El Jardín de las Ocas

Una de las curiosidades que hacen que una visita al Barrio Gótico de Barcelona constituya una enriquecedora experiencia lúdico-cultural, es el novedoso Jardín de las Ocas –y aclaro lo de novedoso, no porque sea nuevo o reciente, sino porque no tengo constancia de ningún otro lugar de sus características que lo posea- que todo visitante puede contemplar como un atractivo añadido que complementa la visita al claustro de la catedral.
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Una catedral y un claustro, por añadidura, donde el amante del arte encontrará un pequeño tesoro con el que solazarse, sumergido en esas peculiaridades que autores como Fulcanelli tildaban de argóticas –por su simbolismo enrevesado y dado a múltiples interpretaciones- y arquitectos como Antonio Gaudí consideraban incompletas y gustaban de estudiar, sobre todo en aquellos exponentes sobre cuya ruina la naturaleza añadía un toque de nostálgico romanticismo: el gótico.
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Cualquiera que haya hecho o simplemente haya oído, leído o comentado algo sobre el Camino de las Estrellas, Camino de la Vía Láctea o Camino de Santiago, apreciará, siquiera sea de una manera simbólica y comparativa, la importancia que el juego de la oca tiene implícita para el peregrino y recordará la casilla número 64, la última etapa o meta de tan antiguo y fascinante juego, percatándose de que el jardín que se representa en el tablero es, después de todo, muy similar a este otro y quizás, también, a aquél de significados gnósticos mucho más profundos todavía –de los que bien se nutrió C.G. Jung- donde éstos situaban la morada de Sophia, la Sabiduría.
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Cuenta ese divino tesoro que es la Tradición, que las trece ocas –ni una más, ni una menos- que hay en el jardín, no constituyen un capricho de los canónigos que un día, vaya Vd. a saber por qué, decidieron aumentar el simbolismo de la catedral con tan atractivo elemento, sino que, por el contrario, las trece ocas –en el fondo tiene sentido, pues la oca, como el perro, el lobo o el caballo tienen un aspecto ctónico como vigilantes, guías o conductoras de almas al otro mundo- se corresponderían, en realidad, con las trece heridas sufridas durante su martirio, por Santa Eulalia, Patrona de Barcelona.
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No la de Mérida, que curiosamente suele representarse con un bóvido a sus pies y tuvo y retuvo un recuerdo muy extendido por el Principado de Asturias, siendo el nexo de unión, posiblemente, la trashumancia ganadera que los pastores asturianos tenían con Extremadura, sino otra mártir –aunque, quién sabe, visto lo paradójico que es el mundo del simbolismo y los numerosas sorpresas que encierra-, que a diferencia de aquélla, se representa siempre con una cruz aspada o cruz de San Andrés, casualmente idéntica a la que también, según algunos autores, portaban los caballeros templarios que combatieron junto al rebelde William Wallace –Mel Gibson lo interpretó, en la película Braveheart- en la famosa batalla de Bannockburn, una vez disuelta la Orden y refugiados en Escocia.
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Y una curiosidad añadida: ¿saben cómo duerme una oca?. A la pata coja.

Vídeo relacionado:

AVISO: esta entrada se publicó originalmente en mi blog RECUERDOS DE UN PEREGRINO, si bien la presente entrada, está corregida y ampliada en parte, siendo inéditas las fotografías. Tanto éstas, como el texto, como el vídeo (excepto la música, reproducida bajo licencia de Youtube), son de mi exclusiva propiedad intelectual. Además, esta entrada de Steemit, se enlaza con el blog, como se puede comprobar en la siguiente dirección: https://jc347.blogspot.com.es/2014/12/catedral-de-barcelona-el-jardin-de-la.html

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