El gran destello: El año antes del final

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Novela original

Parte I: Alumbramiento

El gran destello, no vino de la mano del hombre, no fueron bombas en una guerra absurda. No fue un meteorito, ni un rayo gamma, el cambio climático tampoco, y una invasión extraterrestre nunca sucedió. Ningún ser humano hubiera imaginado que el final de la humanidad sobre la tierra, hubiera llegado tan temprano y desde el mismo Sol.

El gran astro, nuestro Sol, el Sol que por millones de años calentó las mañanas y los días, e iluminó a ratos la mitad del planeta. Ese sol que fue objeto de estudio y de poemas, de metáforas memorables, de infinito misterio para el hombre, un día, se convirtió en nuestro peor y más mortífero enemigo. Un enemigo contra el que no se podía ganar por mucho que se luchara.

La primavera del año antes del final llegó en febrero. Las flores asomaron y los colores de la naturaleza resplandecían como nunca antes. El calor sofocante auguraba un verano de los peores, pero nadie podía imaginar cuan peor sería. Los termómetros marcaban los 35 grados, incluso en las noches y madrugadas no bajaban de 30. El consumo energético del planeta se disparó, y los conflictos por el precio y consumo del petróleo y gas natural no se hicieron esperar.

Para mayo llegaron las primeras noticias de muertes por olas de calor, en Europa y las regiones ecuatoriales. Las personas comenzaban a salir de sus casas, con unas sombrillas fabricadas para contener el calor, que pronto fueron sustituidas por ropas refrescantes de materiales nuevos. Estaba llegando un nuevo orden, una nueva forma de socializar. Ya no existían las escapadas al campo abierto, o recorrer los centros de las grandes urbes. Los enamorados no sentían al tacto la piel de la mano de su pareja al salir a pasear, ahora todo estaba cubierto de materiales aislantes, que mantenían fresco todo el cuerpo. Los ojos fueron los próximos en ser cubiertos. La luz que llegaba desde el sol, era cada vez más insoportable de tolerar.

Los 47 grados Celsius constantes provocaron que el agua comenzara a evaporarse con más rapidez, y por tanto a escasear. Lo que una vez se predijo que las próximas guerras serían por agua, estaba llegando. En muchos países del África millones de personas murieron de sed. También los animales comenzaron a llenar los valles, muchas veces incendiados, de cadáveres. Era como el comienzo del apocalipsis, pero aún faltaba lo peor.

En octubre todo comenzó a mejorar, o al menos eso se pensó, la temperatura descendió a unos 30 a 32 constantes, ya no hacía falta ir cubierto de pies a cabeza, el cegador resplandor disminuyó, y todo iba volviendo a ser como fue siempre. Aquel 31 de diciembre el júbilo fue global, a pesar de que había muerto, el 15% de la población del planeta, y una buena parte de su fauna y flora.

Exactamente el 21 de marzo a las 11:00 en Escocia, el volcán Sta. Kilda rugió como cientos de trueno ensordecedores a la vez. Esa fue la señal, o al menos, lo que se cuenta de generación en generación como lo que dio inicio al final. Nunca se estará seguro si fue casual o tuvo que ver con la luz del sol, que un segundo antes se intensificó emitiendo un gran destello que hacía imposible abrir los ojos, y luego en un instante, todo se oscureció. El sol había muerto, apagado por completo y para siempre. Un frío como un cuchillo filoso, se clavó en todo ser vivo sobre la tierra.

El planeta se desaceleró en su traslación y rotación. No fue de inmediato, se tomó su tiempo y gracias a ello, la humanidad tuvo una oportunidad de sobrevivir. Toda la física y fenómenos naturales cambiaron: las mareas, las inundaciones, las descargas eléctricas, la lluvia, la vida en general, cambió para siempre. Los años comenzaron a durar 456 días y los días 37 horas. Al menos así fueron los primeros 30 años (que se denominaron desde entonces Años Oscuros), ahora, no se está seguro que sea así. A veces parece que son menos y otras veces, que son más.

La iniciativa de iluminar una pequeña parte de la luna de forma artificialmente, permitió determinar si era de día o de noche por un tiempo. Hasta que las escaseces de materias primas y el insoportable frío, no permitieron continuar con el proyecto, y la humanidad dejó de vivir en la superficie, sentenciada (junto con la fauna) que sobrevivió los primeros 50 años oscuros, a retirarse por siempre en las profundidades de la tierra, donde el tiempo dejó de ser una variante a tener en cuenta, y cada grupo adoptó sus propios horarios y estaciones.

Las cavernas fueron ocupadas como en la edad primitiva, con la esperanza de encontrar refugio contra un planeta que se revelaba con furia, ante la ausencia del calor y la luz que una vez parecían recursos eternos. Ahora solo queda oscuridad en la superficie y condiciones más inhóspitas, que las que se conoció en los polos.

Les habían explicado muchas veces, que el planeta estaba muerto en la superficie, pero... Continuará

Parte III: El gran destello: Votación

Imagen editada con fuentes de:
Foto de javier gonzalez en Pexels
Foto de Jeremy Bishop en Pexels

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