Los rumores del pueblo
Desde ese día aquella mujer famélica y amarilla se convirtió en la fascinación de todos. Algunos aseguraron haberla visto meses atrás volando y aterrizando en los techos de las casas haciendo maleficios. Otros afirmaron que chupaba sangre de animales a la sombra de la luna llena y que hasta llegó a raptar algunos niños.
De otros pueblos la gente llegaba y preguntaba por aquella mujer que supuestamente habían encerrado porque estaba endemoniada y hacía sacrificios. Igualmente, la casa donde vivió, rápidamente se convirtió en un atractivo turístico. Nunca antes el pueblo estuvo tan visitado, incluso hasta los domingos. Todo el mundo hablaba de aquella mujer extraña, que habían encerrado en aquel oscuro sitio.
Lo que nadie sabía y nunca nadie dijo que aquella mujer sola, triste y sin hijo había sido encerrada por un amor que juró volver por ella en años antiguos. Un amor que nunca volvió y que se perdió como se pierden los suspiros, y que el único pecado de aquella mujer fue esperar un hombre que nunca cumplió lo que había prometido.