La vida dichosa del banquero John Lubbock (1834 Londres 1913)

“Un día de preocupación es más agotador que un día de trabajo”. John Lubbock ( 1834 - Londres - 1913 ).

Reflexión:

Los días desde que despertamos hasta que nos disponemos a descansar están llenos de vivencias. Respiramos un sinnúmero de veces, parpadeamos otro tanto, y nuestros músculos se ejercitan con cada movimiento que desplegamos.

Todo lo anterior, implica consumo de energía, que si se suma a la que empleamos pensando o desarrollando las actividades propias de nuestros quehaceres laborales, tenemos entonces que nuestros días serán supremamente agotadores.

Pero más que el cansancio físico que debemos atemperar en medio de las extenuantes jornadas con pausas activas, las cosas que procesa y máquina nuestra mente, con cargas emocionales y preocupaciones extremas, tienen la potencialidad de agotarnos mucho más, que un día de trabajo en sí mismo considerado.

Es importante esforzarnos por eliminar o disipar todas aquellas cosas que perturban nuestra concentración, y tienen la capacidad de distraernos haciéndonos perder el foco. Esos asuntos que sin ser esenciales o fundamentales, siendo apenas accidentales o coyunturales, logran dar al traste con las cosas verdaderamente importantes, en tanto tienen la capacidad de perturbarnos, y alejarnos de la media de rendimiento ideal.

Que las preocupaciones jamás nos hagan perder el norte; y si en cambio, aprendamos a administrarlas; esto resulta ser un propósito que ha de priorizarse, para que nuestro rendimiento sea maximo, y nuestra fatiga y cansancio, siempre sea manejable, mesurada y controlable.

Biografía:

Hijo de un banquero británico, el baronet John William Lubbock, que sobresalió especialmente por sus investigaciones matemáticas en el campo de las probabilidades y sus aplicaciones al mundo de los seguros bancarios; además se dedicó a la astronomía, especialmente al estudio de las mareas y los planetas. Por tanto, procedía de una familia de buena posición social, adinerada y con una base cultural muy extensa, lo que le proporcionó una amplitud de miras e inquietudes inusuales. De tendencia racista, colonizadora y deshumanizadora, perdió vigencia por esta visión evolucionista de las sociedades y las culturas.

Estudió en el prestigioso colegio de Eton, Berkshire, cerca de Windsor y, de allí pasó a ayudar a su padre en su banco, hasta que le sucedió en el cargo y su título nobiliario (año 1865). Aprovechando su posición, se dedicó a la política, convirtiéndose en parlamentario entre los años 1870 y 1880. Después centró sus esfuerzos en su carrera financiera, llegando a ser el presidente de la Asociación de Banqueros Británicos en 1879. Entre 1888 y 1892 fue presidente de la Cámara de comercio de Londres y, a partir del año siguiente, vicepresidente y, después, presidente de la directiva del Condado de Londres.

Entre sus iniciativas más celebradas y peculiares es el establecimiento de las denominadas Bank Holidays en 1871. El Reino Unido tiene pocas fiestas públicas en relación a otros países europeos, sobre todo si se comparan con España; por eso, el reconocimiento, por parte del Parlamento Británico de unas vacaciones públicas fue muy celebrado. Se denominan Bank Holidays debido a que incluso los bancos y otras entidades financieras cerraban y se prohibía todo tipo de comercios a gran escala (lo cierto es que, aún hoy, muchas tiendas permanecen abiertas, así como museos, centros deportivos, etc.).

Sin embargo, compaginando su carrera financiera y política se dedicó a los estudios de ciencias biológicas e históricas, consiguiendo desde el Parlamento Británico que se promulgase una ley de protección de monumentos antiguos en 1882 (Ancient Monuments Act); además de presidir la Linnean Society of London (la primera sociedad científica del mundo dedicada a la difusión e implantación de una taxonomía biológica sistemática basada en las propuestas de Carlos Linneo). Mantuvo una estrecha relación con Charles Darwin, del que fue vecino desde 1861 (aunque sus caminos de investigación debieron influirse mutuamente, siguieron caminos paralelos, pero no iguales). De hecho, Lubbock, a la muerte de Darwin en 1882, organizó un grupo de presión (junto con parlamentarios y hombres ilustres) con el que consiguió que este insigne personaje fuese enterrado en la Abadía de Westminster, junto a Isaac Newton.
Debido a su prestigio científico, recibió numerosos honores, cargos y galardones, destacando los nombramientos Honoris causa de las universidades de Edimburgo, Dublín, Wurzburgo, Oxford y Cambridge, de esta última se convirtió en consejero en 1886. Además, en 1878 fue nombrado miembro de la directiva del Museo Británico de Londres. Poco antes de su muerte fue promovido desde el título de baronet a Barón de Avebury y entró a formar parte del Consejo Privado del Reino Unido (Privy Council of the United Kingdom: un cuerpo de sabios y especialistas con título nobiliario que aconseja a la corona británica en diversos asuntos).

Personalmente destacó por su optimismo, su defensa de la paz y de la tolerancia de ideas, así como de la implantación de la modernidad, ya que confiaba ciegamente en las bondades del progreso humano, no sólo en el campo de la técnica, sino también en sus aspectos sociales (en este sentido, publicó un libro titulado La vida dichosa que alcanzó un éxito pasmoso, como más de cien ediciones y numerosas traducciones.

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