo se ha ido al carajo, es hora de que reacciones y veas la realidad, estás viejo, has vuelto a un lugar que está cada día más herrumbroso, todo es caos, desolación, desesperanza...

Aquellas palabras congelaron todo el ser de aquel hombre; lloró como un niño con el alma partida en mil pedazos en el regazo de aquella abuela.


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Les dejamos la participación de Rincón Poético en el concurso de minicuentos en tributo al escritor uruguayo Juan Carlos Onetti de los amigos de @es-literatos. Esperamos sea de su agrado.

Invitados cordialmente a participar. El link lo dejamos a continuación:
Concurso


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Editado por Rincón Poético.

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