Si usted todavía no hace lo que ama no pierda tiempo y póngalo en práctica.
Rómulo cuevas es un Ingeniero Geológico apasionado por lo que él llama “las cosas simples de la vida”, su hobby es escalar. Tuve la oportunidad de preguntarle el por qué decidió estudiar ingeniería geológica y no física cuántica por ejemplo. Su respuesta fue:
Con la geología estudias la tierra, sus rocas, los planetas, es otro mundo, te permite explorar.
Era increíble ver como le brillaban los ojos cada vez que hablaba de lo que hacía. Me decía “hay que viajar, conocer y luego terminar aquí en Mérida, con la paz que te dan sus montañas”. Mientras hablábamos emprendíamos un viaje lleno de paisajes maravillosos hacia la Culata en Mérida, Venezuela. La neblina bajaba cada vez más y como buen guía turístico me iba mostrando las maravillas de la naturaleza.
Hicimos la primera parada, divisamos una roca que se llama “Palma Yulay”. ¡Escalaremos la roca!, fue la expresión que salió de sus labios con mucho entusiasmo, “es muy fácil” exclamó. Mientras yo me quedaba sin palabras mirando la piedra, ya que le tengo miedo a las alturas. Pero esto no nos detuvo, pues cuando compartes con una persona enamorada de lo que hace lo único que quiere es que los demás también lo hagan, para que sientan la satisfacción que ella siente. Este era mi caso, estaba en frente de una roca (cosa que mi guía ama) y lo único que quería era que escaláramos y así fue. Desde las alturas apreciamos el paisaje que adornaban los hermosos frailejones, comenzaba a hacer frío y al fondo quedaban al descubierto las pequeñas casas de los pueblerinos.
No crean ustedes que escalé una súper roca, era algo bastante alcanzable y no tan alto, pero como era primera vez me daba un poco de miedo. Al continuar nuestro camino nos encontramos con los turistas y montañeros que van a despejarse por unas horas trotando o caminando hacia Valle Muerto, quienes son más expertos en la materia o les gusta el campin suben y acampan para ver el cielo estrellado que adorna el paisaje al caer la noche.
A medida que avanzábamos sólo me dedique a escuchar las palabras de quien para ese momento fue mi guía, recuerdo que me dijo: “quien sube la montaña regresa más sabio”. Me explicaba lo maravilloso que es el medio ambiente, el contacto con la naturaleza y de vez en cuando me hablaba de los minerales de las rocas, por cierto, encontramos una muy bonita que parecía tener espejos (en mi ignorancia yo les llamé conchitas que parecen espejos) él me explicó que era un mineral que proviene de la familia de los filosilicatos llamado moscovita y que la arena de la playa lo contiene, a su vez este se descompone en pequeñas partículas y esto es lo que le da un efecto de brillo a la arena, pues si van a la playa y se fijan bien, la arena parece que brillara.
¡Increíble no!, un día te levantas siendo un simple mortal y al otro ya sabes por qué brilla la arena de la playa, así es la vida, conocer nuevas cosas, aventarse a grandes aventuras es la única manera de vivir la vida sin que la vida te viva a ti.
¡Hay que meterle contenido a la vida yoha!, hay que viajar, conocer, disfrutar, porque cuando no estemos eso será lo único que nos quede.
Cuando emprendimos el camino de regreso yo comencé a hablarle de leyes, le comenté que la mejor forma de levantar a un país es fomentando la educación para que las personas no delincan y que la cárcel no es la mejor vía para evitar la criminalidad, comencé a hablarle de mi amado Derecho y me perdí entre tantas rocas, tanto fue así que me distraje, resbalé y caí. ¡Mi primera caída en la montaña!, fue la sensación más cómica que experimenté en la travesía, me llené de barro y no paré de reír, fue hermoso porque me dí cuenta que cuando hablo de lo que amo para mí no existe el exterior, tenía un paisaje maravilloso y lo perdí de vista porque la filosofía y el derecho era lo único importante en ese momento para mí.
¿Saben qué es lo más maravilloso?
Lo que realmente llena es ver del otro lado el mismo sentimiento pero en distintos contextos, por un lado estaba la apasionada por las leyes hablando de su derecho y por el otro estaba el chico explorador explicando las rutas y dándome consejos para no volverme a caer “pasos cortos, firmes y rápidos” me decía, mientras que con una sonrisa y una respiración bastante particular me sujetaba la mano para ayudarme a bajar las pendientes y evitar otro accidente.
Lo bonito de este recorrido además de los paisajes y el contacto con la naturaleza, fue la oportunidad que tuve de conocer a una persona que hace lo que ama, una persona que vive sin ataduras, ese chico explorador que vence sus miedos porque las ganas de vivir son más grandes. Es gratificante mirar a alguien a los ojos y ver lo feliz que puede ser. Esa felicidad que encuentras en la simpleza de vivir, tan minúscula como puede ser una roca, pero inmensamente importante como sus minerales.