«Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez»
— Gabriel García Márquez
La cabeza de Nils
Hace tiempo, la cordura había desaparecido de mi mente, logré ermitaño controlarla aislándome de la sociedad definitivamente. Hace tiempo no hubiese sido capaz de contar esta historia, porque el asiduo pánico de mis entrañas no permitía que exhumara cada palabra exponente de ese horror. La tragedia pasó de una tristeza dolorosa a una consternación aguda, precursora de las más lacerantes pesadillas.
Mi madre y yo vivíamos en un pequeño pueblo cerca de las vegetaciones hermosas y extensas de Cagri, una región poco explorada, pero debido a la necesidad de diferentes puntos poblacionales, se ha tenido que extraer una parte de la naturaleza para instaurar nuevos sitios para vivir. Yo era un niño pequeño que tuvo que sobrevivir a la huida de un padre, que ya no amaba a mi madre ni a mí. Fui vividor de una vida en semblanza a la de un adulto, asumiendo un rol que no me correspondía pero no me quedaba otra opción.
Durante el día veía a los otros niños jugar, en los valles de Cagri y en los riachuelos y pozos cercanos al pueblo, mientras ayudaba a mi madre a salir de la dura depresión que le había provocado mi padre. Durante las noches contaba las estrellas y hablaba con ellas como si fueran mis amigas. Me deslumbraba con su reluciente presencia y contemplaba afanoso una imagen de las entrañas de mi imaginación; era más bien, un anhelo, cuanto deseaba que alguno de esos millones de astros bajara para hacerme compañía real.
Cual insulso fue mi deseo, tan cruel; no debí invocar aquellas palabras pero ¿cómo no podía ser? Era un niño que buscaba salir aunque sea un instante de su mísera situación, a la que no podía acostumbrarme. Esa noche aprendí que hasta la felicidad, tiene sus más terribles consecuencias.
El susurro de la noche despachaba un mensaje que llegó a mis oídos mientras estaba apreciando aquel deleite estelar. Las palabras que escuchaba eran dulces, seductoras y llenas de aventura, una andanza que he deseado con todas las ganas de mi corazón y como tal, no pude ignorarlo y lo seguí hasta su origen. El murmullo provenía del interior del bosque tupido de Cagri, al que se nos prohibió a todos, (niños y adultos) entrar, y mucho menos de noche, porque la zona inexplorada albergaba peligros que arrastraban a los seres vivientes a un final mortal.
No hice caso omiso y me dejé guiar por el exquisito aroma en forma de palabras fascinadoras y hechiceras, y me adentré al bosque en una de sus gargantas. Caminé por caminos obstaculizadores arrebatado del sentido común y sus mensajes de advertencia. Crucé por un camino plagado por árboles que obstruían el paso, acompañados por altas hiedras y espesa maleza. El sonido de animales nocturnos repelía aquella voz confusa que perseguía, pero me mantuve firme y adelante hasta que di con su origen.
En lo más profundo del bosque de Cagri, había un camino despejado que si lo seguías, te llevaba hacia un pequeño terreno baldío donde yace un árbol de antigüedad evidente y colosal cuerpo. En su coraza se puede divisar un rostro, como de un anciano, pareciera que hubiera dormido milenios o eones, ni más falta creerlo, por el arcaísmo de esta región natural. El árbol al estar frente a su presencia, abrió los ojos y me miró hablando en mi lenguaje.
—¿Qué buscas acá niño forastero? —Expresó el árbol con voz profunda y cansada—¿Acaso se te ha perdido algo?
Me eché para atrás completamente asustado, no esperaba una sorpresa tan pasmante. No dije palabra alguna y me quedé observando en pánico.
—¿Ah? ¿Es en serio? ¿Este niño? —El árbol siguió hablando como si discutiera con alguien, en ese momento pensé que hablaba consigo mismo hasta que mencionó un nombre. —Ya veo… de acuerdo Nils, has lo que quieras pero déjame dormir por favor.
De las más altas ramas de aquel viejo árbol descendió rápidamente algo hasta de abrupto estar frente a mí, que me dejó completamente estupefacto. Era una cabeza, pero no humana, sino de un mono; una especie de primate que jamás había visto en mi vida. Tenía un aspecto decrépito y espantoso, como consumida o en proceso de descomposición. No tenía parpados y muy escasa piel alrededor de sus ojos anaranjados, sobresaltándolos y dándoles un aspecto más espeluznante. Sus colmillos eran largos como dos filosas navajas y hablaba en un tono agudo e irritante.
