Saludos. La amiga @purpleglitter nos deja una invitación a revisar nuestros sentimientos en relación con la comida, sobre todo si eso trae como consecuencias algún tipo de sobrepeso o delgadez. Les comento…
Durante mi infancia y hasta la adolescencia fui bastante delgado, sufría frecuentes episodios de asma en los que casi no consumía alimentos; para el tiempo de la Universidad ya el asma se había retirado bastante de mi vida, comía mucho más pero al mismo tiempo mantenía una gran actividad física, con frecuencia subía el cerro del Ávila , practicaba Kung Fu en el club del Pedagógico y a veces me tocaba caminar muchos kilómetros para llegar a mi casa. Mi contextura era delgada, no superaba los cincuenta y ocho kilos y mi estatura era de uno sesenta y cuatro.
Por aquel entonces estaba convencido que yo pertenecía al grupo de personas que no tenían que preocuparse por su peso, estaba en un error.
Cuando comencé a trabajar y luego que me casé, cambiaron muchos mis hábitos. No lograba organizarme adecuadamente para retomar la actividad física, caí en un gran sedentarismo. A eso se sumó la incorporación de comidas dulces, chucherías y chocolate en cantidades industriales. El resultado pronto estuvo a la vista, llegué hasta los setenta y dos kilos…
Muy a mi pesar tuve que aceptar que al igual que los demás yo también podía subir de peso, desde entonces me ha tocado estar muy pendiente de la balanza y no descuidar aquellos hábitos saludables que me permiten mantener el peso adecuado.
Luego de llegar a los sesenta años también caí en cuenta que la tendencia a subir de peso es más acentuada, cualquier pequeño cambio en la dieta o en la actividad física hace que lleguen los kilos de más.
Afortunadamente en esta edad tengo mucho más claridad de cómo lidiar con el problema.
Lo primero ha sido disciplinarme con la actividad física, todos los días trato de caminar al menos cinco kilómetros, una parte en la mañana y otra en la tarde. En el transcurso del día hago estiramientos, respiraciones profundas, un poco de pesas para el tren superior. Puedo cumplir fácilmente con estas rutinas porque estoy jubilado y no tengo compromisos de trabajo en la calle. Si tengo la oportunidad trato de ir una o dos veces a la semana a nadar unos pocos metros en la piscina.
También caí en cuenta que cuando estoy leyendo o escribiendo y hago alguna pausa caigo en un poco de ansiedad, la suficiente como para irme a la nevera a buscar algo que comer.
Esto es algo que me resulta difícil de controlar, pero le he buscado la vuelta. Lo primero fue dejar de comprar galletas, dulces y chocolates. Además, siempre tengo a mano dos o tres tazas de té verde preparado. Al levantarme con la necesidad de comer procedo a calentar una taza de té, que quede bien caliente, así me obligo a beberlo muy lentamente y sorbo a sorbo la ansiedad se va disipando y continúo con lo que estaba haciendo.
También tengo a mano maní salado, y casabe, si me dan ganas de comer algo a veces agarro unos diez granitos de maní y los mastico muy concentrado en su sabor y textura; otras, tomo una pequeña porción de casabe y hago igual. Siento que la ansiedad disminuye. Con esto hay que tener cierto cuidado porque si consumes grandes cantidades de maní indudablemente que contribuirá a subir de peso.
Para comer pocas cantidades de comida en el desayuno, el almuerzo o la cena, también tengo un pequeño truco que ya se ha convertido en hábito. Pongo en la cuchara o el tenedor porciones muy pequeñas de alimento y las mastico largo tiempo, eso garantiza que el cerebro reciba la señal de que estoy comiendo, de ese modo logro saciarme sin necesidad de comer más de la cuenta.
En las comidas trato de concentrarme en lo que estoy haciendo, procuro comer en silencio y no hablar de ningún tema. El tiempo para comer es para eso. Claro, si estoy en reuniones con amigos o familiares es casi imposible no acompañar la comida con alguna conversación, pero eso no es el día a día.
