No todos sabemos lo que se siente pasar un día entero sin comer. Pero si hemos podido ver como gente a nuestro alrededor se acuesta sin probar bocado alguno.
Lamentablemente nuestra Venezuela esta pasando por una de las crisis más fuertes que le ha tocado vivir. Quien diría que un país tan rico llegaría a tener a su gente pasando hambre no?.
La historia que vengo a contarles hoy, tuvo su inicio hace un año, si, exactamente comenzó para tiempos de guarimbas (para los que están fuera de nuestras fronteras, guarimba fue el nombre que le dio el gobierno de Nicolas Maduro a las protestas generadas en Venezuela en el 2017). Para ese momento mi esposo @danieltarache y yo estuvimos luchando con pancartas , consignas y banderas día tras día, por ser escuchados, por lo que creemos que es lo correcto, por un mejor país. Como nosotros también muchos de nuestros vecinos, con los que tal vez nunca habíamos cruzado palabra, pero a los cuales nos unió el mismo deseo de cambio. Logramos establecer amistad , y hasta un grupo de whatsApp creamos, ahí estábamos al tanto de cada actividad que se realizara.
Un día uno de nuestros vecinos nos envía un mensaje, para animarnos a participar en una jornada de entrega de comidas a los más necesitados, a lo cual dije que siiii inmediatamente. Siempre quise realizar esta actividad y hasta se los había comentado, solo que quizás no le dieron la importancia necesaria, lo bueno es que alguien más se entusiasmo en hacerlo. Fue aquí cuando nos pusimos manos a la obra.
Al principio nos fue duro, porque todo salia de nuestro presupuesto, y ya alimentarnos nosotros mismos se hacia cuesta arriba con la inflación vivida. Sin embargo unimos fuerzas, cada uno colaboraba con lo que podía, ya fuera con algún comestible, con su trabajo o sediendo el lugar para la elaboración de las comidas. Una de las señoras del grupo presto su apartamento, donde nos reunimos con los implementos recolectados y allí elaboramos todo.
Luego de la preparación de la primera tanda de comidas, salimos en busca de los más necesitados. Los vehículos donde nos trasladábamos eran de los mismos colaboradores. Y así nos fuimos, embarcamos todos los alimentos en cavas y empezamos a recorrer la ciudad. Niños y ancianos se hicieron nuestra prioridad, ya que por sus condiciones son los más vulnerables. En esta primera Jornada logramos repartir 108 envases de arroz con pollo, fueron 108 personas en estado de calle que lograron saciar el hambre, 108 hermanos que durmieron con la esperanza de que existe una mano amiga.
Así creamos una pagina en instagram llamada @quenadiecomabasuraanz( la cual les invito a seguir para que nos apoyen cuando iniciemos nuevamente), en ella nos dedicamos a subir fotos y vídeos de cada entrega. Esto con el fin de atraer gente a esta causa, y vaya que resulto. Empezaron a llover los colaboradores, comenzaron a llegar donaciones de gente de buen corazón, que querían ayudar de cualquier forma, de todas partes, y a todos les abrimos las puertas. Ya no eran 108 comidas, eran 200, y así fuimos. Uno de nuestros eslogan fue; no hay aporte pequeño, ya que muchos se cohibían por no tener nada que dar, sólo su colaboración en la preparación de los insumos.
De esta forma realizamos la actividad cada domingo, por ser el único día donde todos coincidíamos. Una semana estábamos en un municipio, luego en otro, y nos rotábamos siempre entre los más cercanos.
Las comidas siempre fueron preparadas con amor, las hacíamos como si fuera para nosotros mismos. Y lo más satisfactorio era ver la cara de felicidad que ponía cada persona que recibía la ayuda, cada niño, cada viejito, cada madre. Escuchar historias que nos llegaban al alma, nos daba más ánimos de continuar cerca de ellos. Sabíamos que con un pedazo de pan no cambiaríamos su realidad, pero por un momento se olvidarían del hambre y le sonreirían a la vida. Ver tanta necesidad entre tu propia gente, te hace agradecer a Dios por la vida que tienes, quizás no sea la mejor, pero tienes un techo, tienes alimentos, tienes agua limpia, estas sano, y eso ya es mucho.
Continuamos así por varios meses, llevando alegría a cada corazón que podíamos. Pero no solo los deberes individuales hicieron que desistiéramos. La situación país empeoró aun más, ya muchos no podían seguir con sus donaciones, el dinero ya no alcanzaba para cubrir los gastos de los alimentos y envases. La inflación nos arropo, y hasta ahí pudimos llegar.
Hemos querido iniciar nuevamente este proyecto humanitario, aunque empecemos con menos platos y exista más personas comiendo en los botes de basura. No contamos con los recursos, pero tenemos fe en Dios de poco a poco lo lograremos. Los venezolanos tenemos un corazón noble, lleno de bondad hacia el prójimo. Los buenos somos más, y pronto estaremos en las calles nuevamente llevando un momento de alegría a nuestra gente... Pronto les contare más. Saludos
Todas las fotos fueron tomadas con mi telefono samsung J7
