Being a rescuer is a brave job without a doubt, as part of a Red Cross volunteer program I had the experience of living this service for a day. To begin this challenge it is essential to understand that the essential purpose of a rescuer is protection and humanitarian assistance. Upon arrival we were trained on the correct use of climbing tools, being motivated, challenging ourselves and overcoming fear to climb the waterfall that awaited us were the next steps. As a popular saying goes, practice makes perfect and although we did not become masters, practice did help. My good friends gave us some words of encouragement and made us feel safe, the first time we climbed accompanied by our expert companions, the following times we did it alone, my heart rate had accelerated but the desire to climb alone was greater, so I did it, at a snail's pace, of course! But I made it.
I felt tired but the next level was the zipline, and despite the little strength I had left in my arms I did it, sliding through the air by ropes made me feel free, loved by nature as if the air embraced me along with the water, if happiness cannot be defined I think it can be experienced in small moments like those. After many trips, some of them even upside down because the risk challenged me, I learned to use the climbing tools, I learned how valuable is the work of a rescuer in real situations, I sincerely hope that if at some point the skills and knowledge I acquired are required I will not hesitate to put them into practice. At the end we shared as a snack a cheese from the province of Manabi, with bread and soda and then take a dip in that beautiful waterfall that my country has.
Ser rescatista es una labor de valientes sin duda, como parte de un voluntariado en la Cruz Roja tuve la experiencia de vivir este servicio por un día. Para empezar este reto es fundamental comprender que el fin esencial de un rescatista es la protección y la asistencia humanitaria. Al llegar nos capacitaron sobre el uso correcto de las herramientas de escalada, estar motivados, desafiarnos y vencer el miedo para escalar la cascada que nos esperaba fueron los siguientes pasos. Como dice un dicho popular, la práctica hace al maestro y aunque no llegamos a maestras sí que nos ayudó la práctica. Mis buenos amigos nos dieron unas palabras de aliento y nos hicieron sentir seguras, la primera vez escalamos acompañadas de nuestros compañeros expertos, las siguientes veces lo hicimos solas, mi ritmo cardiaco se había acelerado pero el deseo de escalar yo sola era más grande, así que lo hice, a paso de tortuga, ¡claro! Pero lo logré.
Me sentía cansada pero el siguiente nivel era la tirolesa, y a pesar de las pocas fuerzas que me quedaban en los brazos lo cumplí, deslizarse por el aire mediante cuerdas me hizo sentir libre, amada por la naturaleza como si el aire me abrazara junto con el agua, si la felicidad no se puede definir creo que si se puede experimentar en pequeños momentos como esos. Después muchos viajes, unos de cabeza incluso porque el riesgo me retaba, aprendí a utilizar las herramientas de escalda, aprendí lo valioso que es el trabajo de un rescatista en situaciones reales, sinceramente espero que si en algún momento las habilidades y conocimientos que adquirí se requieren no dudaré en ponerlos en práctica. Al final compartimos como refrigerio un queso de la provincia de Manabí, con pan y gaseosa para después darnos un chapuzón en esa bella cascada que tiene mi país.