Decreto de guerra. La guerra y sus beneficios (o un testimonio para incrédulos). Cap.4


Combates en Caracas entre fuerzas del gobierno contra las guerrillas marxistas. 1966.

4

—Torturado durante dos días — dijo Fuentes —. Causa de la muerte, hemorragia en la pierna producida por el impacto de una bala que cortó la arteria femoral. Hay signos de tortura. Muerto de cuatro a seis horas. ¿Qué más tenemos sobre él? El detective Quintero examinó algunos papeles del expediente. —Salvo su vinculación con el caso no hay nada más. Cuatro hermanos, los padres viven juntos, trabajó con su viejo. El padre está aquí, en la delegación. ¿Qué viene ahora? Yo estaba pensando en lo que debería decirle a ese señor. Eso, y las preguntas pertinentes sobre el negocio, su hijo y qué lo llevaría al crimen. Fui caminando a su encuentro, lo vi junto con la madre y sus hermanos, dos hembras y dos varones, todos de edades cercanas, al igual que el occiso. Me vieron y todos fijaron su atención en mí. — Quiero expresarles mis condolencias por la pérdida de su familiar — dije —. Señor Narinas, tengo entendido que le dejó el taller a Junior para que lo administrara, ¿no es así? — el señor me contestó afirmativamente. — ¿usted supervisaba ese taller o se conformaba con los informes que él le ofrecía? — volví a preguntar, buscando la veta donde pudiera comenzar a investigar los aspectos oscuros del caso, lo cual fue posible ante su respuesta negativa. — ¿ni usted ni sus hijos han sido investigados por policías en el pasado? — y en ese momento llegó un detective que me entregó un papel que informa sobre las huellas digitales encontradas en el cuerpo del muchacho. Coincidieron con Edgar. Aquello era lo que necesitaba para lanzarme sobre la presa. — ¿ha usted visto a esta persona? — y le mostré una foto de Edgar.

Todos vieron aquel rostro, el viejo no lo reconoció, pero uno de los hermanos sí.
— sí, Junior me lo presentó hace como seis meses. Dijo que es un mecánico. Pero no lo vi más nunca, sobre todo cuando le pedí uno porque lo necesitaba para el otro taller y me dijo que no estaba disponible, aunque varias veces que fui, nunca lo vi en el negocio. ¿Por qué? — dijo él. Yo decidí lanzar aquello de una vez.
— Ajá, creemos que él asesinó a Junior. Encontramos huellas digitales en el cuerpo de él y queremos saber si tenían alguna clase de contacto con este sujeto. Es preciso que nos ayuden con cualquier dato, creemos que ustedes están en peligro pues el sujeto ha amenazado y asesinado a otras personas, incluyendo a ella. —y saqué una foto de Yoberma. El mismo hermano, la reconoció, comenzó a maldecir y se puso a llorar. obvio que él sabía algo. —
—¡Maldita sea! —gritó—. Yo le dije que esa puta lo que iba a traer era problemas, coño de la madre papá, te debí decir! — Y se puso a llorar, el papá lo abrazó y le dijo que contara lo que sabía. — Se recompuso y empezó a contar.

Resulta ser que se conocieron mucho antes, desde cuando ella estaba en la banda, antes de pagar condena. Ella era una loca, pero él estaba enamorado de ella. Su hermano vivía aconsejándolo y hasta la enfrentó, para amedrentarla y lograr que no se acercara más a su hermano. Él sabía que ella andaba en cosas malas, luego se enteró de los robos de vehículos. Un día le dio el ultimátum: o se dejaba de eso y se olvidaba de la mujer, o se las tendría que ver con el pure. Él aceptó, y muy conveniente fue la detención de la banda pues con ella presa, ya no tendría posibilidades de estar con ella. Pero lo que logró esconder fue que siguió dedicado al crimen. Se hizo muy hábil en esconder aquello. Claro, también había logrado esconder el dinero. Ahora, no se había enterado que la mujer salió; pero justo hace cuatro días, él comenzó a tornarse ilocalizable, aunque iba al negocio. Desde el día anterior, no sabían nada de él, pero no era extraño, solía perderse y además había avisado que iba a la playa.