—Qué bueno que viniste niño forastero, sabía que si cantaba con fuerza seguirías el sonido de mi voz, deberías dejar esa cara de trauma y sonreír un poco (risas).
La sonrisa posada en ese espantoso rostro me dejó inerte pero en modo defensivo, quería huir pero algo me lo impedía, ¿fue la curiosidad? Algo parecido pero me dirijo más bien a la idea de que fue una influencia maligna propulsada por aquella criatura.
—Veo que no confías en mí, te diré mi nombre. Me llamo Nils y soy una cabeza de mono feliz y sonriente (risas), no preguntes como perdí el resto de mi cuerpo, esa historia me pone triste y yo odio la tristeza. Tengo la habilidad de hacer tus mayores anhelos realidad. Vi tu sufrimiento desde la distancia y decidí traerte hasta aquí para que conocieras mi propuesta. Por tu cara aun puedo ver que no crees en mí, ¿pues quién creería en una cabeza flotante y fea como yo? (risas) pero te demostraré que digo la verdad.
Aún estaba callado, no podía salir del asombro y mis palabras estaban atoradas en mi garganta. Me escudé con mis brazos poniéndolos hacia adelante, impidiendo hasta el aliento de ese monstruoso ser.
—Sé por la angustia que pasan tu madre y tú, especialmente ella quien está hundida en la tempestad más penosa. Es muy difícil que una mujer con un estado de salud como el de ella pueda sobrevivir a una etapa así. Sería lamentable que algo terriblemente letal hasta causar su defunción le ocurriese, pero yo podría hacerla feliz, podría despojarla de toda esa pesadez, esa es mi intención, es por eso que te he traído aquí (risas) ¿Quieres que te ayude a salvarla?
Al escuchar esas palabras, especialmente las que decían que podían salvar a mi madre, me puse firme ante la gran cabeza de mono y la miré fijamente poniéndole toda mi atención. A pesar de su aspecto espantoso, a pesar de su voz irritante, a pesar de su estruendosa y perturbadora risa, quería ayudar a mi madre así que acepté asintiendo ante su pregunta.
—¡Excelente pequeño amigo! (risas) Ahora sostenme y llévame a tu casa antes de que tu madre se despierte. Vamos no tengas miedo, solo tómame entre tus brazos o colócame frente a ti con las manos extendidas hacia adelante, te diré rápidamente como salir del bosque deprisa.
Sin pensarlo y para salir del paso, tomé aquella cabeza flotante y corrí por la misma dirección donde llegué. Nils me indicaba la senda correcta mientras que yo me concentraba en seguirla y evitar que se me cayera de mis manos. Marché con celeridad hasta que salimos del bosque y posteriormente con la misma velocidad llegamos finalmente a mi casa.
—Muy bien amiguito, ahora colócame junto a tu madre en su habitación. Evita despertarla puesto que las consecuencias serían devastadoras (risas), una vez que me dejes ahí, sal del cuarto y no regreses hasta que hayan pasado veinte minutos.
Ejecuté al pie de la letra las órdenes de Nils, entré sigiloso a la habitación de mi madre, lo coloqué encima de la mesita de madera junto a la cama y luego con la misma prudencia salí de la habitación, luego, solo me quedé a esperar.
¡Oh! ¿Quién iba a pensar que esa noche recibiría una sorpresa? ¿Algo que me marcaría para siempre? Los humanos siempre queremos tomar los milagros con nuestras manos y hacemos todo lo posible para que estos se cumplan. Después de unos minutos en espera, comencé a escuchar una tétrica risa dentro de la habitación de mi madre, no era la de Nils la que escuchaba, sino una más aguda y desgarradora. Decidí entrar con premura hasta que mis ojos vislumbraron el horror que había provocado.
Mi madre se encontraba sentada junto a la cama con el rostro pintado con una sonrisa antinatural, tan aterradora y envuelta en espantosas y punzantes carcajadas que hicieron que me arrodillara en el suelo con los ojos envueltos en lágrimas. Nils me miró con su sonrisa de monstruo y me dijo:
—¡Amiguito, mira! ¡Tu madre volvió a sonreír! ¿No estás feliz? Ella sí que se ve muy feliz (risas).
—FIN—
Escrito por @universoperdido. Martes 18 de agosto del 2020
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