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Desde la ventana veo edificios,
veo las estrellas,
veo las nubes,
veo la vida.
Aquellas cuatro paredes de mi jaula de oro
me enloquecen cada día;
muchas veces siento el arrebato de lanzarme,
extender los brazos y volar.
Aún cuando anhele atravesar la ventana al mundo,
la realidad es que debo resistir este encierro;
debo estar bien por mí,
por ti,
por nosotros.
Debo estar bien
porque si no lo estoy,
¿cómo encararé el mundo el día de mañana?