Cada día un hijo tuyo emigra, sin mirar atrás con el corazón partido. Buscando la manera de querer vivir bien, alejados de ti nos sentimos extraños y realmente de corazón no se siente igual pisar otra tierra que no sea la tuya.
Mi amada Venezuela, no sé qué será de ti en el mañana. Ya que pisamos un presente donde tu sangre solo se aferra a la búsqueda de dinero para poder subsistir, tristemente se volvió el hoy y nuestros principios, valores y conocimientos quedaron en el olvido convirtiéndose en tan solo un leve eco del pasado.