¿A qué le temía Virginia?

A todo y a nada. Inteligente, culta, rica, con un marido que la amaba y, amigos como T.S Elliot o Arnold Toynbee, con quienes conformaba una suerte de aristocracia literaria, los temores de Virginia parecen parte de su savoir vivre. Feminista a su manera, cambió el Stephen de soltera por el Woovirginia-woolf-136-aniversario.pnglf del marido socialista y, sin embargo, encontraba la dependencia de la mujer very shocking. Nunca estuvo Virginia en ánimo de polemizar, sino más bien de encajar en la peña smart en la que se movía: El círculo Bloomsbury, la sociedad secreta de los apóstoles de Cambridge. Hipersensible a la crítica, Virginia magnificó sus miedos: a la crítica, a los nazis (el marido era judío), a la perfección como escritora que aspiraba, al Dios en el que no creía, al caos del mundo. Luchó contra sus temores, hasta que la complicada realidad de su mente, logró vencerla cuando se llenó e piedras los bolsillos del abrigo y se dejó llevar por las ligeras olas del río Ouse. “El niño dormía. Fui a mi cuarto. ¿Es que no había espada, nada con que demoler aquellas murallas, esa protección, este engendrar hijos, vivir entre cortinas…?”. (Las olas). Mordaz, agónica, a veces festiva, las escritoras estamos en deuda con Virginia Woolf (25 de enero de 1882- 28 de marzo de 1941).

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