Los delincuentes de Ciudad Universitaria

¿Qué hace el rector que no toma cartas en el asunto para expulsar a esos malditos? Esta pregunta me la he hecho desde hace unos años cada vez que escucho alguna nota relacionada con "porros", nombre con el que se denomina a los grupos de  provocadores políticos, muchos de los cuales están refugiados en la Ciudad Universitaria, el campus más grande de la Universidad Autónoma Nacional de México ubicada en la capital del país.

La respuesta es la misma ayer y hoy: dinero y favor político.

Los porros, esos "anarquistas" (que ni siquiera lo son) que se infiltran en las manifestaciones pacíficas para manchar el objetivo de las mismas, son el instrumento de control social favorito de políticos y, por infortunio del destino, de las autoridades educativas. Y lo demostraron el lunes pasado, cuando agredieron con cuchillos y bombas molotov a un grupo de estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM,  quienes se manifestaban pacíficamente cerca de las oficinas del rector, exigiendo justamente mayor seguridad ante algunas situaciones que en años recientes han ocurrido en la máxima casa de estudios del país.

Al parecer el rector y amiguetes prefirieron deshacer la manifestación en lugar de escuchar los clamores de seguridad y de la expulsión completa de esos individuos que no son estudiantes sino delincuentes juveniles dedicados a la venta de drogas, a prestar sus servicios como grupos de choque, y sabe Dios  si también al tráfico humano, al tráfico de órganos o incluso a hacerle favores a algún narcotraficante. En su lugar, quiso salir al héroe con sus declaraciones hipócritas de "reprobación enérgica" y "levantamiento de denuncia contra los responsables".

Como declararon algunos antiguos miembros de esos grupos delictivos en una entrevista, los porros se acabarán cuando dejen de ser financiados y apoyados por las autoridades educativas y por los partidos políticos, quienes hasta ahora los ven como peones útiles para propósitos turbios. Mientras tanto, las autoridades educativas los mantendrán dentro de Ciudad Universitaria, mandándolos a llamar para agredir a los estudiantes y a la población civil en general, permitiéndoles que utilicen las instalaciones para orgías, para controlar la venta de drogas y, ¿quién sabe?, quizás para convertirse en el punto de reunión de alguno que otro grupo del crimen organizado.

Fuente

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Para mayor información, les comparto algunos links sobre lo que ha estado pasando en estos días en la capital a raíz del incidente del lunes: 

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