Un sueño para Eliana | Para mi artista favorita

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Un sueño para Eliana

Capítulo III: Phantom.


— Eliana en tres días será tu cumpleaños. —


       La mañana del lunes mi madre decidió hablar un poco referente a las festividades por mi cumpleaños, yo no deseaba más que estar en mi habitación dibujando y escuchando música, pero era difícil cuando tus padres decidían invitar a familia y conocidos a tu hogar.


— Lo se mamá… —contesté.— Pero, ustedes jamás podrán darme el regalo que en verdad deseo.


       Mi madre dejo lo que estaba haciendo y se acercó a la mesa para hablar conmigo.


— ¿A qué te refieres? —preguntó´ mi madre un tanto preocupada.

— El arte mamá. —respondí. — El arte es lo que en realidad me gusta, no quiero seguir en esa universidad, odio las leyes, odio a esos profesores, para mí eso es.

— Silencio Eliana. —contestó mi madre sin dar tiempo a decir otra palabra.— Sabes que tu padre no permitiría que dejaras esa carrera por simples sueños de artista.

— ¡Pero es lo que de verdad quiero! —grité al tiempo que me levantaba de la silla.— ¿Alguna vez has visto mis trabajos? ¿Sabes siquiera si dibujo bien o si lo que creo está mal?


       Mi madre me miró en silencio sin decir una palabra, mis ojos ya se llenaban de lágrimas, tenía miedo, sentía un vacío en mi corazón y las palabras de Phantom retumbaban una vez más en mi cabeza, debía escapar. Tomé mi mochila y corrí fuera de la habitación.


— ¡Cariño! —escuché gritar a mi madre en un intento por frenarme, no le di importancia, estaba enojada.


       Caminé y caminé, recorriendo calles, pasando avenidas, cruzando aceras, hasta llegar a callejones cada vez más pequeños que me rodeaban. Quería abandonar todo y comenzar de cero, pero tenía miedo, miedo de no saber a dónde ir, miedo de lo que dirán. Mi familia; de cierta forma la extrañaba.


— ¡Pase adelante, tenemos la mayor variedad de especias!


       Atravesando el lugar se podía ver desde víveres hasta la mayor variedad de bisutería artesanal que cubrían las calles. De un momento a otro me encontraba en un pequeño mercado suburbano.


— ¿Hermoso cierto? —dijo una voz tras de mí.— La mayoría de las personas no suelen frecuentar estos lugares, más que todo suelen verse por aquí a personas de la clase baja y media baja, además de uno que otro turista curioso amante del oficio artesanal.

— Escape de mi hogar Phantom… —contesté.— Ya no puedo aguantar estos sentimientos, me duele.

— Ummmm. —Phantom se tomó la barbilla con su mano izquierda.— ¿Ves eso?

— ¿Qué cosa? —contesté, intentando identificar lo que decía.

— ¡Eso! —dijo una vez más, señalando a un niño que jugaba cerca de una montaña de papas.


       En cuestión de segundos la montaña se vino abajo y el niño quedó cubierto de verduras, el llanto no tardo ni diez segundos en manifestarse y la risa de muchos se escuchaban alrededor.


— No importa en qué lugar. —continúo Phantom. — Ni que ocurra, siempre debes sonreír y seguir adelante.

       El pequeño aun levantándose del suelo, dejo de llorar y corrió sonriente alrededor de las personas, ni siquiera el dueño del local tuvo la osadía de amonestar a tan inocente criatura.

— Eli. —dijo Phantom. — Si nos diéramos el lujo de estar encerrados en sombras, simplemente tendremos una existencia inexistente, llena de odio, temor y tristeza.

— ¿Pero cómo lograrlo? —pregunté yo, aun sin entender del todo la situación. — Cómo cumplir mis sueños cuando ni siquiera soy capaz de enfrentar a mis…

— Lucha. —dijo él, interrumpiéndome y tomándome por ambas manos. — No importa que tan difícil sea el camino, siempre debes luchar. Al fin y al cabo la vida es lo que tú quieres que sea.


