Un pueblo donde los niños nacen envejecidos

Estimados lectores, les dejo este relato a ver qué les parece.


El más joven de los Martínez tiene la apariencia de un hombre de 90 años de edad y el más viejo, el abuelo, luce como de 21. Son de un pueblo donde el tiempo va en dos sentidos: por un lado, los niños nacen en condición de decrepitud y progresivamente adquieren lozanía, y por otro, los años siguen su curso normal, en orden progresivo. El ciclo vital va a la inversa de nuestra lógica, allí la gente nace como los que están cercanos al cementerio y muere, si llegan a viejos, como los que salen de la maternidad.

ancianos 1.jpg

Fuente:

La memoria no se pierde sino que se adquiere y la experiencia, de manera ilógica, no tiene sentido, como tampoco tiene sentido dar consejos a los más viejos porque los jóvenes, pese a las pieles marchitas, no han vivido lo suficiente como para decir a los demás qué hacer con sus vidas. Los chicos de apariencia aconsejan a los viejos que son niños. Los que lucen como abuelos apenas dejan la silla de ruedas quieren corretear por las calles, pero sus cuerpos aún son muy frágiles, se fracturan con frecuencia. Para cuando los músculos y huesos se han fortalecido, ya les parece aburrido lo que haría un niño de cualquier otra parte del mundo. Los que se ven como chiquillos, van por la vida a un ritmo lento; suelen reunirse en las esquinas a platicar largas horas o a jugar dominó hasta que llegan la noche y los bostezos.

Usted se pasmaría si oyera las estupideces que se dicen los hombres y mujeres desdentados y de cuerpos encorvados a la hora del recreo en las escuelas. Una imagen paradójica: niños que no son niños tirando de las orejas de los abuelos en reprimenda por las travesuras propias de un viejo niño.

ancianos 4.jpg

Fuente:

En este pueblo, el cura, que viste una sotana de unos 70 centímetros de largo, ofrece sus homilías con voz de niño y los que tienen rostro de abuelos son los que hacen la primera comunión. El alcalde tiene una cara angelical, como la de Harry Potter en la primera parte de la saga. Extrañamente, la gente que luce mayor se siente atraída sexualmente por los más viejos.

La comidilla es asunto de los que parecen más mozos. Las brujas, como se les dice a las chismosas, son muy atractivas. Adelaida, la hija mayor del matrimonio Martínez, es una linda mujer que tiene pocos amigos, la gente desconfía de ella por sus críticas viperinas, es mejor guardar distancia de esta señora muchacha. Hay también hombres muy jóvenes que tienen intemperantes cambios de humor.

En el pueblo, Agualinda se llama, no hay locales de belleza. Las niñas con apariencia de ancianas no entenderían para qué lucir como las más viejas, mientras éstas adquieren con el tiempo la tersura que en otras partes del mundo tienen las muchachas. En la mitad del ciclo de vida, las cosas se dan como lo que para nuestro entender sería la normalidad. Entre los 45 y 50 años, la gente sí aparenta su edad. Eladia, la madre de los Martínez, tiene 46 y ha descubierto los placeres del sexo con más intensidad porque si bien comenzó su actividad reproductiva 30 años antes, no era tan atractiva como ahora. Ramón, su marido, tiene 48 y siente que él y su mujer están en su mejor momento. Es muy raro, pero la libido se pierde cuando el cuerpo se rejuvenece.

anacianos 2.jpg

Fuente:

En Agualinda las mujeres embarazadas tienen unas barrigas muy grandes. Cuando nacen los bebés se despierta en sus madres una suerte de sentimientos encontrados, algunos de repulsión, otros de la ternura que se siente cuando se ve a un viejito, nada parecido a lo que se podría experimentar cuando se está frente a un bebé normal. Muy pocos padres toman fotos de sus hijos cuando vienen al mundo, eso se hace cuando ya ha pasado algún tiempo.

No hay explicación del fenómeno de regresión vital de este lugar. Los más viejos (que lucen más jóvenes, ya se sabe), dicen que eso se debe a una prueba de manipulación genética que hicieron hace unas cuatro décadas unos científicos con unos lugareños. En realidad, estos últimos eran unos delincuentes que poco tenían que perder y aceptaron la oferta de los hombres de ciencia que pidieron a los voluntarios beber una extraña poción a cambio de dinero. Debían llevar a sus casas varias dosis que tomarían una vez al día y presentarse al laboratorio cuando se les terminaran las pócimas.

Según los ancianos jóvenes, uno de los hombres que se prestó como conejillo de indias vertió la extraña sustancia en la represa del pueblo y la gente bebió esa agua, por lo que quedó contaminada de por vida. Esa deducción de los ancianos se basa en que sólo uno de los voluntarios envejecía normalmente mientras el resto no sólo se rejuvenecía sino que con el tiempo tenían conductas propias de su edad pero en cuerpos de adolescentes y se hacían niños pero actuaban como viejos.

Hay otra versión según la cual, esas cosas pasan por una maldición que echó un anciano que llegó a Agualinda buscando ayuda material, algo de comida y ropa para vestir. Al verse rechazado por los indiferentes vecinos, pidió a los dioses que castigaran a la gente del pueblo de tal manera que entendiera que la vejez es asunto de respeto, que un abuelo merece cariño y reconocimiento. Esta explicación de la maldición es menos creíble, pero está muy arraigada entre los habitantes del lugar, quizás porque la ciencia no ha dado respuesta a este extraño fenómeno.

Para los Martínez, que siempre han vivido así, una y otra versión son valederas. ¿ Qué más da?, su vida no tiene otro sentido.


Gracias por leerme.

barra-separadora-ninja.png

Fuente de barra separadora:

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
Join the conversation now