Ecos de un duelo: Parte I



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Ecos de un duelo: Parte I

Aquel día cuando esa noticia rompió la barrera del silencio, todo se nublo instantáneamente, en destellos de segundos se desplomó mi vida por completo, cayeron fragmentos por dondequiera de mi ser, mi corazón se partió en mil pedazos, pues había entrado en la etapa de la negación, me había roto como un cristal frágil, mi corazón gritando en un vacío sin fondo…

¿Cómo es posible que la vida sea así de repente mi Dios?
¿Cómo es posible que pasen esas cosas Señor?

Tantas cosas que me imaginé tras tu partida, tantas cosas que pasaron por mi cabeza, tantas preguntas que me siguen rondando en mi cabeza, es que no lo puedo creer, todavía me cuesta creerlo…

¿Quién madre cree esa atrocidad de accidente?
¿Qué le pasó a mi hija mi Dios?

El mundo se detuvo para mí, el tiempo se desvaneció en las sombras, y mis pensamientos se sumergieron en un laberinto sin salida, he tratado de buscar respuestas que no llegarán por ahora quizás.

El alma se me destrozó, se hizo añico, se dispersó todo en mi vida, nada tenía sentido, me encontraba caminando entre los fragmentos de esa grieta tan profunda, de ese dolor tan vil y que cada día se agudiza más y más, lo que era contigo, ya no lo soy, me hace falta, mucha falta…

Quedaron de ese adiós mi vida en mil pedazos, que solo me ato en nuestro amor incondicional, las grietas son las historias de nuestra unión, ese mapa de dulzura, sentimientos y dolor, siempre serán la brújula visible entre tú y yo, siempre presente en cada recuerdo de nuestro ayer, símbolo de un amor que no se apaga, en este duelo irreversible…

El enojo brota como un volcán, quizás algún día se apagará, no lo sé, la lava sigue ardiendo en cada recuerdo, resuenan esos gritos de aquella triste noticia, es un grito ahogado, ensordecedor, de aquella tarde sombría, que se hizo eterna…

Las preguntas resurgieron una y otra vez:

¿Por qué, Valentina, por qué mi Dios?

La frustración de todo aquello me empezó a invadir, se aferró a mi pecho, pues empecé a mirar a mi alrededor, viendo y buscando el por qué de las cosas, quien era el culpable de aquel accidente, la imaginación empezó hacer de las suyas, maquinando posibles sucesos y hechos, un mar de rostros vinieron y fueron, que se alejaron en un instante, cegando todo a mi paso, todo era dolor, sufrimiento y algo que todavía no podía explicar…

Las palabras de condolencia me resbalaban como el soplar del viento, nada aliviaba mi dolor, todo era nulo, se evaporaban en instantes, como fundir el hielo al sol… Todo empezó a dar vueltas, me embriagó la tristeza, me volví una zombi, en un mundo sin sabor...

El dolor de haber perdido a mi Valentina, no se compara con ningún otro sufrimiento, se me fue mi padre, fue una difícil etapa de aceptación que duró casi dos años, luego aprendí a vivir con su ausencia y con mi dolor, pero esto no se puede comparar, es más fuerte, más letal, te rasga todo los sentidos, todo tu ser se ve afectado…

Aún cuando he perdido familiares, amigos y seres queridos, no es igual, la muerte de una hija es caer en un abismo, una llama que me arde, que me quema, que me duele y me consume mi interior, este dolor me está consumiendo poco a poco, se vuelven cenizas de nostalgia, cada momento vivido se siente como un susurro arrinconado, el fuego se enciende en mi vida y es como arrasará con cada recuerdo, que en cada rincón de mi ser, tu ausencia hija mía golpea como un mazo, que azota mi alma...

Me la has puesto difícil mi Dios... Solo usted sabe el por qué de las cosas...


 Todos los derechos reservados de Autor.
 Maleida Marcano/@maleidamarcano.
 Las Fotografías son de mi exclusiva propiedad, de mi álbum familiar. La foto de captura del accidente fue tomada del WhatsApp de Ysa, con su previa autorización para la publicación. 

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