Un escritorio vacio...

En esta oportunidad quiero compartir con ustedes una vivencia propia, que a la vez es de muchos.

Suenan las alarmas!

Los correos electrónicos de muchos padres y representantes, eran para invitaciones especiales tales como conciertos de corales, para invitar a cierres de proyectos, celebrar el día de las madres y los padres, en fin, para notificar una reajuste de la mensualidad, casi siempre eran para participar una celebración o acontecimiento especial. A cada tanto se asoman aquellos correos de buenas notificaciones.

Hoy día estos correos son alarmantes, se han convertido en esta época en una angustia para los padres. En esta oportunidad llego a mi correo un correo electrónico de la institución donde la directiva del colegio confesaba que sus docentes estaban renunciando. No sé llego a escribir la palabra como tal, pero entre las líneas se respiraba, eso es lo que está ocurriendo, la razón de la renuncia es la misma: Se van del país, a buscar una vida en algún lado, a intentar la dignidad de seguir dando clases en algún otro lugar, donde sea normal ganarte el pan con tu profesión. A trabajar en lo que toque, pero con la garantía de comer tres veces al día.

Esta información anunciaba que, en educación media general, los hijos de muchos padres, quedaban sin profesores de castellano, matemática, física, química, biología, ingles, también sin orientador y psicólogo. La línea siguiente era un pedimento acuciante:

“Invitamos a los representantes que puedan colaborar como profesores de las mencionadas áreas comunicarse con la dirección”. Así de simple y rudo.

Un docente en la institución educativa donde estudia muchos chamos venezolanos, ganan alrededor de 800000 bs. Mensual, con un bono de alimentación de 915000 bs. Total mensual 1715000 bs. (Equivale a 7,45 dólares), Quien subsiste con este mísero sueldo, cuando el kilo de arroz vale 260000 bs y el de carne de pollo 380000 bs.

El problema no es nuevo, acá en mi país siempre se escucho decir “los docentes son mal pagados”. Triste realidad que hoy se agudiza fuertemente.

¿Cuántos profesores seguirán abandonando su escritorio, expulsados por el instinto de supervivencia?

¿Cuántos estudiantes no volverán a su salón de clases?

Se prendió fuego a la bandera de nuestra institución y no ha dejado de arder ni un solo día. Y así, asistimos al derrumbe de un sistema educativo que llegó a ser de los reconocidos en Latinoamérica.

La buena noticia es que los padres han respondido al llamado de la institución educativa y ya se están organizando para dar clases y así darle continuidad a las necesidades académicas del alumnado. No dudo que esté pasando en otros espacios educativos. La sociedad venezolana se resiste a entregarse. A claudicar, hay un coraje admirable en movimiento.

Las otras interrogantes son:

¿Estarán estos padres preparados para enfrentar un salón de clases?

¿Sabrán estos padres manejar un aula donde sus alumnos son adolescentes?

¿Qué pasará con los procesos de evaluación, planificación, pedagógicos, que se involucran en el proceso de enseñanza-aprendizaje?

¿En manos de quién está quedando la educación de nuestros hijos?

Allí, en nuestros salones de clases, solo queda el escritorio de la urgencia.

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