anécdota lírica 1

Los recuerdos me embargan la mente y me llena de tristeza no tenerte. los momentos felices, los hermosos recuerdos son los que más me entristecen. Es la primera vez que te escribo y no pensé que lo haría. Te lo mereces, igual, la primera que vi fue a ti.

Aprendí a amar a tu lado y contigo aprendí a reír, jugar, soñar, pintar y cantar. Contigo aprendí a superar la traición y la rabia. Contigo conocí personas que amo con todo el corazón. Contigo aprendí de amor y desamor.

Fuiste la mejor maestra y te debo la vida. Me viste llorar, me viste reír. Conoces cada parte de mí. Educaste mi vida con tus costumbres e ideas. Desde pequeña me has mostrado hermosos colores, paisajes, gente y cultura.

Un día cuando era feliz y no podía pensar que era más feliz vino aquella decisión. Tenía que graduarme de tu escuela, ya había visto todas las clases. Ahora debía buscar otro maestro que me enseñaría más de lo que tú lo habías hecho. Lloré, no cayó ni una lágrima al suelo, pero lloré e internamente peleé. No quería dejarte, no quería graduarme. Te amaba y te amo.

Y cuando menos lo pensaba me encontraba en un autobús contigo en el corazón, me encontraba en un puente viendo hacia atrás, viéndote por última vez. Quise correr hacia atrás y abrazarte, quise llorar contigo pero no me dejaron. Los pies se me pegaron al suelo y no pude ir hacia ti.

Miré hacia adelante, así como me enseñaste. Sentí que el corazón se me partía en miles de pedacitos. Seguí tus lecciones y me abracé a mí misma y sentí que tú me abrazabas.

Ahora viviría con la distancia de tu parte y de la indiferencia y malentendidos de muchas personas.

Ahora vivía con el corazón roto. El profesor que encontré era un tirano al que le agradezco haberme hecho lo que soy: una persona que lucha. Porque eso debí hacer cuando estaba con él, debía luchar. Luchaba porque te amaba, así como aún lo hago. Yo misma me autogradué. No soportaba más todo eso.

Quería volver contigo y sentarnos a hablar. Pero no fue así y el destino me lanzó más lejos y me presentó una maestra de la que tú me habías hablado mucho. Ella me enseña ahora sus colores, sus paisajes, su gente y su cultura y aunque es diferente la manera en la que me enseña, porque ninguno de mis maestros se parecerá, espero de todo corazón volver contigo y contarte todas las nuevas cosas nuevas que he aprendido y para agradecerte por todas las personas que he conocido por haberme dado la tarea de aprender de otros.

RAGB.

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