Meneé la cabeza y consulté unos cuantos papeles.

— sí, eso nos dijeron en el taller, pero la verdad es que nunca salió de Caracas. Hice que un agente vigilara el negocio y nunca se apareció por esos lares. Le hemos dejado multitud de mensajes donde le solicitamos hablar con él y nada. ¿creen que podíamos hacer algo por él?

La señora estaba llorando, no solo por la muerte de su hijo, sino porque él mismo había sido responsable de su propia destrucción. Ella preguntó habíamos detenido a alguien más, pero le dijimos que no. A parte, le contamos que un policía murió cuando perseguía a Edgar. El señor preguntó cómo se llamaba. Le dije el nombre de aquel agente. Me lanzó una mirada de vergüenza, pues sabía que su hijo, aunque estuviera muerto en el momento en que mataron al agente, era responsable de esa sangre derramada.

De aquella familia sacamos un par de datos más: el hermano nos contó dónde podíamos ubicar a la familia de Yoberma y nos dieron permiso para revisar los talleres e interrogar a los mecánicos y al personal. Me despedí de ellos, agradecido.

Ya podíamos figurarnos por dónde iba todo: Yoberma y Junior se conocieron cuando ella estaba en la banda. Ellos mantenían sus negocios, pero esos dos se veían. Cuando traicionaron a Edgar, Junior tuvo que demostrar que él no estaba involucrado en eso y por eso la policía pudo detener a toda la banda, salvo a Edgar, con la diferencia que él pensaba que había agarrado todo el dinero. Todavía nos faltaba descubrir en qué momento se dio cuenta de eso y decidió matarlos a todo. También nos faltaba saber por a ciencia cierta por qué fue por Junior. Esas respuestas las íbamos a obtener de los mecánicos del taller y los familiares involucrados. Meneé la cabeza y consulté unos cuantos papeles.

— sí, eso nos dijeron en el taller, pero la verdad es que nunca salió de Caracas. Hice que un agente vigilara el negocio y nunca se apareció por esos lares. Le hemos dejado multitud de mensajes donde le solicitamos hablar con él y nada. ¿creen que podíamos hacer algo por él?

La señora estaba llorando, no solo por la muerte de su hijo, sino porque él mismo había sido responsable de su propia destrucción. Ella preguntó habíamos detenido a alguien más, pero le dijimos que no. A parte, le contamos que un policía murió cuando perseguía a Edgar. El señor preguntó cómo se llamaba. Le dije el nombre de aquel agente. Me lanzó una mirada de vergüenza, pues sabía que su hijo, aunque estuviera muerto en el momento en que mataron al agente, era responsable de esa sangre derramada.

De aquella familia sacamos un par de datos más: el hermano nos contó dónde podíamos ubicar a la familia de Yoberma y nos dieron permiso para revisar los talleres e interrogar a los mecánicos y al personal. Me despedí de ellos, agradecido.

Fuimos al taller, donde quedaban un par de mecánicos trabajando. Andrés tiene años trabajando allí y vio como ese negocio creció y cuando se lo dieron a Junior. De hecho, le gustaba trabajar con el muchacho. Según nos dijeron los familiares, si hay alguien que pudiera saber algo, era Andrés, el mecánico.

—Andrés, usted es un civil. Sabemos que no tiene nada que ver en esto. — puso cara de alivio y luego se volvió hacia Fuentes.
— el viejo Henry, ¿mandó a alguien para que reclamen el cadáver? — preguntó, para saber por dónde iba la cosa.
— ya está listo. —dijo Fuentes —. La familia está allá. — el sujeto miró al suelo.
—¿Qué hay de las hermanas y la madre? Ellas Deben estar bien dolidas! —alzó la mirada hacia Fuentes. Éste meneó la cabeza de una forma casi imperceptible.
—Ah, —dijo Andrés — Junior! No joda, qué tiempos tan feos! Se supone que los hijos entierran a sus padres, no al revés! Pero la verdad, les voy a ayudar. De seguro fue la puta esa de Yoberma. Esa mujercita se desapareció, bueno, la metieron presa, bien merecido! Esa… tremenda ladrona y regaladísima. Aquí teníamos a un mecánico que se la raspó.