Soy un gran creyente en la fuerza de voluntad. Estoy convencido que todos tenemos la capacidad para controlar muchos de nuestros hábitos. Lo primero es reconocer que los tenemos, y en el caso del ansia de comer darnos cuenta de cuál es el motivo qué nos impulsa a comer más de la cuenta o a cada rato.
También hay que aceptar que no lo podemos tener todo. No podemos esperar comer ilimitadamente todo los que nos cause placer sin que ello genere alguna consecuencia, en sobrepeso o en otros problemas de salud.
El equilibrio es algo fundamental en todas las esferas de nuestra vida. Podemos darnos de vez en cuando algún gusto como una porción de chocolate o un helado cremoso sin que ello impacte nuestro peso, es cuestión de moderación. Todos podemos encontrar el equilibrio. Suerte con eso…
Gracias por tu tiempo.
Greetings. The friend @purpleglitter leaves us an invitation to review our feelings about food, especially if that brings as a consequence some kind of overweight or thinness. Let me tell you...
During my childhood and until my adolescence I was quite thin, I suffered frequent episodes of asthma in which I hardly consumed any food; by the time I was in University my asthma had already withdrawn from my life, I ate much more but at the same time I maintained a great physical activity, I climbed the Avila hill frequently, I practiced Kung Fu in the Pedagogical club and sometimes I had to walk many kilometers to get home. I had a slim build, I weighed no more than fifty-eight kilos and my height was one sixty-four.
At that time I was convinced that I belonged to the group of people who did not have to worry about their weight, I was wrong.
When I started working and after I got married, my habits changed a lot. I was not able to organize myself properly to resume physical activity, I fell into a sedentary lifestyle. In addition to that, I started eating sweets, sweets and chocolate in industrial quantities. The result was soon to be seen, I reached seventy-two kilos...
Much to my regret, I had to accept that I could gain weight just like everyone else, and since then I have had to keep a close eye on the scales and not neglect those healthy habits that allow me to maintain the right weight.
After reaching the age of sixty I also realized that the tendency to gain weight is more accentuated, any small change in diet or physical activity makes the extra kilos arrive.
Fortunately at this age I have much more clarity on how to deal with the problem.
The first thing has been to discipline myself with physical activity, every day I try to walk at least five kilometers, part in the morning and part in the afternoon. In the course of the day I do stretching, deep breathing, a bit of upper body weights. I can easily accomplish these routines because I am retired and have no work commitments on the road. If I have the opportunity I try to go once or twice a week to swim a few meters in the pool.
I also find that when I am reading or writing and I take a break I get a bit anxious, enough to go to the fridge to get something to eat.
This is something that is difficult for me to control, but I have found a way around it. The first thing was to stop buying cookies, candy and chocolates. Also, I always keep two or three cups of brewed green tea on hand. When I wake up with the urge to eat I proceed to heat up a cup.
I make myself drink it very slowly and sip by sip the anxiety dissipates and I continue with what I was doing.
I also have salted peanuts and cassava on hand, if I feel like eating something, sometimes I take about ten grains of peanuts and chew them very concentrated; other times, I take a small portion of cassava and do the same. I feel that anxiety decreases. With this you have to be careful because if you consume large amounts of peanuts it will undoubtedly contribute to weight gain.
To eat small amounts of food at breakfast, lunch or dinner, I also have a little trick that has already become a habit. I put very small portions of food on my spoon or fork and chew them for a long time, which ensures that my brain receives the signal that I am eating, so that I am satiated without overeating.
During meals I try to concentrate on what I am doing, I try to eat in silence and not talk about any subject. That's what eating time is for. Of course, if I am in meetings with friends or family it is almost impossible not to accompany the meal with some conversation, but that is not the day to day.
I'm a great believer in willpower. I am convinced that we all have the ability to control many of our habits. The first thing is to recognize that we have them, and in the case of food cravings, to realize what drives us to eat more than we should or all the time.
We must also accept that we cannot have it all. We cannot expect to eat unlimitedly everything that causes us pleasure without generating some consequence, in overweight or other health problems.
Balance is fundamental in all spheres of our life. We can indulge from time to time in something like a piece of chocolate or a creamy ice cream without impacting our weight, it is a matter of moderation. We can all find a balance. Good luck with that...
Thanks for your time.
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