Ya no se escucha el “Ahhhh” ni los aplausos, no hay alegría ni algarabía en las calles, cuando llega la luz es momento de preparar todo y esperar que se vuelva a ir, es momento de llenar los tobos ,,, si tienes agua… de poner a cargar los teléfonos, revisar si tienes internet, para comunicarte con tu familia, y avisarles que estas bien y preguntar cómo están por allá.
Ya no hay música en las calles, ese vecino que ponía música a todo volumen ya se fue del país o vendió el equipo, realmente no sabes que le pasó, solo hay silencio, ya no importa si hay luz o no, es un silencio que lo cubre todo, nadie grita, todos hablamos bajito…
Y el silencio hace que el tiempo fluya muy lentamente o quizas es a revés, lo cierto es que los minutos parecen horas y las horas días, en un tiovivo que no se detiene y gira mientras Venezuela espera… espera que llegue la luz y luego espera para que se vaya.
El Viento de Semana Santa, se cuela por las ramas de los árboles, por las rendijas de las ventanas, y silba, y se me antoja que ese sonido hace que el silencio sea más fuerte, las polvaredas y el sol abrasador, completan el paisaje que me hacen recordar a Macondo.
No he vuelto a ver twitter ni he buscado noticias de política, ellas me llegan por los vecinos y es mejor así, la verdad no quiero saber los desastres que siguen haciendo los rojos, o los llamados a concentraciones que hace Guaidó, ojalá me equivoque pero no tenemos fuerzas para salir y pasar horas en la calle para luego regresar a nuestras casas sin nada que comer, porque el salario de un trabajador solo alcanza para pagar la comida de un dia cuando mucho.
En esta guerra hay muchos frentes, está el político, el internacional, el diplomático, el de calle, pero hay uno del que nadie habla, y es el de la cocina, las amas de casa y las cabezas de casa que hacen milagros con la nada que hay en la nevera, que hacen que 150gr de queso alcancen para 3 comidas, que descubrieron las mil y una forma de preparar lentejas, que hacen de la masa de maíz la base de comidas que ya dejaron de ser arepas para convertirse en platos al horno, gratinados y otras delicias.