       No aguante y me tumbe en su hombro a llorar, una mezcla de sentimientos y emociones encontrados invadía mi cuerpo, de alguna forma ya sabía qué hacer y cómo lograrlo. Phantom siempre había estado allí, acompañándome desde el primer momento, mostrándome que la vida no es más que un simple juego de mesa, en el que cada movimiento que generaba el destino era el que encaminaba los pasos de cada pieza, pero ¿Y si un día dicha pieza decidía moverse por sí sola? ¿Y si la realidad de las cosas no era estrictamente esa? Todo estaba allí, solo que nunca tuve la voluntad para entenderlo y aplicarlo.


— Gracias Phantom. —dije, tras abrazarle fuertemente.

— No sé a qué te refieres pequeña Eli. —contestó él.

— Ya es hora de volver…

— Si…


       La tarde paso rápidamente, no asistí a clases ese día y me dispuse a planear cómo sería todo a partir de ahora, cómo le diría a mis padres lo que de verdad quería y que haría en caso de no contar con su apoyo, Phantom volvió a desaparecer, le hice una invitación a mi cumpleaños, pero no estaba segura si esta vez asistiría, nunca lo hacía desde que tengo memoria.

       En los días próximos a mi celebración me encargué de dibujar un gran cuadro, en él, representaba la fuerza y vitalidad de todo lo que para mí significaba libertad, sabía que con esto mis padres tendrían que entender cuál era mi verdadero sueño.


— ¡Bienvenidos!


       Mi madre se encontraba ya en la puerta recibiendo a algunos conocidos de la familia cuando yo me disponía a estar impecable para bajar a saludar, Phantom aún no aparecía, hubiese querido que él observara el momento en el que decidía de una vez por todas y frente a toda mi familia, el futuro que en verdad deseo.


— ¡Atención todos por favor! —levanté la voz y pedí a los invitados que me escucharan un momento.— Quiero pedirles a todos que en el día de hoy presten atención a lo que debo decir.


       Mi madre y mi padre me observaban fijamente con una sonrisa cubriendo su rostro y esperando quizás que hablara sobre materia universitaria en la Facultad de Derecho pero, la sorpresa que se esperaban era aún más grande.


— Quiero agradecer a todos por haber venido. —continué. — Nunca suelo hacer este tipo de cosas y mi personalidad tímida no lo permite, pero, hoy debo ser sincera conmigo misma y comentarles el deseo que en realidad poseo para este y los demás días que conformarán mi vida.


       Allí estaba, dando el paso más grande en mi vida, mi padre cambio de un segundo a otro su sonrisa por una cara llena de angustia y duda sobre lo que iba a decir, mientras que mi madre se disponía a aceptar y asimilar esas palabras que estaba a punto de soltar.


— El arte, es aquello que de verdad me llena, la vida misma se basa en arte, es la fuente de toda creación y compone casi todo lo que nos rodea.

— Lo siento señores… —dijo mi padre intentando interrumpirme. — Ah estado un poco alterada estos días.

— ¡No papá! —contesté. — ¡Es momento de que tú me escuches!


       Mi padre, apenado, dio un paso atrás y se dispuso a escuchar mis quejas mientras tapaba su rostro con su mano derecha, todo salía bien, debía continuar con mi cometido, la gente observaba atenta a mis palabras, sorprendidos y con una seriedad que llenaba el ambiente de un silencio casi sepulcral.


— Los últimos días me encargue de realizar una obra que representa lo más importante y sagrado para mí. —dije, acercando un cuadro cubierto por una gabardina color café.— Y el día de hoy quiero mostrarle a todos ustedes y especialmente a mis padres, que la representación de libertad está presente en el mismo y que además hubo una persona especial que se encargó de mostrarme que puedo seguir mis sueños.


       Con fuerza tire de la tela, la cual cayendo lentamente dejó ver cada pincelada, cada color, cada textura, todo por lo que trabajé era demostrado en este preciso momento.


— Por eso. —dije, al son que observaba el rostro de estupefacción e impresión de los presentes.— Quiero darle gracias a mi amigo Phantom por estar cuando todos los demás me dieron la espalda.


       Caminé por entre las personas hasta llegar a la puerta principal de la casa, a mí alrededor observe los rostros de todos y su gran interés en el cuadro.


— ¡Espera! —mi padre me tomó por el brazo y me abrazó contra su cuerpo.— Lo siento Eliana…


       Escucha aquella palabra quedando completamente perpleja, un segundo después una gota calló en mi hombro y luego otra tras una tercera, levante la mirada y observé el rostro de mi padre: lágrimas, lagrimas que salían de ese rostro tosco y rudo que nunca había dispuesto un ápice de emoción hacia mi persona.


