Bilbao, en Vizcaya es un crisol de pasiones y voluntades. De todas sus edificaciones, con el Guggenheim a la cabeza para voces a favor o en contra, sus calles y su gente, me quedo con el verde de sus acantilados.
Su idioma rudo y despreciado en la España castiza, me suena a verde y rojo por la ikurriña, a marmitako y a frio, buen clima seria mejor expresión. Y a Bilbao, que tiene sabor por si solo.