Heridas de la infancia: El eco de lo vivido en nuestra adultez

Hace tiempo leí algo de las heridas de la infancia, y me pareció muy interesante ver como lo vivido en etapas tempranas de nuestra vida tiende a marcar nuestra conducta en la adultez, sé que todos saben sobre esto, aunque a veces no se encuentra una relación directa, no debemos dejar esto nunca de lado.

Si alguien va a terapia siendo adulto, es bastante común notar que (dependiendo de la corriente de formación del terapeuta, se inclinará más o menos a indagar) hará preguntas de nuestra infancia, de los buenos recuerdos que tenemos de nuestra niñez, de la relación con nuestros padres y abuelos, si somos hermano mayor, menor o el del medio, todas preguntas que permiten ver al profesional que nos acompañará en el proceso como fue esta etapa para nosotros, porque ahí está la respuesta a muchas cosas, a muchas conductas de nuestro presente.


Imagen de Pixabay

Todo esto de las heridas de la infancia está bastante estudiado, llegando a definir característics que se presentan comúnmente en las personas que, por ejemplo, han tenido heridas de abandono, que por distintas razones la relación entre madre y padre no fue buena, y el padre (más habitualmente padre que madre) solía estar ausente, y que prometía algo, como pasar buscando para pasar un fin de semana con el hijo, y eso no ocurría,y estas cosas determinan mucho en la persona de adulto, y sobre todo, cuando no se tratan las secuelas.

Estas "secuelas" son esas heridas de las que hablo, ya que están presentes, y a veces ni lo sabemos. Muchas veces las relaciones que establecemos con alguien son un reflejo de eso que vivimos, que sentimos en los años de infancia, y pregunto, tiene esto ¿lógica?, si, la tiene, pero ¿es lógico que algo que ocurrió hace tanto tiempo siga limitando nuestro bienestar presente?, ahí si que debo decir que no, porque es necesario que tengamos esto presente, que nos afecta ahora, para abordarlo, confrontarlo, superarlo, si lo que deseamos es tener un mejor presente y futuro.


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Definitivamente no es algo que se asume de la noche a la mañana, tampoco es algo quevamos a superar tan rápido, pero si es importante, para nuestro bienestar general, que entendamos que algunas cosas que vivimos en nuestra infancia, y que nos generaron estrés en esa etapa y que luego se transformaron en una herida permanente, que enera dolor ante ciertas realidades y ante esto reaccionamos, pueden ser sanadas y superadas, de eso no debemos tener ningún tipo de dudas.

NO hagamos caso omiso a la señales que nuestro comportar nos da, a veces algunos desequilibrios en nuestras relaciones diarias, o nuestras relaciones de pareja, tienen que ver con esto, y lograr bienestar general arrastrando estas cadenas puede ser algo bastante difícil, para no decir imposible.

No olvidemos que al final somos el resultado de muchas cosas vividas, y el hecho d que algunas de estas situaciones no las recordemos no queiren decir que no están presentes en nuestro comportamiento, en nuestra manera de ser o de ver la vida. Nuestra infancia fue una etapa determinante de nuestras vidas, así que no la dejemos a un lado, y podemos descubrir, muy probablemente, que algunas de las dificultades que tenemos en el presente provienen de esa etapa, entonces, nunca es tarde para ayudar a curar a ese niño de nuestro pasado.

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