Cuando Junior se enteró se entraron a coñazos ya casi se matan si no nos metemos. Claro, el muchacho no se daba cuenta de que esa tipa lo engañaba a cada rato. Eso sí, no lo pudo joder con la plata; pero de resto… lo tenía como el propio cabrón. Pero eso no era nada. Cuando cayeron, supe que Junior andaba picando carros. Lo hacían en el anexo ese del edificio verde. Lo pillé un día, pero como andaba tranquilo y como sé que andaba con hampa, decidí no meterme y dejar que el viejo resolviera ese peo. Pero no hizo nada. Entonces, hace como un mes, apareció el tipo ese Edgar, tiene una cara de asesino que te quedas frío. Lo vi cuatro veces y siempre con carros sospechosos. Justo cuando apareció Yoberma, hace tres días, hablé con el hermano; pero ahora, es demasiado tarde. — La cara del viejo era una mezcla de vergüenza y frustración y culpa. Le tomé la mano y le dije que no era su culpa. Hizo su trabajo, lo aconsejó lo que pudo; pero fue Junior quien decidió equivocarse y pagó este error con la vida.

Le preguntamos si habían allí piezas o carros sospechosos y me dijo que no y me invitó a inspeccionar. No encontramos nada y me dijo que el muchacho hacía el trabajo rápidamente, a parte que casi todo lo metía en el anexo. Le preguntamos cómo era cosa cuando apareció Yoberma y me dijo que los dos andaban como si fueran novios.

Después de eso, no volvió a ver a ninguno. Ahora sabe que todos están muertos y ese Edgar es el responsable.

Registramos la oficina y por esos descuidos de los criminales, encontramos una hoja donde había un número celular y el nombre Edgar. Cuando rastreamos el número, fue reportado como inactivo; pero nos dieron una dirección en La Pastora. Con esto, habíamos avanzado bastante.

— ok, me imagino que fue así la cosa — comenzó Fuentes, mientras manejaba por la avenida Nueva Granada. — Junior siempre trabajó con la banda; pero era la parte secreta del negocio, digamos que sólo Edgar y Yoberma lo conocían. Deciden deshacerse de Edgar, quizá por violento, por quererse quedar con la plata o quizá ellos dos tenían algo, no nos olvidemos que Yoberma era promiscua. Edgar se da cuenta, y se adelanta y cae la banda, menos él. No los mata porque quiere la parte del dinero que le corresponde a cada uno, así que va por los socios de ellos y agarra al Junior y lo pone a sus servicios. Ya va sabiendo que han salido y comienza a liquidarlos. Suponemos que no le dan la plata o se la dan y los mata, cuál es la diferencia, ¿para qué dejarlos vivos? Los otros dos miembros salen en dos meses. Así que va a esperarlos. Se venga, tienen su plata y nada, se vuela. Eso es lo que opino, y corrígeme si me equivoco, pero este caso es una simple y vulgar venganza. — concluyó Esteban y la verdad es que así eran las cosas, faltaba demostrar los detalles, claro, pero ése era el asunto. Claro los detalles los revisaríamos con las evidencias o capturando al delincuente, lo cual, todavía sigue siendo una posibilidad. Podría ser que el tipo ya se haya dado cuenta de que estamos sobre su pista y sabe que matar a un policía es una condena a muerte en las calles, así que hay que apurarse, no sea que ya se esté fugando.

La noche se perfilaba con una brisa fría y suave, con un leve tono siniestro. O acaso sería una reacción sicótico ante todo lo que estaba pasando.

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