Si tuviera que elegir entre quedarme lejos de ti y vivir, o estar a tu lado y en poco tiempo morir, me abrazaría con fuerza a tus brazos, con tanta fuerza que solo la muerte sería capaz de separarnos. Porque eres tú la razón de mi existencia, eres tú el motivo que me ayuda a seguir respirando en este lugar que, si no fuera por ti, solo estaría vacío.

Si pudiera elegir qué hacer con mi tiempo, solo pediría estar a tu lado, siempre a tu lado, sin que nada ni nadie pueda impedirlo. Porque eres tú la razón por la que mis ojos despiertan cada mañana y, más que eso, el motivo por el que desean hacerlo.

Si fuera mi elección, no dudaría ni un solo momento en quedarme contigo, protegerte de la adversidad y luchar contra todo solo por ver tu sonrisa, esa maravillosa sonrisa que, sin una palabra, me recuerda que hay mucho por qué vivir. Y hasta sería capaz de aceptar la llegada de la muerte con resignación y valor. Así es, por ti hasta valdría la pena morir.

Si estuviera en mi poder la decisión, no dudaría ni un solo segundo. Es a tu lado donde me quedaría, aferrado a tu pecho, respirando tu aroma, y sintiendo la plena felicidad que produce el amor verdadero, ese que muchos buscan incansablemente, pero que pocos logran hallar, al menos no como yo, un afortunado, tan afortunado que ya incluso le he perdido el miedo a la muerte.

Porque podría llegar en cualquier momento y quitarme la alegría de vivir y sentir, ¿pero cómo podría arrebatarme la dicha de haber compartido contigo un amor tan puro y maravilloso? Nada, nadie, ni siquiera el más cruel de los enemigos, podría borrar la grandeza de este amor, un amor que no tiene fin, que supera el tiempo, que supera la inmensidad. Amor real, amor de verdad.

¿Recuerdas, vida mía, cuando preguntabas si este amor sería solo una corta experiencia o un largo viaje? Tal vez no lo hayas notado, porque la felicidad hace que ignoremos por completo el tiempo, pero los años han pasado, y aún estamos juntos, lado a lado. ¿Acaso se puede pedir más?

Somos afortunados, por habernos encontrado. "Suertudos", quizás dirían algunos. Aunque la verdad es que, cuando el amor es verdadero, siempre triunfa. Ha llegado el momento del adiós, un adiós que se ha apresurado para encontrarse con nosotros. Se ha adelantado, al menos, a nuestro parecer. ¿Qué más da si así es? La vida ha sido maravillosa, con todo y que muchas cosas de las que en ella suceden no dependen de nosotros, en algunas ni siquiera podemos intervenir un poco.

La muerte se cierne y solo nos quedan unos pocos segundos para decirnos adiós. ¿Adiós? Un “hasta luego sería mejor”. No tengas ninguna duda, querida mía, que en cuanto dependa de mí, nunca cambiaré mi decisión, porque si pudiera elegir, te amaría día tras día, por toda la eternidad.