Salar de Uyuni: nada más que sal

Caminar en medio de la nada. A veces sobre un suelo pálido e interminable, a veces sobre las nubes.

El blanco infinito bajo mis pies solo se interrumpe cuando arremete contra el azul del cielo, en la lejanía de un horizonte inacabable y continuo. Entre tanta inmensidad, la soledad es absoluta y el silencio, total. Una gaviota pasa volando sobre mi cabeza para luego darme cuenta de que me hallo sobre una fina capa de agua que refleja todo alrededor. Camino sobre las nubes.

Imagen: National Geographic

La historia geológica de este sitio lo ubica dos veces bajo el agua salobre: una hace 40 000 años, cubierto por el lago Minchín –de unos 36 000 kilómetros cuadrados–, y la otra hace 12 000 años, cuando el derretimiento glaciar formó las aguas del lago Tauka. Tras miles de años, ambos cuerpos de agua se evaporaron debido a la falta de afluentes y al calor por la actividad volcánica, dejando el salar de Uyuni –así como al de Coipasa y a los lagos Poopó y Uru Uru– como registro de su existencia.

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Autor: Erick Pinedo Fotografías: Sergio Izquierdo Fecha: 2017-06-22

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