Buen vivir y buen convivir

BUEN VIVIR Y BUEN CONVIVIR
Por. Antonio Pérez Esclarín (pesclarin@gmail.com)
@pesclarin www.antonioperezesclarin.com
Ante el creciente deterioro del planeta, el agotamiento de sus recursos y la profundización de las desigualdades, pues el 18 % de la población mundial consume los recursos del 82% de la tierra, viene surgiendo un clamor cada vez más vigoroso, que promueve la necesidad de cambiar el actual modelo de desarrollo que, ciertamente, no es sostenible. Por primera vez en su historia la humanidad tiene que enfrentarse al problema de su propia supervivencia.
Ya no podemos tratar al planeta tierra como siempre lo hemos hecho, como una especie de baúl con recursos ilimitados. Nos hemos dado cuenta de que los recursos son escasos, muchos no son renovables, y además están muy mal repartidos. El proyecto de un desarrollo ilimitado ya no lo aguanta este planeta pequeño, viejo y limitado. Si seguimos con nuestra voracidad de consumo y de producción de más y más bienes a base de la destrucción de la naturaleza, estaremos gestando una gran tragedia ecológica y social.
Los resultados de ese uso irresponsable de los recursos naturales son bien conocidos. También son conocidas las reacciones de la naturaleza ante la acción violenta del ser humano sobre ella. A la violencia de un proyecto de crecimiento a cualquier costo, el planeta responde de muy mal humor: sequías e inundaciones que se intercalan; inesperadas olas de frío y calor que difuminan los límites de las estaciones; terremotos y sunamis; tempestades inusitadas, como huracanes, tifones, tornados; migraciones humanas masivas con millones de “refugiados o migrantes climáticos”… Científicos, movimientos sociales y ambientalistas, y numerosas personas entre ellas el Papa Francisco, no se cansan de alertar ante la deforestación y la desertificación del suelo, la contaminación del aire y de las aguas, la emisión creciente de gases de invernadero, el derretimiento de los glaciares y el calentamiento planetario, el exterminio de numerosas especies de fauna y flora.
Frente a esta situación dramática, como bien lo expresa la Carta de la Tierra, “el destino común nos convoca a un nuevo comienzo. Esto requiere un cambio en las mentes y en los corazones; requiere un nuevo sentido de interdependencia y de responsabilidad”. O cambiamos, o nuestra civilización puede desaparecer.
Durante generaciones, las culturas andinas han desarrollado un concepto que traduce el tipo de relación que mantienen con la tierra. Es el Buen vivir (Sumak Kawsay). No puede ser identificado con el occidental vivir mejor, como sinónimo de calidad de vida. En nuestro sistema, calidad de vida implica más acceso a medios de consumo. Y para que algunos puedan vivir mejor, muchos tienen que vivir peor. Al contrario, el buen vivir supone una concepción de armonía de los seres humanos entre sí, con la naturaleza, con sus energías, y un cuidado amoroso de la Pacha Mama (la Tierra). El gran desafío al que nos enfrentamos hoy es la reconstrucción de un nuevo estilo de vida: frugal, responsable y equitativo. Para que el Buen Vivir y el Buen Convivir sean extensivos a todos los seres vivos necesitamos, por un lado, vivir austera y responsablemente, suprimir lujos y consumos innecesarios y por otro, combatir el hambre, la miseria y la violencia en todas sus formas

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