¿Diferencia entre DOLOR y SUFRIMIENTO? Sé libre, rechaza el SUFRIMIENTO y opta por el GOZO en el AMOR a pesar del DOLOR.

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(De mi libro "Tu vida es la proyección de tu esencia")
La psicología diferencia el sufrimiento del dolor, entre otras cosas, en que el primero es voluntario y de tipo psicológico, y que el segundo es involuntario y de tipo más bien fisiológico. Pero lo que pretendemos, en conformidad con el enfoque de este trabajo, que no es para nada un trabajo de psicología, es diferenciar el dolor del sufrimiento como opciones contrapuestas con respecto al amor y a la libertad.
El dolor es inevitable cuando se opta por el amor, mientras más amor hay en una persona, tanto más sensible se hace para con el dolor, entre otras cosas. Las probabilidades de tener dolor aumentan en la misma medida de la cantidad de amor que hay en la persona.
Según la teología y la religión cristiana, el dolor es necesario para redimir a la persona, y todo esto constituye un misterio que debe aceptarse como dogma de fe.
En los términos que estamos empleando en este ensayo, lo anterior significa que el dolor es necesario para que el amor obre perfección y configure el “ser” de la persona, para que su “ser” se convierta en expresión del amor.
El dolor es como una vara que mide la profundidad que ha alcanzado el amor en el interior de una persona.
El dolor es como un metal que le da solidez a la construcción del edificio del amor, que cuando está derretido hace doler, pero cuando se enfría se convierte en la estructura que le da solidez al amor.
El dolor en sí mismo no es una opción, no es algo que se busque, la opción es el amor y la libertad, y el dolor, ya sea físico, psicológico o espiritual, representa el costo de dicha opción.
El dolor es el costo que tiene para una persona dejarse transformar por el amor.
Sufrir, en cambio, es buscar es buscar el dolor como un fin en sí mismo, es buscar una especie de placer o gozo en el dolor, y que se convierte en una verdadera adicción, pero en el fondo la opción de sufrir representa una evasión al amor, causada por el miedo al amor y a la libertad.
Optar por sufrir es optar por el miedo, en vez de optar por el amor y la libertad.
Y con respecto al tema del concepto místico del dolor como elemento de redención, las religiones en muchos casos no han sabido manejar bien el tema, porque gran parte de los fieles de las Iglesias han entendido que para redimir sus almas tienen que optar por el sufrimiento, y así optando también en contra del amor y de la libertad, y muchas personas han dado rienda suelta a sus inclinaciones masoquistas amparadas por la idea de que se están redimiendo debido a sus sufrimientos.
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El sufrimiento es el dolor que produce la ausencia del amor en quien lo rechaza y prefiere optar por el miedo.
El sufrimiento se convierte en adicción y esclaviza a la persona, en cambio el dolor libera, quien asume el dolor en su opción por el amor se hace más libre interiormente, porque se hace más dependiente del amor, en contraposición a la dependencia del dolor que adquieren quienes optan por sufrir.
Asumir un dolor por amor es dependencia del amor, optar por el sufrimiento aumenta la dependencia del dolor.
Ser libre es asumir el dolor sin sufrimiento. Pero también ser libre es saber gozar a pesar del dolor.
La distancia entre el máximo dolor y el máximo gozo señala el tamaño de un espíritu libre.
El dolor es el costo que tiene usar la libertad para optar por el amor, es el costo de conformar el ser en base al amor.
Si el dolor es el costo para conformar el ser en base al amor, también diremos que es el costo que tiene el amor para conformar el ser en base a la esencia original, en este sentido el dolor es el costo que tiene ser uno mismo.
El amor brinda gozo a todo nivel en el ser, a nivel fisiológico, psicológico y también espiritual, y este gozo le es tan inherente al amor que no se lo puede rechazar sin rechazar al amor también.
La felicidad humana es un estado de plenitud de amor y de gozo en el amor. Se subentiende que la libertad es plena también.
Pero existe mucha dificultad para aceptar el gozo en el amor, debido a que la sola idea de “gozar” tiende a ser rechazada en las mentes de los individuos debido a pensamientos y sentimientos basados en el miedo, y también en prejuicios sociales, religiosos y de otros orígenes que hacen que el individuo se sienta indigno de gozar y de ser feliz, y que hacen ver como malo o como “pecaminoso” sentir gozo, muchas personas han entendido que la plenitud y el goce son experiencias prohibidas en esta vida, y que están reservadas solamente para la otra vida, y como decíamos antes, predomina la idea de que en esta vida hay que sufrir mucho para redimirse y rechazar la idea de gozar.
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Pero lo más paradójico de todo es que al rechazar el goce profundo que da la plenitud en el amor, se los reemplaza por otros tipos de goce que son los placeres que dan los sustitutos del amor, el goce de los placeres físicos, el goce de comprar y de consumir, el goce del sexo sin amor, el goce del poder, del tener dinero y riquezas que compra el dinero, y tantos otros goces y entre ellos, el mismo goce enfermizo que brinda la adicción al sufrimiento.
La tendencia en muchas persona es entonces a rechazar el goce profundo que otorga la plenitud en el amor, la alegría verdadera, pero sí aceptar los innumerables placeres que otorgan los sustitutos del amor; La alegría sana y profunda de gozar de las cosas simples se sustituye por una actitud de búsqueda del placer desde un lugar de ansiedad, necesidad y sufrimiento, en otras palabras, y como dice Eric Fromm, en su libro El Arte de Amar, “vivimos en un mundo de placeres sin alegría”.
Pero tampoco se trata de afirmar que el gozo en el amor es el único gozo permitido porque es profundo, y que hay que rechazar todos los demás gozos y placeres, porque eso sería aplicar el enfoque de dualidad que estamos rechazando, ya que el gozo profundo del amor, a nivel espiritual, también se expresa y forman parte del mismo, innumerables pequeños y grandes gozos de todo tipo, emocionales, intelectuales, y placeres de tipo físico.
Como afirmamos antes, ni el dinero ni los bienes y riquezas que se adquieren con dinero son malos en sí mismos, en todos y cada uno de ellos hay que encontrar una finalidad de bien y aceptar los gozos y placeres que otorgan, bajo la única premisa de que no se puede depender de ninguno de ellos, no se puede depender ni de los bienes ni de los placeres que dan, y que únicamente hay que depender del amor y del gozo que otorga el amor para ser libres en plenitud.
Si todos tuviéramos con el amor la misma adicción, la misma dependencia que tenemos con el sufrimiento, seríamos completamente libres y nuestra felicidad sería plena.
No es el dolor lo que madura a la persona como tiende a creerse, sino que es el amor el que lo hace, es el amor el que va conformando y madurando nuestro “ser”, tal como veremos en el siguiente capítulo, y el dolor representa la resistencia o el costo que tiene dejarse transformar por el amor. Pero mientras menos resistencia opongamos a la acción del amor, tanto menos dolor tendremos en el proceso de maduración.
Hasta aquí, el amor tiene dos formas de consolidarse en nuestro ser, una mediante el dolor, y la otra mediante la confianza. Luego, en la medida que nuestra confianza sea mayor, la resistencia a la acción transformadora del amor será menor y en consecuencia el dolor será menor también.
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