— Lo siento. —dijo mi padre dándome un beso en la frente. — Siento no haber comprendido nunca todo esto que te apasiona, siento el no poder haberte dado lo que deseabas, siento el no haber sido el padre ideal.

— No es tu culpa. —repliqué.— Fui yo la que no supo cómo expresarse desde un principio.


       Una sonrisa se dibujó en su rostro, indicando que sus palabras eran sinceras. El ambiente se llenó de aplausos y clamores de parte de todos y mi madre se incorporó a abrazarme junto a mi padre.


— De ahora en adelante será diferente.

— Si, lo será…


       Junto con mi familia pasé el resto de la celebración hablando y mostrando muchos otros trabajos artísticos propios, al parecer a uno de los amigos de mi padre le encantaba este medio y tenía buenos contactos para ingresar al área de Artes visuales en la Universidad de Vigo sin la necesidad de hacer equivalencias o presentación de alguna prueba. La situación empezaba a cambiar y en toda la noche no vi indicios de quien fue mi mayor mentor en dar este gran paso.


— Hija te llegó esta carta.


       Un mes después recibí una carta anónima que recitaba “Para mi artista preferida, Eli”, al abrirla y leer tan solo un poco de lo que decía no pude aguantar las ganas de llorar, más sin embargo opte por sonreír y secar mis lágrimas, sabía que él no hubiese querido verme así, llorando como una tonta, perdiendo el tiempo en sentimientos inútiles.

       Tome el regalo que venía en un pequeño envoltorio dentro del sobre, juré seguir mi sueño y nunca jamás flaquear, desde aquel momento estaba viviendo por ambos, llevando ese mensaje de libertad por todo lo alto. «El arte merece ser escuchada como la expresión más pura del alma…»

       Cerré una vez más mi libreta de dibujos y observando fijamente aquel bello cuadro que había dibujado hace un mes atrás, me quedé sumida en un sueño con la imagen de quien fue mi maestro, mentor y sobre todas las cosas, mi mejor amigo.

 


Miércoles, 11 de mayo de 2005
Para: Eliana A. Méndez.
De: Anónimo.

Para mi artista preferida, Eli…

       Hola pequeña Eli, ¿Cómo estás? Siento no haber podido asistir a tu cumpleaños número veinte, he tenido un mal día, la situación se complicó y tuve que ser remitido de emergencia al Hospital Universitario, lamento no haberte dicho sobre esto, pero, preferí que conservaras esa imagen de mí que tanto te encanta.

       Los doctores dicen que padezco de un cáncer terminal en los huesos y que no es posible curarme de una manera tan fácil en este estado de metástasis. Al parecer esas aventuras de colarme por muros y caerme luego de monearme en esas estructuras tan altas tuvieron un efecto radical en mí jajajajajaja…

       Le pedí a la enfermera que me ayudara a redactar esta carta, es muy linda y me atiende muy bien, en estos momentos me mira con una gran sonrisa a medida que le dicto lo que debe escribir, lástima que mi situación es grave, sería capaz de salir con ella, ups, no debí decir eso…

       En fin, dentro de este sobre te entrego un pequeño dije, consérvalo, me costó un ojo de la cara encontrarlo, quería que representara la esencia de lo que veo en ti, por eso escogí esa forma de pincel y el grabado que dice “Se tu misma”, espero lo uses todo el tiempo ¿Espera? ¿No está grabado? Bueno. Espero recuerdes la frase todo el tiempo mientras lo uses.

       Eli, quiero que sepas que todos estos momentos que pasamos juntos desde la primera vez que te vi en aquel café cuando eras tan solo una pequeña, fueron los más especiales de mi vida, no me arrepiento de nada de lo que hice y quiero que tú tampoco lo hagas. Eres especial y debes recordar eso siempre.

       Se libre pequeña artista, siempre estaré contigo cuando me necesites.
La vida siempre será lo que tú quieres que sea….


 

«Dar paso a la muerte para permitir el renacer de una nueva persona, en este día no hay tragedia alguna, Phantom vivirá conmigo para siempre, en el fondo de mi corazón guardado como el único tesoro verdadero que en verdad me dio la vida. Libertad...»

 


La historia es completamente de mi autoría y corresponde al cierre de una serie de tres capítulos.

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