Gregorio y la mujer de labios carmesí
Un museo de bellas artes en el que estaban en exposición una serie de pinturas de grandes artistas de todas partes del mundo. Gregorio miraba detenidamente cada una de las piezas que se exhibían en las paredes del lugar. La gente lo miraba raro, no solo por su anticuado aspecto, sino también porque parecía hablar solo y en voz alta.
El guardia de seguridad le pidió que no hiciera ruido pero Gregorio parecía ignorarlo, quizás maravillándose del arte contenido allí. El clima parecía volverse tenso y la multitud comenzó a callarlo, hasta que decidió irse del lugar cabizbajo, con ojos humedecidos.
A la mañana siguiente regresó al museo. Esta vez el lugar estaba despejado de gente, por lo que observó cada detalle de las pinturas e incluso se animó a tocarlas. Al pasar la mano por la rugosidad de las pinturas parecía estremecerse de placer. Aunque ninguna le llamó tanto la atención como aquél cuadro que estaba solitario en uno de los pasillos aislados.
Caminó con un ritmo acelerado hacia esa pintura y quedó asombrado por la belleza de una mujer en primer plano. Miró hacia todos lados y besó con pasión esos labios color carmesí de forma tan bruta que logró desprender la pintura de la pared, cayendo con rudeza sobre el piso. El guardia escuchó el estruendo y fue de inmediato a ver que pasaba, y fue cuando se encontró con Gregorio lamentándose de lo que había hecho.
Al otro día de ser echado del lugar decidió regresar, esta vez teniendo la precaución de no romper nada ni llamar la atención de los guardias. Repasó el museo en su mente y vio la oportunidad de entrar sin que noten su presencia. Había cámaras, pero estas seguramente se veían cuando sucedía algún hecho extraño, es decir, no estaban en constante vigilancia.
Aprovechó un descuido del guardia de la puerta y se introdujo como ratón por la sala del museo, dirigiéndose de lleno hacia aquél pasillo que parecía estar en mantenimiento por el color de las paredes, sin embargo allí aún estaba colgada la pintura de la mujer de aquellos bellos labios carmesí. En ese pasillo no habían cámaras, por lo que podía ser un gran punto ciego, pues solo podía verse a alguien ingresar allí, pero no ver qué estaba haciendo.
El mismo guardia volvió a escuchar el mismo estallido del otro día, viniéndole a la mente que se trataba del mismo sujeto que había echado. Dobló la esquina ingresando al pasillo que estaba en remodelación y vislumbró un cuadro tirado con los vidrios hechos trizas, desparramados por todos lados.
Al dar vuelta la pintura se encontró con algo que lo dejó con los ojos abiertos al máximo y un sentimiento de estupor. Aquél cuadro en el que posaba una bella mujer en primer plano ahora era uno muy distinto en donde se besaban dos personas en un lugar soñado similar a un paraíso; Gregorio y la mujer de labios carmesí.
Gregory and the woman with crimson lips
A fine arts museum where a series of paintings by great artists from all over the world were on display. Gregory looked carefully at each of the pieces displayed on the walls of the place. People looked at him strangely, not only because of his old-fashioned appearance, but also because he seemed to be talking alone and in a loud voice.
The security guard asked him to keep quiet but Gregory seemed to ignore him, perhaps marveling at the art contained there. The atmosphere seemed to become tense and the crowd began to quiet him, until he decided to leave the place crestfallen, eyes watering.
The next morning he returned to the museum. This time the place was clear of people, so he observed every detail of the paintings and even dared to touch them. As he ran his hand over the roughness of the paintings he seemed to shiver with pleasure. Although none caught his attention as much as that painting that stood alone in one of the isolated corridors.
He walked with an accelerated pace towards that painting and was amazed by the beauty of a woman in the foreground. He looked around and passionately kissed those crimson lips so roughly that he managed to dislodge the painting from the wall, falling roughly to the floor. The guard heard the clatter and went immediately to see what was happening, and that's when he found Gregory regretting what he had done.
The next day after being kicked out of the place he decided to return, this time taking care not to break anything or draw the attention of the guards. He reviewed the museum in his mind and saw the opportunity to enter without being noticed. There were cameras, but these were surely seen when some strange event happened, that is, they were not under constant surveillance.
He took advantage of an oversight of the guard at the door and entered the museum room like a mouse, heading straight for that corridor that seemed to be under maintenance by the color of the walls, but there still hung the painting of the woman with those beautiful crimson lips. In that corridor there were no cameras, so it could be a big blind spot, because you could only see someone entering there, but not see what he was doing.
The same guard again heard the same bang as the other day, it came to his mind that it was the same guy he had kicked out. He rounded the corner into the hallway that was under renovation and glimpsed a painting lying there with the glass shattered, scattered all over the place.
Turning the painting over, he found something that left him with his eyes wide open and a feeling of astonishment. That painting in which a beautiful woman was posing in the foreground was now a very different one where two people were kissing in a dreamy place similar to a paradise; Gregory and the woman with crimson lips.
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Ésta es mi participación en el Hispaliterario 19. Se invita a participar a @eliezerfloyd y @andrewmusic.
He utilizado las siguientes imágenes, las cuales edité con Photoshop:
- Luis Villasmil | Unsplash
- Enrique Meseguer | Pixabay
- He traducido el texto del español al inglés con ayuda de DeepL.