Saludos para todos, “Los olores de mi infancia” una iniciativa de @tibaire que me trasladó lejos de la ciudad mientras jugaba con mis primos, entre tantas otras anécdotas.
Nací y crecí en Caracas, capital de Venezuela. En una selva de concreto donde el contacto con la naturaleza lo concebía solo por ratos cuando tenía la oportunidad de acudir a parques al aire libre. La familia de mi abuela (hermanos y madre) vivía y aún residen en Puerto Cabello, estado Carabobo, y la casa de mi bisabuela estaba ubicada específicamente en Borburata, un pequeño pueblo en las afueras de la ciudad, con montañas y ríos.
Mis tíos abuelos, desde esa época cuentan con terrenos destinados a la siembra y a lo largo de los años construyeron una piscina y casa club. Sin embargo, mientras era una niña me fascinaba adentrarme en esos terrenos con mis primos y el primer olor que viene a mis pensamientos es el de la mata de Jobo. Un gran árbol que brindaba sombra y un pequeño y delicioso fruto llamado Jobo, de color amarillo y un sabor entre cítrico y dulce. Era el primer árbol al salir del patio trasero de la casa, una pared divisoria con una puerta que dejaban abierta en el día, daban inicio a los terrenos destinados para la cosecha.
Es su olor lo que más recuerdo, caminando alrededor del árbol y deleitándome en primer lugar con el aroma y luego recogiendo la fruta que se encontraba en el suelo y estuviese en buen estado, sin que los pájaros la hubiesen probado. Los adultos expresaban, “El Jobo mancha, tengan cuidado con la ropa”, mientras todos los niños y jóvenes andábamos cerca de él.
Hoy en día, camino a manera de ejercicio dentro de la urbanización donde hago vida y ese olor llega a mí cada vez que pasamos por un lugar determinado, lo que me hace comentar a mi esposo…”Huele a Jobo” y luego le narro a historia de mi infancia ja, ja, ja. Lo extraño es que no hay un árbol de Jobo, entonces supongo que será alguna flor silvestre que desprende el agradable aroma.
Otro aroma también ubicado en Borburata es la leña encendida a orillas del río cocinando la sopa. Aunque una sopa a leña la podemos degustar en varias zonas, en mi infancia era allí, donde su preparación invade mi mente. A los niños nos dejaban la responsabilidad supervisada por un adulto de lavar la verdura en el río, luego nos dedicábamos a la diversión, hasta que escuchábamos el llamado…”La sopa está lista, vengan a comer”. La leña tiene olor incluso después de apagarse, lo que significaba que hasta la hora de partida, el aroma nos acompañaba.
De regreso a la ciudad, recuerdo un aroma que me despertaba cada mañana y era el del café recién preparado. Mi madre siempre se ha levantado temprano, aunque fuese fin de semana, apenas se despierta y luego del aseo personal, va a la cocina a preparar café. Yo, desde mi habitación, me enteraba de que ya estaba activa cuando el aroma penetraba mi sentido del olfato.
Al rato me levantaba y me disponía a compartir con ella en la cocina impregnada con aroma a café una pequeña taza, antes de preparar el desayuno.
El último olor de mi infancia que mencionaré es el olor de mi casa materna, un olor indescriptiblemente agradable, un olor único que me hacía caer en cuanta que había llegado al lugar correcto. El olor se agudizaba cuando pasábamos varios días de viaje, como en Puerto Cabello por ejemplo, luego al regresar apenas mi madre abría la puerta era como un guaaaooooo este es mi hogar.
No importaba cuál marca de limpiadores y desinfectante usaran, el olor de la casa no variaba. Aun la casa de mi madre guarda su aroma particular.
Fue un placer compartir en @holos-lotus otra iniciativa que me hizo viajar en el tiempo para traer los más agradables olores de mi infancia. Quisiera leer a @verdesmeralda y @ungranulises.
Me despido deseándoles buenas vibras💞
Las fotos son propias y las ediciones las realice en Canva con la versión gratuita
Greetings to all, "The smells of my childhood" an initiative of @tibaire that took me away from the city while playing with my cousins, among many other anecdotes.
I was born and raised in Caracas, capital of Venezuela. In a concrete jungle where contact with nature was conceived only for a few moments when I had the opportunity to go to outdoor parks. My grandmother's family (brothers and mother) lived and still live in Puerto Cabello, Carabobo state, and my great-grandmother's house was specifically located in Borburata, a small town on the outskirts of the city, with mountains and rivers.
My great uncles and aunts, since that time have had land for farming and over the years they built a swimming pool and club house. However, while I was a child I was fascinated to go into those lands with my cousins and the first smell that comes to my thoughts is that of the Jobo bush. A large tree that provided shade and a delicious little fruit called Jobo, yellow in color and tasting somewhere between citrus and sweet. It was the first tree to come out of the backyard of the house, a dividing wall with a gate that was left open in the daytime, gave beginning to the land destined for the harvest.
It is the smell of it that I remember most, walking around the tree and first delighting in the aroma and then picking the fruit that was on the ground and in good condition, without the birds having tasted it. The adults would say, "El Jobo mancha, be careful with your clothes", while all of us children and youngsters would walk around it.
Nowadays, I walk as an exercise inside the urbanization where I live and that smell comes to me every time we pass by a certain place, which makes me comment to my husband... "It smells like Jobo" and then I tell him the story of my childhood ha, ha, ha, ha. The strange thing is that there is no Jobo tree, so I guess it is some wild flower that gives off the pleasant aroma.
Another aroma also located in Borburata is the firewood burning on the banks of the river cooking the soup. Although we can enjoy a wood-fired soup in several areas, in my childhood it was there, where its preparation invades my mind. As children, we were left with the responsibility of washing the vegetables in the river, supervised by an adult, and then we would have fun until we heard the call... "The soup is ready, come and eat". The firewood has a smell even after it is extinguished, which meant that until the time of departure, the aroma was with us.
Back in the city, I remember one aroma that woke me up every morning and that was the aroma of freshly brewed coffee. My mother always got up early, even if it was a weekend, as soon as she woke up and after personal hygiene, she went to the kitchen to prepare coffee. I, from my room, would know that she was already active when the aroma penetrated my sense of smell.
After a while I would get up and get ready to share a small cup with her in the coffee-scented kitchen before preparing breakfast.
The last smell of my childhood that I will mention is the smell of my mother's house, an indescribably pleasant smell, a unique smell that made me realize that I had come to the right place. The smell would get stronger when we spent several days traveling, like in Puerto Cabello for example, then when we came back as soon as my mother opened the door it was like a guaaaooooo this is my home.
No matter what brand of cleaners and disinfectants were used, the smell of the house did not change. Even my mother's house still has its own particular scent.
It was a pleasure to share in @holos-lotus another initiative that made me travel back in time to bring back the most pleasant smells of my childhood. I would like to read @verdesmeralda and @ungranulises.
I say goodbye wishing you good vibes 💞
The photos are my own and the editions were made in Canva with the free version.
I use the translator Deepl